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miércoles, 24 de agosto de 2011

EU y China: en búsqueda del G-2 perdido

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
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Fábrica de ropa en la provincia china de ShandongFoto Ap

China nunca cayó en la trampa de EU para crear un condominio global del G-2 que había propuesto en forma indecorosa Zbigniew Brzezinski, íntimo de Obama y el mejor geoestratega viviente estadunidense –demoledor de la URSS y muy superior al locuaz Kissinger, el derrotado de Indochina, pero muy inferior al genial George Kennan, el verdadero triunfador conceptual de la guerra fría.

El horno no está para bollos y el brutal cerco militar y multimediático de EU –sin contar la flagrante incitación a la implosión balcanizadora de China en la provincia islámica de Xinjiang y en la otra provincia budista del Tíbet, ambas con invaluables recursos de materias primas y agua– ha indispuesto a los ciudadanos chinos, como se reflejó en la aparatosa batalla campal entre los basquetbolistas, los Hoyas de la Universidad de Georgetown y los anfitriones, los Rockets Militares (¡ojo!) de Bayi.

El juego había sido planeado para enmarcar la relevante visita del vicepresidente Joe Biden, acompañado por su simpática nieta, muy fluida en mandarín, con el doble fin de conectarse con su homólogo y próximo mandamás, Xi Jinping, y apaciguar el malestar chino por los irresponsables manejos financieros de EU: el mayor deudor en la historia y verdadero limosnero económico global con garrote militar.

No habrá un G-2, debido a que China se siente más a gusto en la multipolaridad de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica): más acorde con su cosmogonía armónica frente a la depredación y los engaños anglosajones del G-20, ya no se diga de los disolutos FMI y Banco Mundial, repletos de vulgares escándalos eróticos, desde Dominique Strauss-Khan (FMI) hasta Paul Dundes Wolfowitz (BM), ambos pivotes del insolvente sionismo jázaro que pretendió controlar al mundo invadiendo Medio Oriente (para dominar sus pletóricos yacimientos de hidrocarburos y, de paso, a Venezuela, cuando ya superdominan al itamita México neoliberal) e imprimiendo masivamente dólares chatarra.

Tampoco China exhibe variadas alternativas cuando fue embaucada a coleccionar dólares chatarra de deuda estadunidense (hoy los llaman reservas de divisas), probablemente impagables –mucho menos cuando los supremos teóricos de las finanzas chinas perdieron ya la paciencia (que ya es mucho decir) con el euro (La peste negra de la crisis de la eurozona golpeará las exportaciones de China, Reuters, 22/8/11), lo cual beneficia, guste o disguste, al dólar.

Tal postura nihilista sobre el euro fue exhumada inmediatamente después del transcendental encuentro de Xi Jinping y Joe Biden.

¿Qué otros trueques, además del rescate del dólar y del comercio estadunidense, habrán acordado en materia geopolítica los vice-presidentes de las dos superpotencias geoeconómicas del planeta?

Conforme a su estilo milenario, China –con una brecha civilizatoria de 6 mil años frente a la nueva barbarie anglosajona de poco más de dos siglos, hoy en caída libre– otorgó un voto de confianza a la economía (¡súper sic!) de EU (Xinhua, 19/8/11).

El premier Wen Jiabao, de salida, expresó angelicalmente que la prosperidad y la estabilidad de EU son importantes para el mundo entero.

El todavía presidente Hu Jintao invocó la necesidad de una mayor coordinación de la política macroeconómica entre ambas superpotencias –por cierto, hoy totalmente inexistente, debido al irresponsable unilateralismo financierista de EU, consagrado deliberadamente a imprimir billetes verdes al por mayor con el fin de financiar sus aventuras militares y su hiperconsumismo consuetudinario a costa del resto del mundo (una economía parasitaria, Vlady Putin dixit).

Más relevante fue la declaración del próximo mandarín Xi Jinping, quien anunció en forma impactante que China puede importar materias primas por 5 millones de millones (trillones, en anglosajón) en los próximos cinco años (¡súper sic!).

¿Adelantó Xi Jinping su programa económico para proporcionar certidumbre local y global?

Xi Jinping lanzó el anzuelo consumista a EU cuando el total de ventas de consumo al menudeo se espera que exceda 5.7 millones de millones de dólares en 2015 en China. No son cifras menores.

Los chinos no son maniqueos lineales, mucho menos enajenados solipsistas (el grave defecto mental del unilateralismo absolutista anglosajón, infectado por la teología supremacista del sionismo jázaro), pero dentro de la hiper-complejidad de la incipiente multipolaridad aprovechan la bidireccionalidad mercantilista con EU, el mayor consumista del planeta, que puede solamente recuperarse a partir de un retorno obligado a la manufactura, hoy deprimida (hasta por motivos de cohesión social, cuando están a punto de estallar brotes violentos de sus jóvenes desempleados e indignados al estilo egipcio, ex vicepresidente Al Gore dixit).

EU no permite inversiones directas chinas en el inexpugnable sector energético anglosajón –bajo la férula de su seguridad nacional, cobijada por el patriotismo y nacionalismo económicos (axioma que aplican al revés en el itamita México neoliberal)– y prohíbe la exportación de maquinarias con tecnología avanzada.

Después de lanzado su seductor anzuelo mercantilista –que seguramente prendió de inmediato el vicepresidente Joe Biden por carecer de otras opciones, salvo la guerra de resultado incierto–, afloró el legendario pragmatismo chino de Xi Jinping, quien rememoró el obsceno proteccionismo de EU y apremió a que Estados Unidos levante las barreras en comercio e inversiones, y relaje los límites a las exportaciones de alta tecnología a China.

El trueque de Xi Jinping propuesto a Joe Biden parecería ser: si EU se abre, China lo imitará gradual y proporcionalmente (Nota: no a locas y en forma masoquista como el itamita neoliberalismo mexicano).

He Weinwen, director de la Asociación Económica Estadunidense de China, considera que las colosales cifras que maneja el próximo mandarín Xi Jinping sugieren que conforme la economía de China crezca seguirá ofreciendo (sic) un mercado expansivo (sic) para la economía mundial mientras juega un papel estabilizador.

Joe Biden se tiró literalmente al suelo: comió fideos en un austero restaurante popular por 12 dólares para cinco personas (súper sic!), como metáfora de los tiempos por venir, y se reunió con los universitarios ilustrados de Chegdu (capital de la provincia de Sichuan, de 80 millones de habitantes y un crecimiento espectacular de 15.1 por ciento el año pasado), a quienes prometió que Estados Unidos no incurriría en incumplimiento de pagos de la deuda china e invitó como buen mercader a mayores inversiones chinas en EU, que sigue siendo la mejor apuesta, así como a mayores compras de bienes y servicios estadunidenses” (Al Jazeera, 21/8/11). Joe Biden rechazó tajantemente la idea de que EU está en decadencia. ¡Cómo no!

En su reseña, recomendable sobre la trascendental visita de Joe Biden a China y la impotencia (sic) de la potencia (sic) estadunidense cuando se trata de asuntos chinos, el portal europeo DeDefensa.org (17/8/11) destaca el olfato geopolítico del presidente boliviano Evo Morales, oriundo de otra civilización milenaria, a su retorno de Pekín: ¡China es un gran país! ¡Imagino que en poco tiempo EU será una colonia (¡súper sic!) de China!

A diferencia del itamita México neoliberal, ¡qué bien están leyendo los excelsos mandatarios sudamericanos el nuevo orden multipolar! ¡Salud y olé!

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