American Curios
Ante el espectáculo
electoral, es cada vez más necesario el espectáculo cultural no sólo
para propósitos de propaganda, sino para la pura credibilidad. No hay
disputa que una figura cultural es mucho más creíble que la gran mayoría
de los políticos. Y los políticos –y sus estrategas– lo saben.
Cuando Barack Obama estaba en la recta final de su campaña de
relección en 2012, y el estado de Ohio era –como casi siempre– pieza
clave en la matemática electoral, solicitó ayuda urgente. Claro, convocó
al rey del Partido Demócrata, el ex presidente Bill Clinton, y también a
varios políticos de perfil nacional a que lo acompañaran en sus giras
electorales por la región, pero eso no era suficiente. Necesitaba a
alguien con gran credibilidad entre las bases ciudadanas. No invitó a un
gran intelectual, y menos a otro político, invitó a El jefe Bruce Springsteen.
Los políticos y sus estrategas de relaciones publicas entienden que
como parte de cualquier campaña se requiere de la presencia de los
verdaderos héroes populares: los músicos, actores, atletas y otras
estrellas, o por lo menos de su música e imágenes.
Cuando Trump entró a su acto de celebración por su triunfo en Nueva
Hampshire la semana pasada, la ruta sonora en las bocinas eran los
Beatles cantando Revolution. Tal vez él y sus operativos no se
dieron cuenta que parte de la letra de esa rola dice: “Dices que quieres
una revolución… Pero cuando hablas de destrucción/No sabes que dejas de
contar conmigo”; y sigue, “Dices que tienes una solución real… Pero
cuando quieres dinero/Para gente cuyas mentes odian/Todo lo que te puede
decir hermano es que tendrás que esperar”; o sea, justo lo opuesto al
mensaje de este populista de derecha que promete bombardear a todo
enemigo y alimenta el odio contra inmigrantes y musulmanes. Los Beatles
sobrevivientes aún no han dicho si se oponen a que se use su música.
Vale recordar que los estrategas de la campaña de Ronald Reagan en los 80 usaron como himno Born in the USA, de Springsteen, hasta que El jefe exigió
que dejaran de usar su música. Al parecer nunca se dieron cuenta que no
era una canción patriotera, ni una oda a la grandeza del país, sino una
condena de la guerra en Vietnam y sus secuelas en este país.
En este ejercicio electoral, estas son algunas de las estrellas que participan en el espectáculo político actual:
Hillary Clinton, reina del Partido Demócrata y su favorecida
precandidata presidencial cuenta con un amplio elenco de estrellas que
promueven su campaña, participando en algunos actos o sencillamente
declarando que votarán por ella: Beyonce, Demi Lovato, Jamie Lee Curtis y
Katy Perry, Pharell Williams, Kanye West, Christina Aguilera, Tony
Bennett, Mariah Carey, Snoop Dogg, Cher, Ricky Martin, Jennifer Lopez,
Barbra Streisand, Usher, Stevie Wonder, Lady Gaga, Morrisey, James
Taylor, Salma Hayek, Richard Gere y Eva Longoria, entre otros.
Bernie Sanders, el otro precandidato demócrata y autodefinido
socialista democrático, goza de un creciente apoyo de figuras culturales, entre ellos los actores Mark Ruffalo, Danny DeVito, Sarah Silverman y Susan Sarandon, los raperos KIller Mike y Lil B, el filósofo Cornel West, el documentalista más famoso del país Michael Moore, el legendario Neil Young, la banda Red Hot Chili Peppers, Paul Simon y Art Garfunkel (que dieron permiso de usar una de sus canciones, America, en publicidad), Jackson Browne, Bonnie Raitt, David Crosby y Billy Bragg, entre otros. A la vez, es el único político que goza del apoyo de dos nombres conocidos en todo supermercado: los fundadores de los helados Ben & Jerry, Ben Cohen y Jerry Greenfield.
Vale señalar que hasta donde se sabe, Sanders es el único
precandidato que tiene su propia obra cultural: un disco en el que él y
músicos de Vermont cantan canciones de lucha social, incluida una de
Woody Guthrie, grabada cuando era alcalde de Burlington, en 1987, y que
es, como dijo un crítico, “tan malo que es bueno (aquí, una muestra).
Trump no tiene una larga lista de artistas, aunque sí de gente que ha
pedido que deje de usar su obra Adele, Neil Young, Steve Tyler de
Aerosmith, y Michael Stipe de REM, quien envió un mensaje después de
enterarse que la campaña estaba usando una de sus canciones:
váyanse a la chingada, todos ustedes, hombrecitos tristes en busca de atención y hambrientos de poder. No usen nuestra música o mi voz para su farsa imbécil de campaña. El multimillonario tiene a dos figuras viejas del mundo de la lucha libre, incluido Hulk Hogan, el rockero derechista Ted Nugent, el veterano de Las Vegas Wayne Newton y la estrella country Loretta Lynn. Además, cuenta con el apoyo de la estrella deportiva Tom Brady, el mariscal de los Patriotas de Nueva Inglaterra.
Los demás tienen pocos amigos entre las estrellas. Marco Rubio tiene
al vocalista de Lynyrd Skynyrd, antigua banda de rock sureño y de otra
figura que se ha proclamado por él, pero que el prefiere no mencionar:
la superestrella de cine porno Jenna Jameson. Ben Carson cuenta con Kid
Rock. Jeb Bush tiene sólo a la estrella country Toby Keith.
A veces hay errores de producción en este espectáculo. La semana
pasada, los dioses decidieron burlarse de algunos de los falsos
profetas. El precandidato Cruz, el cristiano ultraconservador que se
ofrece como campeón de la familia, la ética y los
valores estadunidensestuvo que cancelar un espot publicitario llamado Conservadores Anónimos después de que se enteró que una de las actrices contratadas, Amy Lindsay, había aparecido en películas de porno
suave. Lindsay, que también ha actuado en papeles menores en películas comerciales, se identifica como una republicana cristiana conservadora que estaba decidiendo si apoyar a Cruz o Trump.
El espectáculo político tiene todo, desde estrellas de cine, música y
deporte hasta la pornografía como parte integral del ritmo electoral.
Aún está por verse quien ganará el premio por mejor actuación democrática.
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