Rafael Landerreche
Para no hacerla de
emoción, de entrada aclaro que el hilo que conecta estos tres nombres es
la crisis ecológica global. Esa crisis nos pone en
el momento más crítico en la historia de la humanidad, dijo Chomsky hace unos días (La Jornada, 7/2/16). Francisco acaba de decir:
Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia, y lo dijo precisamente en Chiapas. Pero antes de elaborar más sobre estas convergencias, permítaseme una breve digresión.
Hay un libro escrito por Joseph Ratzinger, mucho antes de que se
convirtiera en el temido crítico de la teología de la liberación, en el
que retomaba una especie de cuento o parábola de Kierkegaard. Contaba
que una vez un circo llegó a un pueblo, como tantas veces ha sucedido en
la historia y la geografía del mundo. El día del debut, cuando todos
los actores se habían puesto ya sus vestimentas para la función, se
desató un incendio en el circo. Un payaso salió corriendo al pueblo en
busca de ayuda. Como iba vestido de payaso los habitantes del pueblo
creyeron que se trataba de un truco publicitario para atraerlos a la
función. Entre más insistía el payaso que estaba hablando en serio y que
el incendio era real, más admiraban su calidad profesional y más se
reían de la maestría con que el cómico simulaba la tragedia. Al final se
quemó el circo, las llamas se pasaron al pueblo y todos murieron,
porque nadie podía tomar en serio a un payaso.
Resulta curioso que la historia contada por Ratzinger se aplique casi
literalmente a la visita a México de su sucesor. No es que se haya
tratado de payaso a Francisco (las cosas que se llegaron a decir de él
fueron mucho menos honrosas) sino que, ocupados en ver con lupa los
defectos reales o imaginarios del personaje y de su visita, nadie hizo
caso de su advertencia de que la tierra se está incendiando (lo que,
dadas las circunstancias, no es una simple metáfora). Es lo que en
términos menos coloridos que el cuento de Kierkegaard pero también muy
gráficos, se ha llamado
matar al mensajeropara ignorar, desacreditar o sepultar el mensaje. Lo que habría que hacer, por lo tanto, es dejar de lado momentáneamente o
poner entre paréntesislas críticas (justificadas o no) que se puedan hacer a Francisco o a su Iglesia para considerar y sopesar su mensaje.
Lo notable de la coincidencia entre Chomsky y Francisco es que no se
limita a su advertencia de que el cambio climático es la amenaza más
grave para la humanidad, sino que se extiende al conjunto del
diagnóstico: que la causa de esto es un sistema económico basado en la
prioridad absoluta de la ganancia privada, que los principales causantes
son los países ricos mientras los primeros y más gravemente afectados
son los países pobres; que el problema climático está íntimamente ligado
al de la guerra (que es un gran negocio), y que ambos están ligados a
los de la migración y la marginación (el
descartediría el Papa). Finalmente, que la gravedad de la amenaza es comparable a la de una guerra nuclear, y hay más pero con eso basta por lo pronto.
El hecho de que haya tales coincidencias entre dos personas de tan
diferente filiación filosófica no puede estar exento de implicaciones y
significados. En primer lugar, lo menos que puede hacer una persona
sensata es detenerse a considerar que, si coinciden tanto dos pensadores
tan diferentes, es muy probable que sea verdad lo que dicen. En segundo
lugar hay algo menos evidente a primera vista, pero no menos
importante.
El representante de la Iglesia y el de la ilustración coinciden en la crítica del capitalismoFoto Marco Peláez
Algunas personas admiten las buenas intenciones de Francisco,
pero dudan de que pueda ponerlas en práctica. Sostienen que frente a la
enorme inercia burocrática y la oposición de intereses particulares que
dominan la institución, le será imposible reformar la Iglesia, pero lo
que éstos no ven es que Francisco y sus buenas intenciones no son más
que una expresión individual y por lo tanto, necesariamente limitada, de
un movimiento histórico más hondo que ya está en marcha. Un síntoma de
esa transformación de larga duración es el hecho de que Francisco sea el
primer Papa nacido fuera del
viejo mundo. Otro síntoma es la coincidencia entre Chomsky y Francisco.
Francisco obviamente representa a la Iglesia y a la doctrina
católica. Chomsky es uno de los más notables representantes de la
tradición de pensamiento laico, racional y crítico que se remonta a la
Ilustración. La historia de los tres últimos siglos casi se puede
resumir en la historia de la guerra entre la Ilustración y la Iglesia
católica. Y ahora resulta que el representante de la Ilustración y el
representante de la Iglesia católica coinciden en la crítica del
capitalismo, en la defensa de la tierra y de los oprimidos de la tierra.
Para un observador cuidadoso de la historia esto es una señal que
anuncia que los tiempos están cambiando. Ciertamente, hay y habrá duras
resistencias, y la contrarrevolución siempre es un riesgo presente. Pero
el movimiento está en marcha.
Aquí entra la relevancia de que Francisco haya escogido Chiapas para
reiterar su advertencia sobre la crisis (socio)ambiental. El lado más
obvio es que, si en su encíclica Francisco ya había planteado el papel
especial de los pueblos originarios en la defensa de la tierra, así como
las amenazas de despojo que sufren, Chiapas era el lugar lógico para
reiterarlo. El lado menos aparente es el que tiene que ver con los
movimientos profundos de la historia: la diócesis que encabezó Samuel
Ruiz ya había prefigurado la convergencia de que hablamos. Esta opción
de Don Samuel había sido atacada, estigmatizada y marginada por su misma
Iglesia. Ahora, con la visita y las palabras de Francisco, ha sido
puesta en el centro. Se pueden aplicar al Tatik Samuel las mismas palabras que él aplicó a los indígenas en 1994:
La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular.
Las grandes trasformaciones históricas en curso, junto con la crisis
más grave que ha enfrentado la humanidad (según nuestra dispar pareja de
profetas) exigen dejar de lado rancios prejuicios e incluso ser capaces
de poner entre paréntesis críticas justificadas. Sin un enorme esfuerzo
para dejar de lado nuestras diferencias y converger en la defensa de la
casa comúnserá imposible vencer los poderes fácticos causantes del calentamiento global. Si persistimos en la actitud de ver con lupa la paja en el ojo ajeno, para decirlo en breve, estamos fritos. Las llamas en el circo ya comenzaron.
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