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En estas últimas
semanas, a las ya extendidas medidas de presión económica por medio de
sanciones y la permanente presión política y diplomática ejercida por
organismos internacionales, think tanks y medios hegemónicos, se
suman múltiples afirmaciones, rumores y referencias a una posible
intervención militar en Venezuela. Si bien no se trata de una amenaza
“nueva”, es preocupante la visibilidad que se intenta dar a esta
hipótesis, planteándola como un paso posiblemente “necesario”, mediante
argumentos para legitimar un acto que implica en sí mismo la total
injerencia en los asuntos internos de otro Estado, afectando
directamente la soberanía territorial (que entre otras cuestiones,
vulnera de plano el artículo 3° de la Carta de la OEA).[1] Desde un
punto de vista geopolítico y de seguridad nacional, pueden ser
interpretadas como “declaraciones de guerra”. Sin embargo, al estar
avaladas por la comunidad internacional, se presentan como acciones
necesarias para garantizar el “bienestar del pueblo venezolano”.
Diferentes
funcionarios y organismos del Gobierno de EE. UU. han pronunciado
declaraciones y tomado decisiones que apelan de modo directo o indirecto
a una posible intervención militar en Venezuela:
- En 2015 trascendió que el Comando Sur tenía preparado un operativo de intervención en Venezuela desde Honduras.
- En 2017 Trump insinuó posible intervención militar en Venezuela. El presidente colombiano aclaró que esa no era la vía indicada.
- Según presupuesto del Pentágono (Departamento de Defensa) para 2019 se pretende aumentar en 25,900 efectivos las fuerzas militares de EE. UU.[2]
- La Estrategia de Seguridad Nacional para 2018 aborda explícitamente la necesidad/urgencia de propiciar un cambio de régimen en Venezuela (también en Cuba).
- En febrero 2018 el Secretario de Estado EE. UU. en su gira por América Latina desliza que, en el caso de Venezuela, podrían ser los militares los que intervengan para promover un cambio democrático.
Opinión Experta:
- Think tanks influyentes de EE. UU. vienen publicando análisis en los que se aborda la hipótesis de intervención militar en Venezuela. En un artículo de la revista Foreign Affairs, por ejemplo, se aclara que la intervención militar es asunto delicado, porque no siempre genera los resultados esperados de modo inmediato y en el caso de Venezuela podría conducir a años de ocupación militar (lo cual se concibe como poco rentable). Se arroja la hipótesis sobre el resultado que tendría utilizar la coerción a través de una demostración de fuerza lo suficientemente creíble como para “convencer al target de que será castigado si no cambia de opinión: Para convencer a Maduro de que negocie con la oposición y restituya la ley, Washington debería desplegar un portaviones y uno o dos destructores en la región”. Otra alternativa sería la de ataque aéreo que busque la sedición interna de las FFAA, logrando un golpe militar en contra de Maduro que permita la intervención de las FFAA de EE. UU. junto con FFAA latinoamericanas afines. Se destaca, sin embargo, que esta situación puede llevar a una desestabilización tal, que requeriría de la presencia de 200,000 efectivos en Venezuela hasta que se ordene el escenario.[3]
- Otros think tanks promueven el liderazgo EE. UU. en cuanto a las soluciones frente al “problema venezolano”, barajan la posibilidad de alguna salida militar. El director del Inter American Dialogue, Michael Shifter afirmaba respecto a declaraciones del presidente de Colombia contra Venezuela: “Las fuertes palabras de Santos contra el Gobierno de Maduro y el rechazo a sus elecciones exprés transmitieron que Colombia siente lo mismo por Venezuela que Estados Unidos…”.[4]
- Moisés Naím, uno de los académicos con mayor presencia en medios hegemónicos y también miembro del Inter American Dialogue declaró que “Nicolás Maduro es el Sadam Hussein de América Latina”, pero también se ocupó de “descartar” la salida militar como solución posible.[5] La referencia misma a la salida militar es una forma de otorgarle visibilidad como escenario posible.
- Otros think tanks convocan a oponerse abiertamente al llamado de elecciones: La Washington Office on Latin America (WOLA) convoca directamente a la comunidad internacional a oponerse al llamado de elecciones en Venezuela, por ilegal e ilegítimo.[6] También advierte sobre la inconveniencia de profundizar sanciones económicas, en particular el embargo al petróleo venezolano [ver más abajo].
Opinión Pública:
Prensa Hegemónica
Buena parte de esos informes y análisis de los think tanks son recogidos o reproducidos por la prensa hegemónica.
- Un ejemplo es el artículo de opinión de David Smilde,[7] de la WOLA, en The New York Times, donde hace una analogía con la invasión estadounidense a Panamá en 1989. Es probable que se esté pensando en una operación militar rápida, apoyada por el Grupo de Lima conformado por doce países del continente, los cuales tendrán reunión el 13 de febrero y se discutirá la hoja de ruta contra Venezuela.[8]
- También llama la atención la promoción dada por la prensa a un artículo de Ricardo Housmann (actual director del Centro para el Desarrollo Internacional de Harvard, ex ministro de Planificación de Venezuela durante el Gobierno de Carlos Andrés Pérez y ex director del Banco Interamericano de Desarrollo) que se publicó a principios de enero,[9] pero que sigue teniendo repercusión. El autor afirma que las medidas hasta ahora impuestas contra el régimen de Maduro no han cumplido su cometido y la mayoría de los venezolanos “anhelan alguna forma de deus ex machina que los salve de esta tragedia”, lo que según Hausmann podría llevar a una “intervención militar”.[10]
Organismos internacionales
A
la par de rumores y publicaciones sobre sospechas de intervención
militar esparcidas por la prensa, se suman acciones concretas de
organismos internacionales. Fundamental para manipular a la opinión
experta y pública a los fines de justificar “cualquier tipo de
intervención”.
