Comunicado a la opinión pública del Profesor Miguel Ángel Beltrán declarando huelga indefinida
"Hace mucho tiempo que no había experimentado un horror tan profundo.
Toda la miseria de la humanidad me asalta. Aquí es donde ella habita detrás de estos húmedos muros.” FaustoWolfeang GoetheHace ya casi tres meses que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos comunicó, a través del Alto Comisionado de Paz, su decisión de indultar a treinta guerrilleros de las FARC –EP que se encuentran en las cárceles del país cumpliendo su pena de prisión por el delito de rebelión. Así mismo, se comprometió a adelantar “la adecuación de unos patios especiales dentro de las cárceles, a los que serían trasladados los miembros de las FARC-EP detenidos o condenados para facilitar el estudio de su situación jurídica, personal y familiar como medida de preparación para su reintegración a la vida civil”.
En dicho
comunicado, fechado 22 de noviembre de 2015 el gobierno nacional
expresaba su decisión de impulsar unas brigadas con el fin de examinar
las condiciones de salud de 106 miembros de la FARC todavía recluidos en
las cárceles y penitenciarias de todo el país. Todo lo anterior con el
fin de generar medidas de construcción de confianza y preparar las
condiciones para el fin del conflicto. No obstante estos
pronunciamientos, al día de hoy, dichas medidas no se han hecho realidad
y lejos de generar confianza hacia los gestos unilaterales de paz del
gobierno, lo que han suscitado es la frustración e indignación no solo
de quienes serían potencialmente cobijados en ellos, sino de todas y
todos las que seguimos sometidos a un sistema penitenciario indolente e
inhumano que viene aplicando lenta y progresivamente la pena de muerte a
la población carcelaria.
Cabe recordar que el anunciose produjo
en el contexto de una jornada Nacional de protesta de carácter pacífico
que desde el 9 de noviembre veníamos adelantando más de 1500 presos en
diferentes centros penitenciarios con la petición única que se
concediera la libertad por razones humanitarias a las y los prisioneros
políticos con problemas de salud, de tercera edad, con discapacidades y
mujeres o lactantes que se encuentran en situaciones inadecuadas por la
vida en prisión. No fueron pocos los presos políticos que vieron en los
anunciados gestos humanitarios del gobierno una estrategia para
desactivar una jornada de protesta que ya se había extendido a nivel
nacional en más de 20 cárceles del país.
Siendo uno de los voceros
de esta pacifica jornada (condición que asumí en mi calidad de preso
político que sin pertenecer a organización guerrillera alguna, he sido
objeto de persecución por parte del Estado por defender los derechos a
la libertad de pensamiento y disentimiento), expresé en aquel momento mi
complacencia y satisfacción por este anuncio gubernamental, frente un
amplio sector de la población carcelaria que veía con incredulidad y
escepticismo este gesto; al mismo tiempo que compartí la iniciativa de
levantar la huelga de hambre y de este modo dar un compás de espera para
la materialización de estos gestos humanitarios unilaterales, los
interpreté como un justo reconocimiento a las reivindicaciones que
durante lustros han venido enarbolando los presos políticos.
Aunque
sería un despropósito desconocer la importancia que han tenido la
recientes liberaciones de los 26 compañeros y compañeras presos
políticos indultados, -uno de los cuales ya había recuperado su libertad
por pena cumplida,- no obstante es preciso decir que las dilaciones,
desinformaciones y bloqueos burocráticos que acompañaron dicho proceso
tienen un espeso manto de duda e incertidumbre frente a la verdadera
voluntad política del gobierno y, como los versos del poeta Horacio es
oportuno decir que: del parto de los montes ha nacido un ridículo ratón.
Para
empezar no se ha hecho efectiva la libertad de los cuatro compañeros
restantes a lo enunciado por el gobierno, a lo que se suma el grave
hecho que uno de los guerrilleros indultados, Wilson Tamayo, recibió
amenazas de muerte cuando se encontraba en Envigado (Antioquia) en
compañía de su familia.
En lo que respecta a las concentraciones
de presos políticos en patios especiales poco o nada ha realizado el
gobierno, más allá de un publicitado anuncio. Muy por el contrario en
estos más de dos meses se han incrementado las agresiones contra los
guerrilleros privados de la libertad, tanto por parte de los cuerpos de
custodia, como por sectores de la misma población carcelaria que actúan
en convivencia con los anteriores. Los dolorosos hechos acaecidos en el
penal de Arauca el pasado 24 de diciembre, donde varias decenas de
presos fueron gaseados y torturados con descargas eléctricas por parte
de los grupos contrainsurgentes del Inpec como del CRI (Cuerpo de
reacción Inmediata) y el COREF (Cuerpo de Remisiones Especiales), así
como las agresiones de que fue objeto el compañero Gonzalo Antonio
García, constituyen apenas la punta del Iceberg de una situación que
podría generalizarse en buena parte de los centros reclusorios del país,
si el gobierno no ofrece un pronto cumplimiento a su promesa de
concentración de guerrilleros en patios especiales.
