El ex
presidente de Guatemala Álvaro Colom (2008-2012) y una decena de sus
principales ex colaboradores fueron detenidos ayer en el contexto de una
investigación conjunta del Ministerio Público de ese país y la Comisión
Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cisig) sobre un
presunto desvío de fondos en la creación de un sistema de transporte
transurbano. Entre los detenidos se encuentra Juan Alberto Fuentes
Knight, hasta ahora presidente de Oxfam Internacional, organización
humanitaria con sede en Londres que arrastra su propia crisis desde la
renuncia de su directora adjunta, Penny Lawrence, tras la revelación de
que trabajadores de esa entidad enviados en misión de ayuda a Haití tras
el terremoto de 2010 contrataron prostitutas durante su estancia en la
devastada nación caribeña. Por otra parte, el primer ministro israelí,
Benjamin Netanyahu, confirmó ayer que la policía de su país recomendó su
imputación por soborno, fraude y abuso de confianza, pero se negó a
abandonar el cargo pese a que la fiscalía general podría decidir
someterlo a proceso.
Los anteriores son ejemplos de una realidad global en la que la
descomposición moral y la corrupción se extienden tanto por gobiernos
como por organizaciones humanitarias no gubernamentales, y se suman a
los numerosos escándalos nacionales e internacionales que involucran a
altos funcionarios, empresarios, instancias internacionales y figuras
del mundo de los espectáculos, sea por manejos delictivos de fondos
públicos, por abusos sexuales o por otros comportamientos incompatibles
con sus cargos y trayectorias: el caso Gürtel en España; los dudosos contratos de Grupo Higa y OHL en México; los Papeles de Panamá,
que evidenciaron las operaciones subrepticias que decenas de
personalidades realizan de manera consuetudinaria en los llamados
paraísos fiscales, o la trama de Odebrecht, el emporio brasileño que sobornó a una infinidad de funcionarios de Brasil y otros países a cambio de concesiones y contratos.
Para enturbiar más el panorama, las revelaciones referidas suelen
producirse en entornos políticos polarizados, como el brasileño, donde
el grupo político-empresarial golpista que defenestró a la presidenta
Dilma Rousseff utiliza ahora las secuelas del caso Lava Jato para
perseguir al ex mandatario Luiz Inázio Lula da Silva e impedirle, por
la vía judicial, que se presente como candidato a las próximas
elecciones presidenciales.
En el caso israelí, Netanyahu ha sido interrogado ya siete
veces por la presunta recepción de sobornos de distintas personas, y su
situación tiene precedente: su fallecido correligionario y antecesor en
el cargo Ariel Sharon, también fue acosado por imputaciones de
corrupción, las cuales logró eludir hasta su muerte gracias a que su
hijo se autoinculpó para salvarlo.
Respecto de Oxfam, resulta deplorable –aunque no sorprendente– que
trabajadores de esa organización hayan reclutado a haitianas para
fiestas sexuales en los alrededores de Puerto Príncipe, y realizadas a
expensas de la propia Oxfam, en momentos en que Haití se encontraba en
una situación desesperada por el reciente terremoto que destruyó buena
parte del país. Lo anterior minará severamente, sin duda, las
perspectivas de financiamiento de esa ong y pondrá en cuestión las
motivaciones de sus voluntarios en casos de desastres naturales. La
captura de su presidente internacional no guarda relación con ese
escándalo, sino con que Fuentes Knight se desempeñó antes como ministro
de Finanzas en el gobierno de Álvaro Colom, el cual es recordado por la
opacidad con la que fueron manejados los fondos públicos.
Irónicamente, fue precisamente durante el mandato de Colom que empezó
a operar en Guatemala la Cisig, instancia internacional que ha
permitido ya el encarcelamiento del también ex presidente Otto Pérez
Molina por diversos actos de corrupción. Cabe esperar que esa instancia,
que sin duda ha significado una perspectiva de justicia en el país
vecino, sea capaz de mantenerse al margen de los rejuegos políticos que
se mueven alrededor de las causas judiciales que ha realizado.
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