- La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció hoy en un extenso informe el “alarmante debilitamiento” de los derechos humanos y la democracia en Venezuela, que se ha “intensificado” en los últimos dos años.[11]
- En el último informe de Human Rights Watch se advierte sobre el poder cada vez más “omnipotente” del ejecutivo venezolano, que no hay poder que pueda contrarrestarlo –se deja abierta aquí la posibilidad/necesidad de casi cualquier tipo de salida-.[12]
Demostración de fuerza desde Colombia y Panamá
Esta estrategia es la que se intenta instalar en la opinión pública en las últimas semanas.
- Después de la visita de Rex Tillerson por varios países de América Latina, el almirante Kurt W. Tidd se reunió con altos mandos colombianos, entre ellos Juan Manuel Santos, el vicepresidente Óscar Naranjo -experto además en guerra contrainsurgente y en la formación de paramilitares-, el ministro de Defensa Luis Villegas y el jefe de Defensa Alberto José Mejía.[13]
- Desde el fin de semana se alertó de la llegada de tropas estadounidenses (marines) a territorio panameño. Sin tener aún la orden oficial, llegaron desde el 2 de enero 415 miembros de la fuerza aérea estadounidense. El “acuerdo” entre Panamá y EE. UU. forma parte de los ejercicios militares denominados “Nuevos Horizontes” y se llevarán a cabo en las provincias de Darién, Veraguas y Coclé.[14] Los militares estadounidenses podrán estar uniformados y armados en territorio panameño y estarán hasta junio de 2018, período que cubre las elecciones venezolanas.
- Argumentos que podrían ser utilizados para justificar invasión de Venezuela desde Colombia:
- Agencia EFE advierte que la guerrilla ELN “está utilizando” a ciudadanos venezolanos en sus atentados, a quienes recluta tras llegar al país andino huyendo de la crisis que vive la nación petrolera, afirmó hoy el comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, general Alberto Mejía.[15]
- El Maritime Herald, mencionó que para varios comentaristas internacionales (no especifica quiénes), la lucha contra el narcotráfico en Colombia esconde planes contra Venezuela, sobre todo en el departamento de Tumaco y sus alrededores. Además, sin dar mayores fuentes, señala que podría conformarse una fuerza naval conjunta entre Estados Unidos, México y Colombia para bloquear la ruta del Pacífico de la droga. Se afirma que en varios barrios de Tumaco hay presencia de grupos narcotraficantes y paramilitares, lo que podría ser la excusa para la supuesta invasión a Venezuela. Según el analista venezolano Sergio Rodríguez Gelfestein, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, así como el Ejército Paramilitar de Norte de Santander, pretenden entrar en territorio venezolano y ya tienen representación en Llano Jorge y San Antonio del Táchira.[16]
- En caso de intervención se plantea una operación de amplio espectro, conjunta y combinada, priorizando objetivos estratégicos: fuerza decisiva, proyección de poder, presencia en ultramar y agilidad estratégica. Estos objetivos vienen en el Joint Vision 2020[17] y se combinan con presión diplomática internacional, sanciones económicas y la constante búsqueda de los sectores opositores al Gobierno.
- Escenario de “crisis humanitaria” que afectaría a la región:
- Se refuerza escenario de crisis humanitaria por supuesta “migración masiva y permanente” de venezolanos a Colombia[18]. El objetivo es provocar impacto negativo en la opinión pública internacional que justifique “cualquier salida”.
- Tillerson habló de la posibilidad de redireccionar recursos destinados a aliviar la crisis humanitaria en Venezuela hacia Colombia, pues reconoció el peso que la llegada masiva de venezolanos le está causando al país. Otro alto funcionario del Departamento de Estado afirmó que el Gobierno de EE. UU. estaría dispuesto a dar “ayuda técnica” a Brasil y Colombia para atender el problema. “Abogamos por mantenerlos cerca de la frontera con Venezuela para que puedan volver a casa cuando la democracia en su país sea restaurada”.[19]
La
arremetida contra Venezuela incluye desde hace años diversas estrategias
orientadas a desestabilizar al Gobierno bolivariano y posicionarlo
negativamente ante la opinión pública y “experta” internacional, a los
fines de legitimar diversos mecanismos de injerencia a través de presión
política, diplomática, mediática y económica. La amenaza de
intervención militar, no obstante, no es nueva pero se suma a esta
dinámica de presión permanente y creciente para “castigar” al proceso de
cambio, operando como un factor de desestabilización más, cuyo fin
último pasaría por un “cambio de régimen” que, por el momento, no se ha
logrado. Habrá que estar atentos a cómo evolucionan los acontecimientos.
[1] http://www.ordenjuridico.gob.mx/TratInt/Derechos%20Humanos/PI0.pdf
[5] http://caracol.com.co/programa/2018/02/12/6am_hoy_por_hoy/1518441449_673691.html
[8] https://www.telesurtv.net/news/grupo-de-Lima-se-reune-evaluar-ataques-venezuela-20180208-0069.html
[9] http://www.miamiherald.com/news/local/news-columns-blogs/andres-oppenheimer/article193272414.html
[17] http://www.pipr.co.uk/wp-content/uploads/2014/07/jv2020-2.pdf
[18]http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/crisis-humanitaria-por-migracion-de-venezolanos-se-extiende-por-todo-el-pais-181248
[19] https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/que-le-pidio-el-enviado-de-trump-santos-articulo-738346
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