Ángel Guerra Cabrera
La antidemocrática
exclusión de Venezuela de la Cumbre de las Américas, acordada el 13 de
febrero en Lima por gobiernos estrechamente aliados a Estados Unidos
está encaminada a reforzar el cerco, el aislamiento y la gestación del
derrocamiento por la fuerza del gobierno del presidente Nicolás Maduro.
Es sabido que Washington y las derechas se emplean a fondo en el
derrocamiento por la fuerza de la revolución bolivariana. Pero ya los
voceros del imperio lo declaran descaradamente, como lo hizo en su
discurso de la Universidad de Texas el secretario de Estado y ex CEO de
Exxon, Rex Tillerson, o días después el senador de origen cubano, Marco
Rubio, a quien Trump le ha entregado la operación de la política hacia
Cuba y Venezuela.
El Grupo de Lima proclamó que no reconoce las elecciones
presidenciales convocadas para el 22 de abril por la autoridad electoral
venezolana y reiteró su no reconocimiento a la Asamblea Nacional
Constituyente. A la vez, invocó como justificación de sus actitudes un
sesgado informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que,
en violación de las normas que la rigen, no toma en cuenta la opinión
del gobierno venezolano, así como la decisión de conducir un informe
preliminar sobre Venezuela de la fiscal de la Corte Penal Internacional.
Esta corte es un instrumento colonial en la que nunca se han juzgado ni
una sola de las flagrantes y masivas violaciones a los derechos humanos
de Estados Unidos ni tampoco de los inigualables crímenes de lesa
humanidad que comete en las constantes guerras de agresión en que se
embarca. Otros aspectos importantes de la declaración se refieren a la
situación humanitaria y al flujo de migrantes de Venezuela hacia otros
países.
Es difícil encontrar un pronunciamiento más mendaz, injerencista,
servil al imperialismo y cargado de desprecio por la voluntad del pueblo
venezolano y los principios del derecho internacional que esta
declaración sobre Venezuela del mencionado grupo. Contribuye a dar la
justificación para una intervención militar o un golpe de Estado
sangriento en la patria de Bolívar al repetir las mismas acusaciones de
Washington y de las grandes corporaciones mediáticas.
Esto es más grave después del anuncio de la nueva estrategia de
seguridad nacional de Estados Unidos que considera a Rusia y China como
amenazas más importantes que el terrorismo, toda vez que ambos países
son estrechos aliados de Venezuela. Igualmente, después de los brulotes
contra ambas potencias lanzados en cada escala de su gira por el
secretario de Estado Rex Tillerson. A la vista de la reunión en Lima
resulta claro cuál fue probablemente el tema más importante de los
tratados por el secretario de Estado en los países que visitó,
justamente los más activos contra Venezuela en el Grupo de Lima.
Si a esto unimos la creciente presencia de militares de
Estados Unidos en la región, la reciente visita del almirante Kurt Tidd a
Colombia y los desplazamientos de tropas de Colombia y Brasil a la
frontera con Venezuela mientras se busca la exacerbación del tema de la
migración venezolana, parece estarse creando la tormenta perfecta para
una intervención armada en Venezuela con el más mínimo pretexto. Falta
la provocación, un falso positivo podría ser, que dé pie para un
eventual ataque desde Colombia o alguna acción violenta dentro de
Venezuela que justifique una intervención de uno o más ejércitos
latinoamericanos, lo que crearía el escenario para la intervención de
algún modo de fuerzas del Comando Sur estadunidense.
A tenor de estos elementos de juicio es más fácil comprender la
urgencia de Estados Unidos y la oligarquía colombiana por reventar la
mesa de diálogo en República Dominicana entre la oposición y el gobierno
venezolano. Si se hubiera firmado el acuerdo, ya listo y aprobado por
las partes, se habría desactivado, al menos por un buen tiempo, el
tinglado intervencionista contra Venezuela.
Como si esto fuera poco, Luis Almagro, el impresentable secretario
general de la OEA, cuestionó la legitimidad de las elecciones en Cuba y
sugirió tácitamente que La Habana no debe acudir a la Cumbre de las
Américas, pues no debe invitarse a
dictaduras. Cuba siempre necesita solidaridad. Cómo no. Pero, sobre todo, la reclama Venezuela de los verdaderos demócratas, progresistas y revolucionarios. En Venezuela se libra una lucha decisiva por la democracia y la autodeterminación de los pueblos. Es la república española de hoy, pero debemos impedir que corra el destino de aquella.
Twitter:@aguerraguerra
No hay comentarios:
Publicar un comentario