La
directiva presidencial emitida el catorce de octubre por el presidente
Barack Obama, a solo 3 meses de concluir su mandato, puede considerarse
importante por algunos motivos aunque, desde la óptica del cubano “de a
pie”, sobresale el implícito compromiso -que en teoría debía ser asumido
por futuras administraciones de Estados Unidos-, de que Washington en
lo sucesivo no procurará un cambio de régimen en Cuba. El Presidente
Obama presentó la directiva presidencial como un enfoque integral que
"abarca a todo el Gobierno en la promoción del compromiso con el pueblo y
el Gobierno cubanos, y logra que nuestra apertura a Cuba sea
irreversible".
Un alto funcionario de la Casa Blanca dijo a los
medios bajo anonimato que la importancia de una directiva presidencial
como la recién emitida por Obama es que sustituye a cualquier otra
previa sobre Cuba y, en teoría, se constituye en el "manual" de
actuación para el actual Gobierno y los que sigan.
En su
presentación, el Presidente Obama declaró que pretende promover la
transparencia formulando claramente las políticas e intenciones respecto
a Cuba de Estados Unidos, lo que per se no tranquiliza a nadie si tal
declaración no es precedida o acompañada por cambios sustanciales de
esas políticas e intenciones que, dicho sea de paso, son perfectamente
conocidas en todo el mundo.
Pero la credibilidad de los
proclamados esfuerzos de Obama por relacionarse con el pueblo cubano “de
manera honesta” tiene poco crédito a la luz de la parcialidad con que
proyecta Washington la participación de los cubanos en la relación
bilateral. Estados Unidos pretende estimular a los trabajadores por
cuenta propia, a los que considera capitalistas en potencia, relegando
el papel y los intereses de las mayorías vinculadas al sector público
laboralmente. El sector público es el más preterido en el capitalismo,
pero en Cuba, donde se construye un sistema socialista en cuya base no
descansa el individualismo sino la colectividad, es determinante.
Washington también anunció nuevas medidas que flexibilizan el
persistente bloqueo a Cuba, dirigidas a aliviar restricciones al
comercio y los viajes, impulsar la investigación médica conjunta y
ayudar a mejorar la agricultura y la infraestructura de la Isla. Estas
nuevas flexibilizaciones, teóricamente motivadas por la necesidad de
evadir la rigidez de un fallido bloqueo que, sin haber logrado su
propósito de derrocar al gobierno socialista cubano, se ha revertido
contra la política exterior de la superpotencia que se ve
sistemáticamente condenada por la comunidad internacional de naciones.
Las disposiciones para aliviar el bloqueo se caracterizan por su
limitado alcance, al punto que llegan a aparentar en sí mismas actos de
ablandamiento con fines de guerra psicológica.
Es singular el
hecho, por ejemplo, de que se eliminaran las restricciones especiales
para la importación de tabaco y ron por parte de viajeros
estadounidenses cuando aún se mantiene la prohibición de viajar a Cuba
como turistas a ciudadanos de Estados Unidos y las empresas cubanas
productoras de esos bienes no pueden exportar a Estados Unidos su tabaco
y su ron.
En un amplio diálogo con cientos de jóvenes en la
Universidad de La Habana, Josefina Vidal, Directora General de Estados
Unidos en la Cancillería cubana, valoró que -más allá de erigirse en una
guía- el documento está elaborado desde la óptica y la visión del
gobierno de los EEUU y por tanto no puede despojarse de la visión
injerencista que históricamente ha marcado la proyección de los Estados
Unidos hacia Cuba. Sin embargo, evaluó como positivo el hecho de que por
primera vez, aparezca de manera oficial el reconocimiento a la
independencia, la soberanía y la autodeterminación de Cuba, así como la
legitimidad del gobierno cubano y de los beneficios que reportaría a
ambas naciones y pueblos el logro de una relación de convivencia
civilizada dentro de las grandes diferencias que existen.
Dijo que
el documento no oculta que el objetivo de la política de EEUU es lograr
el avance de sus intereses en Cuba promoviendo cambios en su
ordenamiento político, económico y social. A su vez, refleja un interés
muy marcado en el desarrollo del sector privado y cuestiona
profundamente el sistema político cubano.
Otro elemento que revela
el sesgo injerencista de esta política, explicó Vidal Ferreiro,
consiste en la expresión clara de que EEUU no tiene la intención de
modificar el tratado que dio lugar a la ocupación de territorio cubano
por la base naval en Guantánamo y que hay un cambio en la política pero
no en el objetivo estratégico. Incluso admite que continuarán
recurriendo a los viejos métodos e instrumentos, como los programas
subversivos y las transmisiones ilegales de radio y televisión.
Dejó
claro que las nuevas medidas adoptadas benefician más a EEUU que a Cuba
y a su pueblo, y que dentro de tres meses el presidente Obama se irá,
pero el bloqueo se queda.
Octubre 20 de 2016.
Publicado originalmente en el diario POR ESTO! de Mérida, México.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
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