Entrevista a Raúl Zibechi
Correio da Cidadania
Pasados casi
cinco meses desde la llegada de Jair Bolsonaro al poder, vimos que los
movimientos populares volvieran a las calles en Brasil. Las protestas
contra el ajuste en la educación la semana pasada dejaron bien claro que
el actual gobierno no goza de ninguna tranquilidad, como hacía creer el
clima en las calles del país luego de las elecciones. En Argentina, el
gobierno Macri entrega una sociedad más empobrecida de lo que encontró y
en Colombia, masivas manifestaciones tomaron las calles y carreteras
del país contra un narco-estado que niega un proceso de paz sobre
décadas de guerra interna. En Venezuela, bien, la presentación es
innecesaria. Sobre esta coyuntura continental, entrevistamos al
periodista e investigador uruguayo Raul Zibechi días antes de las
manifestaciones del 15 de mayo en Brasil.
-Correio
da Cidadania: En nuestra última entrevista, de enero de 2018 (1),
hablamos de los errores del progresismo y el del fin de este ciclo que
abría las puertas de un avance conservador. Bueno, en Argentina ya
estaba Macri, pero cerca de un año después, el país más grande del
continente eligió a Jair Bolsonaro como presidente. ¿Qué impresiones
tienes de este gobierno y de su proyecto para el país?
Raúl Zibechi: Creo que la principal característica del gobierno
Bolsonaro es que no tiene proyecto de país. Entre otras cosas, porque lo
llevó al gobierno un movimiento que es de rechazo a la izquierda, pero
apenas eso, un rechazo negativo que no es capaz de construir algo como
una nación.
Esto contrasta incluso con el golpe de 1964, que era
muy anticomunista pero tenía un proyecto que, en aquel momento, Ruy
Mauro Marini definió como sub-imperialismo. Hoy el gobierno no tiene ni
siquiera esa intención. Hay una idea de subordinarse a Estados Unidos, o
más en concreto, al gobierno de Trump, pero eso ya no alcanza porque se
trata de una potencia en declive que lo único que busca es alargar la
caída.
Entonces estamos en un momento histórico muy diferente al
de medio siglo atrás. El gobierno actual en Brasil es un gobierno sin
rumbo, sin proyecto, sin perspectivas.
-Correio da Cidadania:
¿Ves una profundización del modelo extractivo, especialmente en las
nuevas políticas para el agronegocio, la minería y la demarcación de
tierras indígenas?
Es el mismo modelo de los últimos 20-25
años pero con menores trabas, con menos impedimentos para la expansión
del agronegocios. Eso es cierto, pero no debemos perder de vista que es
exactamente el mismo modelo, con las mismas características. Sólo que
durante algunos años hubo ciertas trabas legales y políticas. Pero ya en
la última década, o mejor en los últimos años de Dilma, esas trabas
empezaron a levantarse.
-Correio da Cidadania: Si miramos los
índices de popularidad del gobierno, que caen cada día y los
movimientos sociales y populares que vuelven a organizarse, sumados a
las propias peleas palaciegas entre militares y olavistas (2), ¿qué tipo
de gobernabilidad tendrán?
Desde hace tiempo pienso que el
fin del ciclo progresista no será sucedido por un ciclo conservador,
sino por una gran inestabilidad. Hoy asume la forma de crisis de
gobernabilidad permanente, de la cual Argentina es el mejor ejemplo,
pero Brasil entra también en esa situación.
Un dato mayor en
Brasil es que los militares están siendo los que imponen un poco de
racionalidad, en casos como Venezuela, o de sentido común, en las
reformas que se quieren implementar. Eso revela la profunda crisis de la
clase política brasileña que ya no es capaz de gobernar con un mínimo
de sentido común. Es evidente que esto no puede durar mucho, a ello sumo
los cuatro años que le corresponden a Bolsonaro, si es que llega al
final de su mandato. Ya tuvo que resignar al ministro de Educación y es
probable que en algún momento caiga el canciller, aunque ya lo tienen
neutralizado los militares.
Pero me gustaría decir, además, que
la crisis de gobernabilidad es estructural y que va a afectar también a
los progresistas si retornan al gobierno.
