¿A cuento de qué Cien años de soledad se califica como novela de
ficción,
surrealistao
real maravillosa? Pues si vamos por acá, los fallidos acuerdos de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de Juan Manuel Santos ameritarían igual encasillamiento.
Nadie, en sus cabales, puede dejar de anhelar la paz. Sin embargo,
sería inconveniente olvidar que desde mucho antes de la primera
revolución independentista en América (Haití, 1791-1804), el drama
histórico de Colombia guarda mucha similitud con el de Palestina: jamás
vivió en paz.
Partiendo del gran alzamiento comunero de 1781, Colombia ha padecido
235 años de masacres y guerras fratricidas. Tan sólo la de los Mil días
(que tuvo el compromiso militante y armado de liberales de Venezuela,
Ecuador, Nicaragua y Guatemala) ocasionó más de 100 mil muertos entre
1899 y 1902, con un solo ganador: Estados Unidos, que impulsó la
partición del país y después se quedó con el canal de Panamá.
Desde la independencia de las Provincias Unidas de la Nueva Granada
(1811), Colombia tuvo seis periodos republicanos en el siglo XIX. Y cada
uno, con cartas constituciones a modo, que hasta hoy no pudieron
resolver la contradicción entre
santanderistasy
bolivarianos.
Colombia es la cabecera de playa más estratégica del imperialismo
yanqui en Occidente. Con litorales marítimos inmensos en dos océanos, el
país linda al norte y al este con el canal de Panamá y el lago
petrolero de Maracaibo en Venezuela, por el sur tiene amplio acceso a la
inmensa floresta amazónica (pulmón del planeta) y, en su espina dorsal,
la cordillera de los Andes encierra fabulosas reservas minerales a más
de valles ubérrimos.
Habrá que ponderar, entonces, los términos reales del problema: la
concentración de la tierra, y el sanguinario rol de las oligarquías
nativas. Que junto con Washington, luego de la implosión de la Gran
Colombia en 1830, convirtieron al país en uno de los territorios más
apetecidos del capitalismo mundial.
Por otro lado, es imposible hablar de
paz en Colombia, archivando las consecuencias del asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán (1948), magnicidio orquestado por la CIA que desató el llamado
periodo de la violencia(300 mil muertos, 2 millones de desplazados). Así como el contubernio liberal-conservador de 1958 que, en el decenio siguiente, llevó a millares de colombianos a tomar las armas en distintas organizaciones guerrilleras (200 mil muertos, 8 millones de desplazados).
Como era de esperar, el máximo paladín de la libertad universal, don
Mario Vargas Llosa, lamentó que en las urnas se haya impuesto el no
a los acuerdos de paz. Pero, congruente con su proverbial hipocresía,
manifestó que “Colombia ha seguido siendo una democracia en el medio
siglo y pico que ha durado la guerrila, y eso es ya un extraordinario
mérito…” (
La paz posible, El País, Madrid, 15/10/16).
Vaya
democracia, en la que a mediados de septiembre una delegación de Europa y Estados Unidos, encabezada por seis eurodiputados, certificó en audiencia pública la existencia de una fosa común en el departamento de Caquetá, con 2 mil cadáveres no identificados…
Frente al hallazgo, la senadora Piedad Córdoba declaró: “Ahí fue
donde empezó de verdad la política que se conoce como ‘falsos
positivos’, los asesinatos a sangre fría (por parte del Ejército) para
reclamar recompensas, para tener ascensos, para pedir vacaciones…”
Y ahora, junto con el acaso no tan inesperado rechazo a los acuerdos
de paz (a los que hay que sumar el voto de 800 militares de las Fuerzas
Especiales del Ejército Nacional de Colombia, enrolados como mercenarios
en Emiratos Árabes Unidos), tenemos al nuevo Nobel de la Paz: el
presidente Santos.
Galardón promovido por Felipe González (jefe de jefes de la
corrupción en España) y el ex canciller de Tel Aviv Shlomo Ben Ami
(biógrafo y admirador del dictador fascista Miguel Primo de Rivera),
cabe preguntarse ya no si la paz es posible en Colombia, sino hasta qué
punto se ha perdido el sentido de lo político. ¿O no fue Santos el
propagandista más entusiasta de los
falsos positivos(leáse
ejecuciones extrajudiciales) cuando era ministro de Defensa del narcopresidente y paramilitar Álvaro Uribe Vélez?
Los que han seguido la his
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