Aunado a lo
anterior el evidente incumplimiento del gobierno frente a las brigadas
de salud, no pueden seguir viéndose como episodios intranscendentes en
la cadena secular de incumplimientos a que nos han acostumbrados las
élites dirigentes de este país, porque está de por medio la vida de
numerosos presos políticos que requieren de una atención inmediata. Por
lo pronto el guerrillero de las FARC-EP John Jairo Moreno ya no la
tendrá, pue hace diez días murió en un hospital de Pereira esperando una
acto de humanidad del gobierno, que ni siquiera le permitió terminar
sus últimos días en compañía de su esposa y sus pequeños hijos.
Aclaro
que aunque jamás me he levantado en armas para derrocar el gobierno
nacional, ni ha sido mi pretensión suprimir el régimen constitucional
vigente, me une con estos hombres y mujeres que hoy se encuentran en
huelga de hambre no solo las condiciones cotidianas de hacinamiento,
ausencia de luz solar, precaria alimentación, prohibiciones de contar
con libros, espacios dignos de visita conyugal, servicios médicos
óptimos y oportunos, entre otro tipo de vejámenes a que nos vemos
sometidos las personas privadas del a libertad, sino también el
compromiso de lucha y solidaridad con unos objetivos que desde una
perspectiva humanista son más que justificados.
En lo personal
saludo la disposición expresada por la Misión de Apoyo al Proceso de Paz
de la OEA (MAP- Organización de los Estados Americanos) así como la de
los funcionarios del Ministerio de Justicia, la dirección del INPEC y
COMEV-Picota y Procuraduría, por allanar caminos conducentes a
materializar las anunciadas brigadas de salud, sensibilizados, cierto es
con la jornada de protesta pacífica que desde mediados de enero de este
año, viene realizando el ERON-Picota, y a los que a la fecha se han
sumado otras cárceles del país como Combita, Buen Pastor, Heliconias,
Cunduy, Acacias, Palogordo, San isidro, Jamundí, Cúcuta y Villa Hermosa.
Sin
embargo, ante situaciones como las que han llevado a varios presos
políticos en huelga de hambre, a tomar la radical decisión de coser su
boca, no puedo permanecer inmune como si se tratara de un pintoresco
episodio más de la sociedad del espectáculo recreada por los medios
masivos de comunicación, sino que lo asumo como un desgarrador
testimonio del sentimiento de agravio e indignación de quienes han visto
burladas las promesas por parte del Estado, y ven en su acción de una
eminente salida a sus justas reclamaciones.
No puedo dejar tampoco
de observar con angustia la dramática situación de mis compañeros de
presidio, quienes en el día a día, van arrastrando sus pesados cursores
como si se tratara de verdaderos instrumentos de tortura ceñidos a sus
cuerpos por orden de no sé qué tribunal de inquisición; otros esperando
que los carceleros les suministren un medicamento vital, mientras sus
cuerpos agonizan cual gotas de agua de un grifo que acaba de cerrarse; y
unos más contemplando impotentes como gangrenan sus extremidades para
que el cirujano solo tenga que aplicar el escalpelo para cercenar sus
putrefactos vientos.
Nunca antes fueron tan reales para mí, como
en las cárceles colombianas, las palabras que Dante escribió a la
entrada del infierno: Oh vosotros los que entráis abandonad toda esperanza.
Por
todo lo anterior, me resulta un imperativo ético el solidarizarme con
sus peticiones. No hacerlo, sería asumir una actitud menos que
inconsecuente, tanto con mi propia condición de preso político, como con
mi compromiso con la defensa de un pensamiento crítico que articule la
teoría con la praxis transformadora.
Anuncio así que desde hoy
quince (15) de febrero de 2016 me declaro en huelga de hambre indefinida
en solidaridad con las justas demandas que hacen los prisioneros
políticos.
Con todo, sigo convencido que a través del diálogo, el
entendimiento, el humanismo, las sociedades podrán alcanzar una vida más
digna y justa. No obstante, frente a próximos gestos humanitarios del
gobierno colombiano haré mías las prudentes palabras de la Laocoonte cuando trataba de disuadir a los troyanos de llevar a la ciudad el caballo de madera que ellos habían dejado en la playa: desconfió de los griegos cuando hacen ofrendas o presentes.
Fraternalmente
Miguel Ángel Beltrán Villegas
Cárcel de Máxima Seguridad ERON- Picota
Febrero 15 de 2016
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