Ilka Oliva Corado
El sur de Chicago es la decadencia, es una gran urbe derrumbándose,
calles deterioradas, edificios a punto de desplomarse sobre las cabezas
de los inquilinos que, en su mayoría son afro descencientes y
latinoamericanos indocumentados: mexicanos y centroamericanos. Mal
pagados, explotados en sus trabajos, estigmatizados y acosados
constantemente por la policía.
El sur de Chicago pareciera una película de ciencia ficción, de esas
futurísticas que muestran el fin de la humanidad. Muy parecido al
decaimiento de los pueblos fronterizos entre México y Estados Unidos;
donde lo único que hay son balas, bares, secuestros y casas o bodegas
donde esconden a los migrantes que van hacia Estados Unidos. Aquellas
polvaredas que al medio día secan los labios, en tiempo de verano y; en
tiempo de invierno son vendavales que congelan la sangre.
El sur de Chicago es la vergüenza de un sistema que olvida y utiliza a
los más golpeados de las clases sociales, del sur de Chicago no hay
postales, documentales, películas o reportajes de personajes exitosos,
como en el norte. No hay hijos ilustres con estatuas. No hay jardines
que parecen campos de fúbtol engramillados y parejos como mesas de
billar. No hay portones con control remoto, no hay mansiones con cámaras
de seguridad ni calles limpias y pavimentadas. Ni parques inmensos
donde se puedan recrear los niños olvidados y estigmatizados por el
sistema y la sociedad.
Del sur de Chicago, solo hay reportes de zonas rojas, de atracos, de
muertes entre maras, de adolescentes violentos, de madres solteras, de
niñas que se acuestan con cualquiera a cambio de un pastilla quita
penas, un cigarro de marihuana, de un toque de cocaína o una inhalada de
pegamento. Niñas que son vistas como criminales porque no asisten a la
escuela; porque tienen que cuidar a sus hermanos, porque están
embarazadas, porque se dedican al trabajo sexual o porque tienen que
trabajar de sol a sol para sacar adelante a sus hijos, hermanos o
abuelos.
Niños que son catalogados de asesinos porque caminan en las calles
sin rumbo alguno, perdidos en la historia del tiempo. Porque tanto golpe
recibieron del sistema que se desconocen, no saben quiénes son y son
utilizados por las bandas delictivas que dirigen desde el norte donde
están “las casitas del barrio alto”. Niños que perdieron toda esperanza
de un futuro distinto y después de haber sido utilizados esos mismos que
los explotaron los meten a la cárcel, para que no estorben y así
continuar reclutando a los niños que van creciendo. Cortando de tajo con
la infancia y la adolescencia para que sean adultos mutilados, heridos,
paranoicos, vulnerados y adictos.
El sur de Chicago es la realidad del sur de cada estado
estadounidense. Misma postal, mismo modo operativo: el sistema del
capital vulnera constantemente a los más débiles y los extermina. Les
arranca el alma, los convierte en asesinos, en drogadictos y los
mancilla desde los abuelos a los nietos.
El sur de Chicago, en tiempo de elecciones se convierte en papa
caliente, tema constante en los debates: policía, policía y reprimir,
dicen los fascistas, no importa de qué partido sean: ¡son fascistas!
No se habla de escuelas, de parques, de programas recreacionales, de
reahiblitación, de hospitales, de derechos laborales, no se habla de
dignificación.
Sin embargo, el sur de Chicago como todos los sures del mundo, tiene
esa resistencia inquebrantable y esa dignidad de arrabal que hace que el
corazón aunque herido de muerte, siga latiendo, bombeando sangre a cada
arteria donde hay niños soñando con un futuro distinto. Aunque los
edificios donde duermen estén por aplastarlos, las calles por donde
caminan estén llenas de agujas de jeringas y preservativos usados.
Aunque las escuelas no cuenten con la infraestructura y el material que
les brindará mejores herramientras. Aunque los parques sean campos de
lodo. Aunque el estigma los acompañe siempre. Aunque los persiga la
policía por su color o su origen, porque no hablan inglés o porque no
tienen documentos que los acrediten como residentes del país.
El sur de Chicago es la otra verdad de lo que es el capitalismo
realmente. Y cada estado del país tiene su sur, son cientos de sures
gritandole al mundo la realidad del capitalismo. Y la realidad también,
de la resistencia de los marginados pero nunca vencidos.
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Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
30 de enero de 2018, Estados Unidos.
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