El secretario mexicano
de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, ha dicho públicamente que
“México no respaldará ninguna opción que incite el uso de la violencia
interna o externa para solucionar la crisis de Venezuela”. Se trata de
una declaración sorprendente y que implica un giro de 180 grados en la
postura del gobierno de Peña Nieto con respecto a la nación
sudamericana.
¿Por qué ahora México quiere deslindarse del uso
de la violencia cuando es público y está bien documentado el apoyo que
el gobierno de Peña Nieto ha brindado durante años a la derecha
venezolana en sus esfuerzos por derrocar al gobierno chavista?
¿Será que de pronto Videgaray pasó de sus convicciones
intervencionistas a la tradicional política mexicana de no intervención y
libre autodeterminación de los pueblos? ¿Será que Videgaray padece esa
común patología psiquiátrica llamada bipolaridad, que hace transitar al
paciente de una postura a la contraria en el curso de muy breve tiempo?
¿O será que, acaso admirador del personaje bufo de la Chimoltrufia,
Videgaray hace suyo el “como te digo una cosa te digo la otra”?
¿O será que don Luis ya se dio cuenta de que agredir a Maduro y a
Venezuela tiene costos políticos y diplomáticos muy onerosos para su
jefe? ¿Hará falta recordar que el presidente Maduro calificó
públicamente a Peña Nieto de cobarde? ¿O que el propio Maduro ha dicho,
también públicamente, que México no tiene un gobierno que lo defienda de
las agresiones de Donald Trump?
O quizá Videgaray ya cayó en
la cuenta de que su respaldo a la violencia desmesurada de la derecha
venezolana no ha sido útil para lograr el derrocamiento de Maduro. Y
que, por lo contrario, el apoyo a la contra sólo ha conseguido
fortalecer al chavismo.
¿O será que la sorprendente nueva
postura de Videgaray con respecto a Venezuela es un mensaje elíptico a
Trump diciéndole que México no lo apoyará en su guerra contra Caracas
mientras el magnate no suspenda su política de agresiones, humillaciones
y chantajes contra el gobierno de Peña Nieto? Algo así como “deja de
agredirnos y humillarnos y te volvemos a respaldar en tus afanes por
derrocar a Maduro”.
En cualquier caso, es evidente que la
nueva postura de Videgaray con respecto a Venezuela es una conducta
hipócrita, sin principios y puramente convenciera.
Para
creerle a Videgaray haría falta algo más que palabras. Por ejemplo que
México retorne al proceso de negociación entre el gobierno madurista y
la contra en busca de una salida pacífica a la crisis. Esos serían
hechos y no sólo verba insustancial.
Blog del autor: www.economiaypoliticahoy. wordpress.com
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