Observatorio de Coyuntura CELAG
Eduardo
Bonomi es Ministro de Interior de Uruguay desde el año 2010. En esta
entrevista analiza la situación actual en el Mercosur y el momento
político que vive la región latinoamericana tras la llegada al poder de
Mauricio Macri en la Argentina y la destitución de la presidenta Dilma
Rousseff en Brasil.
En menos de un
año la situación del Mercosur ha cambiado producto del triunfo de Macri
en Argentina y de la destitución de Rousseff en Brasil: ¿cuál es desde
su perspectiva el estado actual del Mercosur? ¿Cómo observa los cambios
recientes y qué balance hace del Mercosur?
Yo
creo que hay que remontarse a los orígenes. El Mercosur nació como un
espacio de libre comercio con la coordinación de cuatro gobiernos
neoliberales: el de Roberto Lacalle en Uruguay, el de Carlos Menem en
Argentina, el de Collor de Melo en Brasil y el de Andrés Rodríguez en
Paraguay. Luego evolucionó a partir de los cambios en los gobiernos de
tres de esos países, Argentina, Brasil y Uruguay. Durante un tiempo
breve también cambió el gobierno paraguayo, y luego se incorporó
Venezuela. Fue un cambio en el sentido en que se fue consolidando más
una coordinación productiva.
En el caso de
Uruguay, la mayor parte de la producción con mayor valor agregado –la
producción industrial- se vendía en el Mercosur, mientras que fuera del
bloque esa producción tenía muy poca salida. La oposición en Uruguay
opinaba que se había transformado en un «Mercosur político» y, poco
menos que algunos dirigentes proclamaban que había que terminar con él.
Pero lo cierto es que así avanzamos años en que al Uruguay le daba mucho
resultado la coordinación entre los miembros del bloque. Y a la vez la
actuación como bloque daba la posibilidad de negociar mejor posicionados
con otros actores fuera de la región.
Ahora se
han producido dos cosas: el triunfo electoral de Macri y la caída de
Dilma Rousseff. Y a partir de ahí los nuevos gobiernos de Argentina y
Brasil, junto al gobierno de Paraguay, enfocan de manera diferente el
bloque. Lo paradójico es que a partir de eso es que el Mercosur tiene
más características políticas y menos económicas. Comenzamos a ver que
se dan situaciones como la posibilidad de que Brasil le venda carne a
los Estados Unidos, y éste, en contrapartida, planea venderle trigo a
Brasil. Si eso se concreta, si Brasil comienza a importar trigo de EEUU,
el Mercosur, que estaba pensado como un espacio para favorecer las
posibilidades productivas de cada país, dejaría en una situación muy
desfavorable a las exportaciones de carne y trigo de Argentina, uno de
los grandes graneros del mundo. Evidentemente, un Mercosur con esas
características puede tener mayores dificultades. Pero el Mercosur es
eso, la combinación de distintos gobiernos, y los gobiernos se enfrentan
a los avatares de las elecciones. La única manera de continuar
fortaleciendo el bloque sería manteniendo un rumbo, como fue durante
algún tiempo. Pero acá hubo un cambio, y yo no lo veo como un cambio
positivo.
Se ha dicho que en el Mercosur
el Uruguay es el país bisagra, el país de la contención entre dos
gigantes (Argentina y Brasil), y desde afuera se ve que Uruguay tiene
mucho peso ético en las discusiones internas sobre distintos asuntos. En
este momento ¿cuál es el papel del Uruguay en el Mercosur?
Ese
era el papel. Pero en este momento, más allá de las intenciones
políticas de los otros gobiernos, sobre todo de Argentina y Brasil, es
difícil decir qué papel juega Uruguay en el Mercosur. El principal
contraste es que en el caso de Argentina y Brasil se trata de gobiernos
con serias dificultades para salir de sus problemas económicos y
sociales. Nuestro país quiere una orientación política diferente y es el
único de los tres que está creciendo. Disminuyó el ritmo de
crecimiento, pero sigue creciendo. Y las previsiones son que siga
creciendo este año y el año que viene. Argentina no parece ir por ese
camino. Acaba de informar que aumentó al 32% los índices de pobreza y
creo que al 9% los índices de indigencia. Son 12 millones de pobres que
han crecido de forma muy fuerte en los últimos tiempos. ¿Cómo afecta eso
a Uruguay? Bien, yo creo que lo afecta, por lo que decía antes. Uruguay
ha incrementado sus ventas de productos industriales, con mayor valor
agregado, a esos dos países y la influencia que pueda tener desde un
punto de vista de ser una referencia política o ética, es referencia de
quienes de alguna manera respetan esa visión. No sé si es lo que sucede
justamente en este momento. El Mercosur necesita una discusión profunda
nuevamente, y eso está atado a lo que suceda en cada país. En este
momento Argentina y Brasil son países que están en una situación poco
estable. En Brasil, quienes destituyeron a Dilma no tienen un respaldo
que se pueda ver, pero tienen dos años de gobierno todavía. Entonces hay
que ver qué sucede.
