El Paro de Nacional del
25 de abril y los otros hechos de movilización de este año, mantienen y
profundizan la tendencia del ciclo de ascenso de la lucha social que
viene en Colombia desde el 2008. No obstante, aún no configuran un nuevo
desarrollo o momento, en la lucha social y política en el país, es
decir aún no propician generan “un punto de inflexión positiva”.
En
estos primeros 5 meses del 2019, los más importantes hechos de
movilización han sido: los Paros del Cauca a partir del 25 de febrero y
el del Sur de Córdoba durante marzo, la Minga indígena y campesina con
el bloqueo de la vía panamericana durante 27 días , el Paro Nacional del
25 de abril y el Refugio Humanitario de finales de abril.
En
el Paro Nacional del 25, participaron parte de los sectores agrarios que
lo hicieron en los Paros del 2013, 2014 y 2016, el sindicalismo en sus
distintas corrientes, sectores estudiantiles y del movimiento indígena;
comparada esta Jornada con anteriores movilizaciones, ésta tubo mayor
cobertura social, aunque menor profundidad y fuerza.
Concentraciones y marchas urbanas
El Paro del 25 tuvo importantes concentraciones y marchas en todas las
ciudades del país y en varías cabeceras municipales. Pero el paro no
estaba diseñado como paro laboral, excepto en el caso del magisterio. Al
no darse paro laboral, ni una afectación importante de las carreteras y
tener una duración de tan sólo 24 horas, esta movilización no tuvo el
alcance, ni la dimensión de las movilizaciones de años anteriores .
Tampoco se logra al momento en las ciudades una dinámica de Paro, sigue
ausente la acción desde las barriadas populares, lo que limita los
alcances y efectos de la movilización.
Hay que recordar la
incidencia que tuvo la acción de los barrios durante el Paro Cívico de
septiembre de 1977, o la participación de Soacha, Ciudad Bolívar y el
Sur de Bogotá, en el Paro Agrario del 2013.
La movilización agraria sin exigirse
La capacidad de movilización desde lo agrario se mantiene, al igual que
las posibilidades de reproducir las acciones y la fuerza de los Paros
Agrarios de años anteriores.
Pero para este Paro la parte
agraria, campesina e indígena, no se exigió. Se planificaron solo unos
pocos sitios para las concentraciones, las marchas o los bloqueos y con
tiempos más cortos que en pasadas ocasiones.
Las
concentraciones o marchas sólo se presentaron en Lizama, cerca de
Barrancabermeja, en las 2 carreteras que comunican a Quibdó con Pereira y
Medellín, la marcha del Catatumbo, la de Dagua hacia Buenaventura, el
bloqueo de la vía hacia el Putumayo, el bloqueo por un día de los
centros petroleros en Arauca, al igual que acciones menores en Cauca,
Antioquia, Nariño , la Costa y otras regiones.
A diferencia de
los paros agrarios de años pasados, los bloqueos y las concentraciones
en las vías o las marchas campesinas, fueron en este caso más cortas. Se
diseñaron de manera puntual o limitada para unos 4-6 días.
Lo nuevo de esta movilización
En las marchas y concentraciones de las ciudades, el Paro de abril
agrega la participación del sindicalismo, los estudiantes y otras
expresiones urbanas, lo cual es positivo y representa un avance, si bien
limitado al no darse aún el paro laboral, ni la acción de paro desde
los territorios urbanos.
Otro hecho novedoso y positivo, es la
presencia y apoyo del llamado Bloque de oposición parlamentaria de
centro izquierda, que no participaba en el pasado en la movilización;
realidad nueva a partir las elecciones del 2018.
Progresos, aunque limitados, de la confluencia
El reciente Paro Nacional fue convocado por el Encuentro Nacional de
Organizaciones Sociales y Políticas (ENOSP), que integra sectores
campesinos, agrarios, sindicales, indígenas estudiantiles, regiones y
diversas tendencias políticas. A su vez, el Refugio Humanitario fue
producto de la acción unificada de diversos procesos sociales y
políticos.
No obstante, siendo estos logros y progresos en la
tendencia hacia la confluencia, aún falta un trecho por recorrer; la
minga del Cauca que representaba una importante fuerza, no coincidió con
las fechas del Paro de abril, algo similar se presento con el llamado
Paro del Cauca.
La Unidad cafetera y otros procesos de las
Dignidades, tampoco convergieron en el Paro del 25 de abril , lo mismo
ocurrió con los gremios de camioneros y otros sectores.
Los “dolores de cabeza” del Gobierno
En este 2019 la tendencia dominante es hacia el debilitamiento del
Gobierno. Duque tuvo un respiro en enero y febrero, pero retrocede desde
marzo; e stan los regaños y presiones de los Estados Unidos por los
cultivos de uso ilícito, el fracaso en sus intentos por derrocar el
Gobierno de Venezuela, las derrotas sufridas en el Congreso de la
República con las Objeciones a la JEP y el no haber logrado conformar un
bloque de mayorías parlamentarias y de gobernabilidad con los
Liberales, la U o Cambio Radical.
La aprobación del Gobierno en
las Encuestas ha caído hasta el 30 por ciento, y en lo inmediato no se
avizoran hechos que puedan dar aliento a su gobernabilidad.
La expectativa de nuevas movilizaciones
Con la aprobación del Plan de Nacional de Desarrollo, el Gobierno
incumple acuerdos con distintos sectores, como la reciente Minga del
Cauca y con la movilización estudiantil de finales de 2018, lo que
desatará nuevas protestas.
Los gremios de camioneros anuncian
un Paro para el 20 de mayo; también los productores cafeteros agrupados
en las Dignidades, examinan la posibilidad de un paro cafetero.
Una vez el Gobierno aplique las exigencias de los EEUU sobre
erradicación forzosa y fumigación con Glifosato, estallará la
movilización de las comunidades cocaleras.
Igualmente brotarán
nuevas movilizaciones por la paz, contra los Falsos Positivos judiciales
y por el asesinato de los líderes sociales y los defensores de derechos
humanos.
Las elecciones del próximo octubre serán otra disputa entre las fuerzas de oposición y la coalición de Gobierno.
No es de descartar otras movilizaciones en lo que resta de 2019, pues
las dinámicas de los movimientos sociales tienen sus propias lógicas,
haciéndolas en ocasiones imprevisibles, con situaciones desencadenantes
que aparecen inesperadamente.
El interrogante mayor está hacia
el 2020: ¿Será de mayor conflictividad social? ¿De mayores dificultades
en la gobernabilidad? ¿De mayor avance en la confluencia opositora? ¿De
mejoría en la correlación de fuerzas populares?
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