Difícilmente
puede pensarse que el mundo de hoy día se rige por un afán de justicia y
los valores del respecto y procuración de una vida digna para todas las
personas. Lo que de facto se impone es la idea de la producción de
riqueza y su acumulación en pocas manos, a toda costa y sin importar los
daños humanos. Ahí está la dramática e innegable elocuencia de decenas
de millones de migrantes forzados y refugiados que han sido olvidados.
Guillermo Castillo Ramírez es profesor de licenciatura y posgrado de la UNAM
http://unam.academia.edu/GuillermoCastilloRamirez
La migración contemporánea en un mundo estructuralmente excluyente
Con
la globalización neoliberal, que se ha extendido por todo el planeta,
no sólo se han incrementado los flujos de bienes e información, sino
también se han acelerado los procesos de acumulación de dinero y
capital, y se ha concretado la integración económica en varias regiones
del orbe. La globalización ha traído una dinamización de los
intercambios mercantiles, pero, lejos de propiciar que el libre mercado
permitiera un amplio proceso de redistribución que trajera un mayor
beneficio para la mayoría de la población del planeta, ha dado lugar a
una alarmante concentración de la riqueza y a un incremento sustancial
de la desigualdad. De acuerdo a uno de los últimos informes de OXFAM, premiar el trabajo y no la riqueza (2018),
una reducida minoría de alrededor del 1% de la población mundial
acapara la mitad de la riqueza del planeta y en los últimos años esta
tendencia sólo se ha incrementado, acrecentando la inequidad y la
abrumadora y abismal brecha entre los niveles de desarrollo y las
condiciones de vida entre un reducido grupo de híper billonarios y
centenas de millones de personas hundidas en la miseria y que apenas
sobreviven. La actual desigualdad es una masiva y rapaz maquinaria de
generación de pobreza e injusticia.
No
obstante la selectividad de las fronteras, que permiten el paso de
mercancías y artículos y un selectivo flujo de personas, las migraciones
internacionales –no documentadas y documentadas- han aumentado de
manera constante en los últimos lustros. La ONU calcula que hay
aproximadamente 258 millones de migrantes y que el ritmo de crecimiento
de estos procesos de movilidad humana transfronteriza ha venido
acelerándose en los últimos años, incrementándose el número de migrantes
en 49% del 2000 a la fecha; los migrantes pasaron de ser el 2.8% de la
población mundial en el inicio de la década del 2000 a ser el 3.4% en la
actualidad. Además, aproximadamente poco menos del 25% de los casi 25
millones de seres humanos coaccionados a realizar trabajos forzados son
migrantes. Así mismo, de acuerdo al informe Conseguir que la migración funcione para todos (2018) de la ONU, si
bien los hombres son la mayoría de los migrantes, las mujeres ya
representan el 48 % de este grupo. Un claro reflejo de la combinación
entre exclusión, violencia y migración forzada son los casi 26 millones
de personas en busca de refugio y asilo en el mundo hoy día. La
migración forzada y el refugio, además, tienen un alto costo de vidas
humanas. Según datos del Missing Migrant Project, desde el 2014
a la fecha han muerto más de dos decenas de miles de refugiados y
migrantes en diversas latitudes del orbe tratando de llegar a un destino
seguro y sin violencia.
La desigualdad y la exclusión como motor de la migración
La
migración, contrario a los discursos xenófobos y racistas
nacionalistas, genera mucho dinero. De acuerdo a datos de la ONU, los
migrantes dejan más beneficios que costos y generan una derrama
económica mayor al gasto derivado del uso de los servicios estatales.
Además, los migrantes envían a sus familiares sumas de dinero enormes,
un reciente informe de la ONU reporta que, en 2017, las remesas enviadas
alcanzaron casi 600,000 mil millones de dólares –lo que significó tres
veces la ayuda oficial a los países en desarrollo-. Lo que si acontece
es que, derivado de políticas migratorias-fronterizas agresivas y de la
falta de regulación en los pagos y condiciones de trabajo, los migrantes
en los países de destino están expuestos a situaciones laborales
precarias, a bajos salarios, explotación y a la ausencia de derechos
laborales y humanos.
En
este tenor, hay que entender que las migraciones internacionales son
producto y resultado de la falta de oportunidades de desarrollo y las
adversas condiciones materiales de vida en muchos países del sur global.
Frente a Estados nacionales y organismos internacionales incapaces de
propiciar entornos de desarrollo humano, los migrantes están condenados a
buscar una opción de futuro fuera de sus hogares. De este modo, un
mundo estructuralmente desigual e injusto, en términos del control de
los procesos de producción-distribución de la riqueza y de la alta
acumulación de las ganancias, genera las condiciones para que la
migración no sólo se mantenga, sino que aumente, conforme se acreciente
la desigualdad y su consecuente impacto en el deterioro de la vida de
millones de seres humanos. Así, la migración continuará creciendo
mientras: (1) se acentúe la disparidad/asimetría de niveles de vida
entre países desarrollados y en vías de desarrollo; (2) continúen los
desastres naturales y sus fuertes impactos sobre los países del sur
global; (3) permanezcan y se acentúen los conflictos armados y bélicos
en diversas regiones del mundo.
Notas / fuentes consultadas
° ONU, (2018), Conseguir que la migración funcione para todos, ONU.
° Missing Migranta Project, https://missingmigrants.iom.int/
° OXFAM, (2018), premiar el trabajo y no la riqueza, OXFAM.
http://unam.academia.edu/GuillermoCastilloRamirez
https://www.alainet.org/es/articulo/191001
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