▲ Boris Johnson, primer ministro británico, ayer en Manchester durante el congreso anual del Partido Conservador.
Manchester. El primer ministro británico, Boris Johnson,
es conocido por su agitada vida amorosa, pero las acusaciones de
toqueteos indebidos hace 20 años por una joven periodista, que él niega,
amenazaban ayer con eclipsar el congreso del Partido Conservador,
centrado en el Brexit.
En un artículo publicado con motivo de los dos años del movimiento #MeToo, la periodista británica Charlotte Edwardes relató en el Sunday Times un episodio ocurrido durante un almuerzo en las oficinas londinenses de la revista The Spectator, poco después de que Johnson se convirtió en su redactor jefe, en 1999.
Debajo de la mesa, siento la mano de Johnson en mi muslo. Y lo aprieta, recuerda Edwardes.
Su mano está en lo alto de mi pierna y tiene suficiente carne bajo sus dedos para hacer que me enderece de repente, escribió ayer, justo en el aniversario del movimiento que liberó la palabra de mujeres que fueron víctimas de acoso o agresiones sexuales.
Edwardes, quien entonces era una joven redactora, asegura que habló
con la muchacha que estaba sentada al otro lado de Johnson, y ésta le
dijo que le había ocurrido lo mismo.
En una muestra de que estas acusaciones son más serias que los
chismes habituales sobre las relaciones extramatrimoniales del primer
ministro, su oficina divulgó un breve comunicado en el que aseguró que
la acusación es falsa.
Johnson, quien ayer se encontraba en Manchester para asistir al congreso anual del Partido Conservador (los tories), rechazó la historia en una entrevista con Sky News.
Sin embargo, Edwardes se mantuvo firme.
Si el primer ministro no se acuerda del incidente, entonces claramente tengo mejor memoria que él, replicó en Twitter.
Sobre Johnson pesa la amenaza de una investigación penal por sus
lazos con la empresaria estadunidense Jennifer Arcuri, quien recibió
recursos públicos cuando él era alcalde de Londres. Según la prensa,
tenían una relación sentimental y Johnson no declaró un potencial
conflicto de intereses, lo que él también niega.
Separado desde el año pasado de Marina Wheeler, su segunda esposa, el
primer ministro vive con Carrie Symonds, especialista en comunicación
24 años menor que él, quien lo acompaña en el congreso de su partido.
En un momento complicado, tras la implacable sentencia de la Corte
Suprema, que la semana pasada declaró ilegal su decisión de suspender el
Parlamento, y los sucesivos reveses que ha sufrido en su intento por
evitar un Brexit sin acuerdo el 31 de octubre, Johnson tiene sólo cuatro días para lograr la unidad en su grupo político.
Pero ayer, la mayoría de los delegados parecía hablar más de los
supuestos toqueteos que de la inminente salida de Reino Unido de la
Unión Europea.
Matt Hancock, ministro de Salud, defendió a Edwardes, dijo conocerla
bien y aseguró a Channel 4 que es digna de confianza. “Estoy totalmente
de acuerdo con @MattHancock”, agregó en Twitter la conservadora Amber Rudd, quien el mes pasado dimitió como ministra de Trabajo.
Es una persona decente. Creo que le importan mucho las mujeres y las niñas, sostuvo Penny Mordaunt, ex ministra de Defensa, mientras la diputada Rachel Maclean destacaba la campaña de Edwardes contra la mutilación genital femenina.
Existe preocupación por el impacto que estas acusaciones puedan tener
en la popularidad del polémico primer ministro entre las votantes, ante
la perspectiva de elecciones anticipadas en los próximos meses.
Todavía hay algunos miembros mayores del Partido Conservador que no tratan a las mujeres como deberían, declaró a Afp una delegada que pidió el anonimato.
Foto Ap
Afp
Periódico La Jornada
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