Hablando de este tema, ¿cómo ve la situación de Brasil? ¿Cómo ve particularmente el proceso de impeachmentde Rousseff y los dos años que restan de gobierno de Temer?
Recientemente
tuve un intercambio con un Senador de la oposición que acusaba a la
izquierda de no decir nada cuando se destituyó por el mismo mecanismo
jurídico a Collor de Melo en 1992, y que en el caso de Dilma dice que es
un golpe de Estado. Yo recordaba que cuando fue el caso de Collor, hubo
una acusación ante la justicia y una acusación ante el Parlamento. La
justicia resolvió que debía ir preso. Entonces dio la razón la Justicia a
la acusación que se hacía en el Parlamento. En el caso de Dilma
Rousseff sucedieron las dos cosas: hubo una acusación ante la justicia y
una acusación ante el Parlamento. La justicia entendió que no había
razón para esa acusación y, por lo tanto no había causa para el tema. Es
cierto que se estaba ante un recurso legal, pero una institución legal
necesita que el motivo desencadenante sea legítimo.
¿Cómo
cree que impactará en la región el giro neoconservador adoptado en
Argentina y Brasil? Y, ¿cómo podría afectarle al Uruguay?
Cuando
empezó el cambio en los gobiernos neoliberales, a inicios del siglo
XXI, Argentina, Uruguay y Brasil, veníamos de haber transitado unas
fuertes crisis económicas y los tres -salvo Brasil en determinado
momento-, habíamos tendido a resolverlas de una misma manera: reduciendo
el gasto social, afectando los salarios, bajando las políticas de
empleo. En estos países la profundidad de las crisis significó que en la
siguiente elección ganaran Lula, Kirchner y Tabaré Vázquez, y cambiaran
la orientación económica. Uruguay, claramente, apostó -siguiendo
incluso lo que había inaugurado Lula- por el desarrollo y el crecimiento
con distribución, por la idea de crecer distribuyendo y distribuir
creciendo. Y se apostó en los tres casos a fortalecer el mercado
interno. Así fuimos saliendo de la crisis. Uruguay diversificó su
comercio exterior, empezó a vender carne a más de 100 países del mundo, y
ya no depende de Brasil o Argentina. Ahora los dos gobiernos, el de
Macri y el de Temer, vuelven a aquello de antes de Lula. Vuelven a que
la variable del ajuste es el salario, el gasto social, empujan al
desempleo. Uruguay no, sigue en la que estaba. Y hasta ahora es el único
que no ha caído. Mejor dicho, disminuyó, pero sigue creciendo. Yo creo
que el peso de Brasil y Argentina es tan grande que nos puede afectar.
Pero Uruguay ahora no depende, como dependía en aquel momento,
exclusivamente de ellos dos. Nuestro país vende lácteos, carne, arroz,
soja, en todo el mundo; tiene la producción de celulosa que Argentina y
Brasil le compran; tiene otro resorte del que tenía en el 2001/02. No
obstante es innegable que el peso de Argentina y Brasil es fuerte. De
todos modos, las previsiones no sólo del gobierno sino hasta las de la
oposición están señalando que Uruguay va a seguir creciendo, no está
determinado por lo de Brasil y Argentina.
La
región anda por ese camino complejo y diverso también. No es una
situación sencilla. Junto con eso, me parece que hay en el sentir de la
gente una devaluación de la política. Y eso es más peligroso incluso que
la situación económica y social. El problema no es sólo los gobiernos
que se vienen sino cómo los pueblos encaran las políticas y las
transformaciones de fondo.
Con todo esto
que hemos estado hablando sobre Mercosur, sobre los cambios de gobierno
en Brasil y en Argentina, sobre el giro neoconservador en América
Latina, ¿cómo ve el futuro de la región?
Uno
no puede hacer vaticinios en esto, pero yo creo que muchas veces los
pueblos experimentan. Muchas veces se cree, sobre todo cuando se pierde
un poco la perspectiva de lo que ha pasado y lo que está pasando, que es
posible cambiar algunas cosas y mantener el resto. Los partidos que han
estado en la oposición en otros tiempos nunca manejaron un programa muy
claro. Para acceder al poder centraron sus discursos políticos en la
importancia de la gestión y llegaron a prometer que iban a hacer lo
mismo pero mejor. En la última elección en Argentina yo creo que
llegaron a convencer de que lo único que iban a cambiar eran los
impuestos que pagaban los trabajadores, y que iban a mantener el resto
de las políticas. En estos meses se ha visto que cambiaron especialmente
lo que era favorable a los trabajadores. Entonces creo que la
conciencia muchas veces se forma por los golpes del momento sobre el
recuerdo de lo que pasó. Con el cambio que se ha producido espero que se
consolide nuevamente un núcleo que pueda fortalecer la memoria sobre lo
que pasó. Pero yo no creo que el futuro venga de los acuerdos que se
puedan hacer con esos gobiernos sino lo que en cada país puedan hacer
los pueblos con su gobierno, creo que es la base de los cambios.
http://www.celag.org/entrevista-a-eduardo-bonomi-mercosur-tiene-ahora-un-perfil-mas-politico-que-economico/
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