Ofensiva imperialista
Los procesos de
integración de América Latina y el Caribe, que en los últimos quince
años dieron un salto cualitativo notable con la formación de la
Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), Unión de Naciones
Sudamericanas (UNASUR) y Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), se encuentran en este 2018 en la encrucijada para
definir su destino en medio de una disputa que enfrenta el dilema
histórico en un cuadro geopolítico mundial de alta complejidad: unidos o
dominados los países y pueblos de la región.
La crisis y decadencia
capitalista en las tradicionales metrópolis centrales europeas junto a
la emergencia de nuevas potencias económicas, militares y políticas
asiáticas y euro asiáticas y a los procesos de emancipación y liberación
nacional-popular y antiimperialista latinoamericanas y árabes marcaron
las primeras tendencias del nuevo siglo, sin embargo las fluctuaciones
políticas en algunos países de alta importancia regional y la
recuperación de la estrategia imperialista sobre su pretendido “patio
trasero” en los últimos años hacen tambalear los avances conseguidos.
Nunca
antes en la historia la coordinación de países de la región fue tan
fuerte, particularmente por la presencia protagónica de Brasil con Lula
Da Silva, que se convirtió en el eje de la unidad especialmente por su
poderoso peso económico e influencia mundial, y el liderazgo del
comandante Hugo Chavez que actualizó y profundizó el ideario bolivariano
de la Patria Grande, junto al compromiso de varios gobiernos caribeños y
latinoamericanos.
Inclusive el gobierno mexicano, proclive a las
políticas de Estados Unidos, tuvo que sumarse al proyecto de la CELAC
para defender la región como zona de paz y de desarrollo y el propio
gobierno norteamericano aceptar en la Cumbre de las Américas la
presencia y participación del presidente cubano como importante paso
para la reanudación de relaciones diplomáticas.
En los tres
últimos años la estrategia neoliberal y conservadora ha conseguido
producir impactos certeros sobre los procesos nacionalistas y
antiimperialistas con el golpe de estado al gobierno de Dilma Rousseff
en Brasil y con el triunfo electoral de Mauricio Macri, ahora repudiado
por el pueblo argentino. Ha sido el momento en el que el imperialismo
aceleró su asedio económico, financiero, mediático, diplomático, militar
y político al gobierno venezolano de Nicolas Maduro y a los proyectos
de unidad y liberación nacional.
En la actual coyuntura las
tensiones se han acelerado rápidamente y se van definiendo los campos de
lucha. La contradicción política central y la concentración de fuerzas
se han ubicado alrededor de: primero, la amenaza de invasión militar a
Venezuela por parte de Estados Unidos y Colombia con la visita del
Secretario de Estado de Washington Rex Tillerson a varios presidentes
conservadores de la región, y segundo, la anulación como candidato
presidencial del poderoso liderazgo de Lula Da Silva, el gran referente
popular que tiene todas las posibilidades de ganar las elecciones en
Brasil en octubre y recuperar las iniciativas latinoamericanistas y
antiimperialistas. Sin embargo la persecución de los poderosos medios de
comunicación, de la justicia y de los partidos tradicionales avanza
para impedir su candidatura.
Si esto se produce, como ya parece
inminente, la posibilidad de tener un solo candidato del campo
nacional-popular, respaldado por Lula, podría significar una alternativa
a los candidatos conservadores, con posibilidades de cambiar el rumbo
político de Brasil y América Latina, aunque no es lo mismo que la figura
del obrero metalúrgico.
Por otra parte, las elecciones en
México tienen también un tinte especial porque se perfila el triunfo de
Andrés Lopez Obrador del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA),
candidato por fuera del orden establecido del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN), frente a las
candidaturas del orden colonial. Si esto se confirma en junio se abren
posibilidades de contar con un país muy importante proclive a los
proyectos emancipadores y de integración.
Una hora de grandes y
decisivas definiciones para América Latina en momentos en que se reunirá
la Cumbre de las Américas en Lima bajo la batuta de Trump y su
admirador el presidente peruano Kuscinsky que intenta evitar la
presencia del presidente Nicolas Maduro; y en que el Papa Francisco se
ha pronunciado por la necesidad de la unidad de la Patria Grande.
América Latina y el Caribe se encuentran en la disyuntiva de seguir
siendo un conjunto de colonias o semicolonias del imperialismo o se
convierten en actores clave de la política mundial en este siglo XXI.
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
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