-Correio da
Cidadania: ¿Crees que con las dificultades para gobernar, el gobierno
pueda dar un giro aún más autoritario? ¿Cómo esto se aplica a liderazgos
comunitarios y de movimientos sociales?
Hoy los gobiernos
saben que navegan en aguas turbulentas. Los sectores populares son
actores muy importantes y ellos tienen claro que Junio 2013 puede
repetirse, lo que cambia todo. Un giro autoritario sería muy peligroso,
lo intentan, claro, pero no lo veo como algo que pueda consolidarse.
Otra cosa son acciones muy represivas, fuera de control, aparentemente,
que sí son muy peligrosas. Por otro lado, si dejamos a las clases medias
en sus barrios “nobres” y vamos a la favela, ¿qué sería un giro
autoritario allí donde no hay otra cosa que autoritarismo militar,
policial y de las milicias?
Por eso creo que no podemos hacer
una lectura ideologizada como hace la izquierda electoral. Si somos
realistas, sabemos los límites que tiene esta derecha y debemos pensar
en el día después. O sea, ¿qué construimos, partidos electorales o
movimientos de base que son los que pueden hacernos salir del modelo
extractivo?
-Correio da Cidadania: En este contexto, ¿cómo se queda la situación de Venezuela?
Con un gran aislamiento internacional y una gran crisis interna. El
gran problema es la economía y las finanzas. No consiguen mejorar la
producción y en particular la extracción de petróleo que está cayendo
cada mes y se sitúa en un tercio de la que tuvo cuando Chávez llegó al
gobierno en 1999. Esto es el punto clave, porque si no consiguen
enderezar PDVSA, la economía deja de funcionar en algún momento.
Además hay un grave problema con los precios y con la moneda. Se trata
de problemas que no parecen encontrar el modo de resolverse y eso lleva a
que el apoyo de la población al régimen chavista-madurista sea cada vez
menor. Eso lleva a un cierre autoritario que es inevitable si no
consiguen modificar la economía. A todo esto se suma la
desestabilización política de la derecha y Estados Unidos y la agresión
económica, que terminan de configurar un panorama muy difícil.
-Correio da Cidadania: Se miramos a otros grandes países del continente
(3), vemos una Argentina completamente desfigurada, con las cifras de
fuga de capital en las alturas, una reforma jubilatoria que despierta el
más profundo rechazo de la población y movimientos de mujeres muy
fuertes en las calles (4). Colombia, después de décadas de guerra
interna, tiene manifestaciones muy fuertes en oposición a las políticas
uribistas. ¿Qué lecciones podemos tomar de estas realidades vecinas?
Mi impresión es que en el trasfondo de toda esta situación tan crítica
está la acumulación por despojo, por robo, eso que llamamos
extractivismo y que se resume en monocultivos muy contaminantes, minería
depredadora, grandes obras como Belo Monte y frenética especulación
urbana. Esto es el modelo financiero en esta etapa de crisis del imperio
y de retraimiento del capitalismo. No quiero hacer esa operación
cosmética que hace una parte de la izquierda y que me parece tramposa:
si cambia el gobierno y asumen los progresistas, ya no estamos en el
neoliberalismo. No, el neoliberalismo no es un gobierno, es un sistema
que tiene un pie en la economía de despojo, un pie en la sociedad
militarizada (las leyes antiterroristas las aprobó la izquierda y son
parte del modelo) y otro pie en la política. La única luz que tenemos en
este período tan oscuro son los movimientos de mujeres y de indígenas,
que en el fondo son muy parecidos porque tocan la tecla de la opresión y
sólo se pueden combatir las opresiones partiendo del cuerpo.
-Correio da Cidadania: Volviendo a la entrevista de 2017, usted habló
de Lenin Moreno, entonces el nuevo presidente de Ecuador, y que aún no
se sabía si haría una gira a la derecha o no. Pasados dos años, ¿cómo
podemos analizar este país, que en tiempos de Correa jugó un importante
papel en el ámbito de los gobiernos progresistas?
No hay
dudas de que Moreno hizo un viraje a la derecha, en alianza con el
empresariado local y con Washington. Creo que ese viraje es para un buen
tiempo, porque como lo demuestran las cifras, no es fácil que retorne
Correa.
