Por Luis Manuel Arce Isaac
La
Habana (PL) Es frecuente escuchar que los reveses electorales en
Argentina, Venezuela y Bolivia expresan desagradecimiento de quienes
debieron haber votado por gobiernos de los cuales fueron principales
beneficiados de sus políticas sociales, e hicieron lo contrario.
Es un asunto muy complicado que se da a interpretaciones de todo tipo.
En una entrevista con Prensa Latina el mes pasado, Frei Betto decía que
desde el punto de vista humano lo más fuerte fue no cuidar la
organización popular, el trabajo de educación ideológico.
Betto
hacía una reflexión importante sobre esos retrocesos que, en una
sociedad desigual, develan una permanente lucha de clases. No podemos
engañarnos, pues no se garantiza el apoyo popular a los procesos
solamente dando al pueblo mejores condiciones de vida, porque eso puede
llevar a la gente a una mentalidad consumista, expresó.
Está
demostrado que las políticas sociales populares desatan ansias seculares
consumistas que el capitalismo estimula, pero que la condición de
pobreza no permite concretar. Betto decía que en Brasil mucha gente está
aburrida porque no puede consumir como antes.
"Yo diría que con
todos los logros del gobierno del Partido de los Trabajadores con los
presidentes Lula y Dilma lamentablemente hemos desarrollado una
conciencia más consumista que ciudadana". Los gobiernos se equivocaron
al creer que garantizar bienes materiales era garantizar condiciones
espirituales, opinó.
El hombre, por naturaleza, es ambicioso por
el simple expediente de que piensa como vive y eso lo mortifica mucho
cuando no tiene la posibilidad de vivir como piensa.
Pero cuando
entra en el camino de concretar sus sueños con un gobierno que prioriza
el gasto social y el empleo, ya no se conforma con comprarle esperanza a
un billetero de lotería. No deja nada al azar, quiere mucho más,
tangible y de inmediato.
Evo Morales sacó a Bolivia de su
miseria y atraso ancestral, pero los mismos que se beneficiaron le
negaron terminar el tramo necesario para consolidar plan de desarrollo
económico que daría grandes frutos a partir de 2025. No hubo paciencia
para esperar. ¿Significa que esos bolivianos son malagradecidos?
Ese
resultado, al igual que los de los procesos en Argentina y Brasil, se
acerca más a la observación de Betto sobre insuficiente educación
ideológica y mentalidad consumista exacerbada, excelentemente labrada
por los capitalistas con guerras mediáticas y económicas dirigidas a
estimular ambiciones y descontentos.
Como valor agregado a esa
política, hay todavía una fuerte campaña de prensa contra valores
imprescindibles en el ser humano como la utopía y los sueños, y ataques a
fondo a los paradigmas que son base de esos gobiernos progresistas a
fin de cambiar todo el escenario político-ideológico que los sostiene.
Lo que está sucediendo en Bolivia, Argentina y Venezuela con esos
procesos electorales es circunstancial, y no hay por qué creer que el
avance de la derecha es irreversible cuando está demostrando involución
en esos países.
En cambio, las masas populares son constantes aunque tengan desenfoques y siguen siendo las grandes creadoras de riquezas.
La fuerza telúrica de ese esplendor en la superficie viene desde abajo,
muy profundo: de las tuberías que llevan el agua a los surtidores para
que la gente la beba; de los cables eléctricos que en la oscuridad de
ese submundo transmite la energía que da tanta luz y movimiento afuera;
de los silenciosos conductos de las líneas telefónicas subterráneas que
enlazan voces; de las minas de donde sacan de las entrañas de la madre
tierra tesoros para su sobreviviencia.
Y allí abajo está el
sudor del trabajador, sin el cual nada de lo que brilla arriba habría
sido posible, y que en lugar de ser discriminado por el rico tendrían
que tenerlo en un pedestal y rendirle permanente pleitesía, porque es el
Dios verdadero, el gran Creador en el sentido literal de la palabra.
En Argentina ya hay reacciones multitudinarias contra el presidente
Mauricio Macri, y en Venezuela no se aceptan las arbitrariedades en la
Asamblea Nacional encabezada por Henry Ramos Allup.
En un
campamento revuelto, con las lonas de los tabernáculos rodando y los
relinchos de los caballos mezclándose con el ulular de un viento de
tempestad, los cerebros débiles son incapaces de discernir y sus dueños
desaparecerán como el actor cuando hace mutis por el foro. Ese es el
destino del regreso de los antihéroes de hoy.
Los antihéroes
tienen un grave problema, y es que a lo largo de sus vidas no logran
entender que carecen de esencia, que son como un saco vacío, estrujado,
sin forma ni contenido, porque no son héroes, ni pensadores, no tienen
existencia histórica, y en el flujo y reflujo de ese agotador trabajo de
ser visibles, hacen barbaridades que los sepultarán políticamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario