I
Pintado
en su inmensidad por el artista peruano Bruno Portuguez, el retrato del
General Augusto César Sandino nos invita a verlo tal cual era: el
constructor de lo más noble de nuestra nacionalidad.
Los que
no sienten esa energía del nicaragüense tampoco admiten su rostro que
alumbra, la bandera de lucha contra la penumbra, y todo lo que porte en
buena ley, la divisa Sandinista.
El principal pretexto es que
esta simbología es la de un partido. Y que toda referencia rojinegra en
una oficina del Estado, en una institución pública, es un irrespeto a
la Constitución.
Pero el niquinohomeño está en la raíz de la
nicaraguanidad y evocado, recordemos, en el Preámbulo de la Constitución
Política de la República de Nicaragua con el supremo título de “General
de Hombres Libres, AUGUSTO C. SANDINO, Padre de la Revolución Popular y
Antiimperialista”.
Ciertamente, el Frente Sandinista no fue
constituido para organizar rencores de vieja data o recalentar los fríos
rescoldos que dejan en el espíritu las amarguras de no poder sentarse
en el solio presidencial. Carlos Fonseca y Tomás Borge, dos jóvenes
intelectuales ubicados en las antípodas de las miserias humanas, junto a
otros revolucionarios prefirieron persistir en el legado del General.
Tanta
es la unidad entre aquel Pequeño Ejército Loco y el FSLN, que su
continuidad tiene el sello del Coronel Santos López, uno de los
militares muy cercanos a Sandino.
Este proceso ininterrumpido se
fortaleció aún más con el comandante Daniel Ortega y la escritora
Rosario Murillo, al ejecutar un inclusivo plan de nación que, en este
último periodo de Gobierno Sandinista, establece la ruta del desarrollo
que marca por fin, para Nicaragua, un antes y un después.
Si, este
es el Sandinismo verdadero del comandante Edén Pastora, uno de los
primeros guerrilleros que asume el nombre de aquel inteligente, en el
Frente Revolucionario Sandino, y combatió, en 1959, al lado del Coronel
Salinas, miembro del Estado Mayor del Ejército Defensor de la Soberanía
Nacional.
Es el sandinismo de los que también son páginas
vivas de la Revolución. No es, pues casualidad, sino causalidad, que
pertenezcan al FSLN: el Vicepresidente, general Omar Hallesleven;
comandantes Bayardo Arce, Doris Tijerino, Lenin Cerna, Lumberto
Campbell, Álvaro Baltodano; Gladys Báez, Jacinto Suárez…
Es la
visión del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional que en solo 9
años “ha logrado reducir en casi la mitad el número de pobres extremos,
lo que representa un salto importante, incluso respecto a estadísticas
internacionales”.
La causa de los desvalidos fue la del General, y
es la que recoge el Gobierno al presentar datos escrutados por
organismos internacionales, pero censurados por la minoría conservadora
en sus diversas presentaciones “independientes”: la pobreza general se
situó “en 29.6%, con una reducción de 12.9 puntos porcentuales respecto a
2009 y 18.7 puntos porcentuales respecto a 2005”, según lo detalla el
Informe Anual del presidente Ortega.
II
Sandino
luce a Nicaragua en el retrato de Portuguez. Pese a toda la ofensiva de
los Marines y la infamia de la prensa y políticos al servicio de los
intereses extranjeros, las facciones del General son inconfundible por
su serenidad y gozo espiritual.
Esos ataques que hoy un
reducido grupo de derecha y sus medios de distorsión lanzan contra el
Sandinismo, al final comprueban que esta formación política son los
ideales en pie del Guerrillero de Las Segovias.
La intensidad
de los odios es la misma que sufrió Sandino. Ese innoble sentimiento
alcanzó su más trágica expresión el 21 de febrero de 1934, cuando
Anastasio Somoza García perpetró el vil asesinato con la activa
complacencia de la Legación de los Estados Unidos en Managua.
Y para justificar el magnicidio, aquella mala voluntad de Primera
División movió las imprentas para denigrarlo, ensuciar su imagen y
tratar de desaparecerlo del recuerdo colectivo.
La decadencia
no tolera que el ADN del General Sandino se halle en el cuerpo del FSLN
y el alma de su Gobierno, ese que ha hecho de Nicaragua “uno de los
países de América Latina y el Caribe que en términos porcentuales ha
reducido más la desnutrición y el hambre, según el Informe 2015 sobre el
Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo, de la Organización de
las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)”.
Tras difamar de clientelista-populista los programas sociales como
Hambre Cero, su impacto es verificable en la disminución de las personas
sub nutridas, al pasar del 54.4% en 1990-1992 a 16.6% en 2012-2014,
según el informe de la FAO, registra el Informe Presidencial.
III
Solo ver la expresión del Héroe a la luz del pintor sudamericano, nos
permite aquilatar la dimensión extraordinaria del que se enfrentó y
venció al ejército más poderoso que ha existido sobre la faz de la
Tierra.
Por supuesto, no se pretende divinizar a Sandino ni a
rendirle culto a quienes procuraron la sobrevivencia de la Causa
Sandinista, sintetizada en la democracia inclusiva.
Al
plasmar en óleo al hombre que soportó los primeros bombardeos aéreos
sobre la humanidad y padeció, además, en carne propia la “modernización”
de la guerra, observamos al pensador y al guerrero: pura poesía visual
captada magistralmente por el retratista que nos revela a un espíritu
superior en toda su fuerza vital.
Cuando se dice en Cuba Debate
que Portuguez es un artista “en suma, que sabe separar la paja del
trigo, y brinda lo esencial y trascendente del personaje escogido”, no
es un elogio: es la realidad que se aprecia en la mirada del General,
puesta más allá del siglo que le tocó; es el brillo de los visionarios,
de los que nunca serán derrotados.
Toda esa geometría de
trazos vivientes que componen el rostro del luchador, comunican un
destino desde cualquiera de sus ángulos; de hecho, esa algarabía de
pinceles dichosos, contrario a las plumas infelices que traten de
empañarlo, le dan el semblante de un ungido de Dios.
Portuguez lo supo aprehender y contribuirá a discernir mejor a nuestro
Héroe, porque el estandarte que cubre su cuello subraya el mensaje del
Sandinismo actual y sus juventudes: “es –dijo Sandino a José Román–
nuestro pabellón rojo y negro, que es un símbolo, el rojo que representa
la resurrección, sobre el negro que es la muerte”.
Y el FSLN del Siglo XXI es un Manifiesto de Vida…
Bruno Portuguez, Retrato del General Augusto Sandino, óleo sobre lienzo de 100 x 85 cms. 2014.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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