La Jornada
Jorge Santibáñez*
Todo indica que el presidente Trump trabaja en lo que él llama una propuesta de reforma migratoriabasada en méritos, es decir, según se ha conocido, en función de la escolaridad de los migrantes potenciales. Más allá de las pocas posibilidades que tiene de ser aprobada, de su inminente utilización política, y que además resulta un despropósito, esta propuesta guiará buena parte de los discursos de su campaña de relección.
La migración que llega a Estados Unidos procedente de Latinoamérica, particularmente de México, es principalmente con fines laborales. Es decir, las características de los inmigrantes las regula el mercado laboral en función de sus necesidades. No es que un inmigrante poco calificado quiera o pretenda ocupar puestos de alto nivel de calificación o pretenda desplazar a los nativos.
Vienen a encontrarse con los trabajos que hay y que el mercado nacional no alcanza a suministrar. Una propuesta que apuesta solamente a los más calificados tiende a distorsionar ese mercado, porque ahora sí o se desplaza a los nativos, o un migrante calificado desempeña actividades por debajo de su potencial y eso perjudica a toda una sociedad.
Sin embargo, la migración calificada ya se da en función de las necesidades del mercado. Según fuentes oficiales estadunidenses, hay en Estados Unidos, 3.7 millones de inmigrantes latinos con licenciatura concluida, de los cuales 1.4 millones son mexicanos y trabajan en el país.
Es incorrecto dar por sentado que los migrantes tienen bajos niveles de calificación. Vienen con las características que el mercado demanda. Además, la educación y formación de esos 3.7 millones de inmigrantes costó a los países de salida, no a Estados Unidos. Los países latinoamericanos, particularmente México, ya aportan mano de obra calificada.
La propuesta tiene pocas posibilidades de convertirse en ley por varias razones. La más importante es que no deja satisfecho a nadie, aun cuando Trump hace un guiño a los miles de empresarios que no encuentran empleados locales y trata de beatificarse como alguien que promueve la migración calificada que beneficie a Estados Unidos, las fuerzas conservadoras quieren cero migración.
Sus bases rechazan la migración de cualquier color que no sea el de ellos, independientemente de la calificación. La propuesta elimina la posibilidad de que los inmigrantes puedan unir a sus familias y no se incluye a los llamados dreamers, que en su mayoría son calificados y fueron formados, ellos sí, por el sistema educativo estadunidense. Un absurdo.
El fondo de la propuesta cuestiona seriamente los valores fundamentales de la sociedad estadunidense y esta situación no va a ser ignorada por las miles de voces que aún se apegan a esos valores. Ya muchos cuestionan que en Estados Unidos, una sociedad que se jacta de sus valores humanitarios, familiares y de libre competencia, haya niños en jaulas o durmiendo en el suelo.
A eso aumentaríamos, con la propuesta de Trump, que los migrantes no puedan reunirse con sus familias o que egresados de universidades estadunidenses no puedan trabajar en ese país y deban ser deportados a países y sociedades que no conocen.
Un tema adicional, es que Trump intenta, de manera burda, con este guiño falso, fortalecer la idea del muro en la frontera con México, con el argumento de estar a favor de labuenamigración, y detenerla mala.
Ojalá que al gobierno mexicano no se le ocurra decir que la propuesta de Trump es bondadosa y que están dispuestos a colaborar, ya que hasta ahora cuando debe quedarse callado habla y viceversa.
*Presidente de Mexa Institute
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