Ahora, hay que preguntarse cómo fue posible. La
“traición” no explica nada, porque detrás de Moreno se fue la mayor
parte de Alianza País que hasta el día anterior estaba con Correa. Mi
impresión es que Correa dejó una situación económica muy mala, con un
gran endeudamiento, y que había una gran tensión política sobre todo con
los movimientos populares e indígenas. Correa se enemistó con los
movimientos y éstos le pagaron apoyando a los adversarios de Correa. No
comparto esa actitud, pero la entiendo.
-Correio da
Cidadania: ¿Y cómo miras la entrega de Julian Assange por parte de
Moreno? Más allá de las imágenes de sus fiestas y excesos, ¿qué esto
dice sobre la libertad de prensa o el momento del periodismo,
especialmente lo que va en contra de los intereses de los poderosos?
¿Cómo esto puede reflejar en un país como Brasil, donde según la Unesco,
es el 6º país más peligroso para ejercer esta profesión?
La
libertad de prensa no existe. Sólo hay libertades de todo tipo para las
clases medias y altas, pero no hay libertades ni derechos para la mitad
pobre, negra y favelada, y sobre todo para los y las jóvenes. Tenemos
que crear nuestros propios medios, nuestros propios espacios y poderes,
porque un pueblo con derechos pero sin poder, no es nada. Este es el
punto. Seguir reclamando derechos y libertades al Estado, está muy bien
para los sindicatos cuya base social son individuos con empleo en
blanco, formal, con todos los derechos de seguridad social, pensiones, y
acceso a la salud y la educación que viven en barrios donde hay
saneamiento y así. Pero la otra mitad, la que no tiene empleo ni acceso a
ningún servicio digno, pedir derechos no tiene sentido. Está bien que
los pidan, pero si además construyen lo propio, “su” salud, “su”
educación, o sea su propio mundo.
-Correio da Cidadania: ¿Cuáles son los desafíos más importantes puestos para el campo popular en esta coyuntura?
Lo que acabo de decir: construir el mundo propio. Ese mundo que
tuvieron los obreros el siglo pasado, hasta que el Estado del Bienestar
desmontó los ateneos, las escuelas populares, el tiempo libre de los
obreros, todos los espacios de socialización que eran espacios de poder
popular. Si no hacemos esto, estamos a merced de los poderosos.
Para mi esta es la estrategia más importante y eso implica pensar en el
largo plazo. La clave de la resistencia de los pueblos originarios es
esta, que no dejaron sus comunidades, que las siguen construyendo y
sosteniendo. Veo que los pueblos negros están transitando un camino
similar, re-construyendo quilombos, que son la clave de la acción
popular no estatista como ya lo planteaba Abdias do Nascimento.(5)
Notas
1) “El mayor error de los progresismos fue no haber tocado la riqueza;
ahora vemos avance continental de las derechas” , Raúl Zibechi, Correio
da Cidadania, 6 de janeiro de 2018.
2) Referencia a los partidarios del escritor Olavo de Carvalho, gurú ideológico del presidente Bolsonaro.
3) “La imposible gobernabilidad de las derechas”, Raúl Zibechi, Correio da Cidadania el 7 de mayo de 2019.
4) “Para aprobar reformas impopulares, gobierno Macri reinaugura era de
violaciones del Estado”, Correio da Cidadania, 23 de diciembre de 2017.
5) Abdias do Nascimento (1914-2011), dramaturgo, actor, escritor y
poeta, activista vinculado al movimiento en defensa de los derechos de
los afrobrasileños. Doctor honoris causa en las universidades del Estado
de Río de Janeiro (1993) y Federal de Bahía (2000), entre otras. En
1983 resultó electo como diputado federal por el PDT (Partido
Democrático Trabalhista). En 1991 y entre 1997 y 1999 ejerció como
senador. Sus discursos y proyectos de ley apuntaron a la superación del
racismo y el apoyo al movimiento negro. Fue también secretario de
Defensa de la Promoción de la Población Afrobrasileña de Río de Janeiro
entre 1991 y 1994, y secretario estadual de Ciudadanía y Derechos
Humanos del Estado de San Paulo entre 1999 y 2000.
Traducción de Raphael Sanz para Correspondencia de Prensa: https:// correspondenciadeprensa.com/
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