Jorge Faljo
Adital
¿Qué
pasaría si los Estados Unidos se vuelven proteccionistas? Hasta hace pocos días
esta habría sido una pregunta absurda. Nadie habría pensado en la posibilidad
de ese viraje en un país caracterizado por décadas de impulsar y presionar en
favor del más absoluto libre comercio; incluyendo la reciente promoción del
Acuerdo Trans Pacífico de Cooperación Económica.
Sin embargo los resultados iniciales del proceso electoral presidencial de los Estados Unidos dan pie para una reflexión en ese sentido. En mi artículo sobre las primarias de Iowa dije que los resultados apuntaban a un tropiezo del neoliberalismo. Ahora los resultados de New Hampshire obligan, en mi opinión, a pensar sobre una posible reorientación de fondo de su economía.
El segundo lugar de Trump en Iowa no lo descalificó.
Ahora en New Hampshire el multimillonario obtuvo el 35.3 por ciento de la
votación republicana y su contendiente más cercano menos de la mitad, el 15.8
por ciento. De este modo Trump se
afirma, sobre Cruz, como líder del ala ultraconservadora del partido
republicano. Y es que a fin de cuentas a los norteamericanos les importa
más la economía que el fundamentalismo cristiano.
Por otra parte la corriente histórica, institucional, del
partido republicano, no logra definir a su propio líder y sus votos se dividen
entre tres precandidatos: Kasich, Bush y Rubio.
Hay quienes sostienen que "el Donaldo” ha llegado a su
techo de votos y que si la corriente conservadora se unifica en torno a un solo
candidato podría ganarle la candidatura presidencial. Sin embargo Trump ha dado
varias sorpresas y mientras su oposición republicana siga dividida seguirá
fortaleciéndose.
Trump, en su ego manía ha dicho que será el mejor
presidente del empleo que Dios haya creado. Esa es su gran promesa y eso es lo
que les importa a los norteamericanos. Se
opone a subir impuestos, a elevar el salario mínimo y a mejorar la seguridad
social, pero ofrece empleos con una estrategia sencilla: evitar que las
grandes empresas exporten los empleos de los norteamericanos hacia México o
China.
Lo ha dicho de manera anecdótica; si la Ford, u otra
gran empresa, anuncia que pondrá una planta en México va a levantar el teléfono
y le dirá a su director "si pones esa fábrica vas a tener que pagar 35 por
ciento de aranceles de importación a los Estados Unidos”; en pocas horas, dice,
cambiarán de planes y seguirán produciendo en su país.
No discuto si lo que dice el güero bocón es viable. Lo
realmente importante es que su mensaje
resuena con una población muy enojada que le da sus votos. Lo fundamental es
que el consenso en torno al libre comercio, impuesto mediáticamente, se ha roto
de manera definitiva. Trump sabe captar ese sentimiento y canalizarlo en contra
del exterior de manera que no represente un peligro para su clase social.
En el artículo que escribí la semana pasada sobre Iowa
también dije, refiriéndome al partido demócrata, que el avance de Sanders era
una victoria. New Hampshire lo ha
confirmado con creces. Ahí Sanders obtuvo el 60.4 por ciento de los votos
demócratas y la señora Clinton tan solo el 38 por ciento. En particular
destaca que el 84 por ciento de los de menos de 30 años votó por Sanders.
Sus posibilidades se reflejan en un fuerte incremento
de los donativos que recibe, a un promedio de 27 dólares y un máximo de 40; lo
que nunca se acercará a los grandes fondos de Clinton, que con facilidad recibe
donaciones de medio millón de dólares.
El hecho es que ahora
Sanders tiene reales posibilidades, siempre y cuando logre captar el voto
de la población de color e hispana que hasta el momento se considera amarrado a
su rival.
Las posiciones de Sanders habrían sido, hasta hace
poco, consideradas extremistas e inviables. Denuncia la corrupción del sistema electoral norteamericano, muy
favorable para los que cuentan con el apoyo del gran capital y la creciente
inequidad socioeconómica. Su propuesta central es, también, la creación de
empleos bien pagados dentro de los Estados Unidos.
Solo que él propone elevar el salario mínimo de manera
substancial. También ofrece educación universitaria gratuita, derecho universal
a la salud y a gastos médicos, e incremento de la seguridad social para todos.
Para financiar el fuerte incremento del gasto público
que propone dice que hará que el 0.1 por
ciento de la población, los súper ricos, regresen parte de la riqueza que les
han arrebatado a las familias trabajadoras en los últimos treinta años.
Elevaría el impuesto sobre la renta a más del 50 por ciento para esa pequeña
minoría.
Lo principal en la perspectiva de México es que Bernie
Sanders ha sido un apasionado opositor de los tratados de libre comercio.
Señala que desde el año 2001 han cerrado casi 60 mil plantas manufactureras y
se han perdido 4.7 millones de empleos industriales decentes en los Estados
Unidos. El TLCAN, dice, provocó la pérdida de 700 mil empleos; el comercio con
China de otros 2.7 millones.
Muchos dicen que los republicanos se han vuelto más
derechistas y los demócratas más izquierdistas, yendo en direcciones opuestas.
Sin embargo más bien habría que destacar que tanto Trump como Sanders reciben el apoyo de una clase media,
incluyendo obreros industriales y empleados de servicios, que se encuentra exasperada por el deterioro de sus empleos e ingresos.
Al mismo tiempo observan cómo la disminución de impuestos y los programas
públicos, rescates y salvamentos, han favorecido el enriquecimiento extremo de
muy pocos.
Ganen o no Trump y Sanders ya expresan con fuerza el
malestar de la mayoría y una propuesta novedosa; el proteccionismo como
solución de fondo al empobrecimiento de las clases medias norteamericanas. Si
continúan las actuales tendencias y se profundiza el debate, tienen la real
posibilidad de vencer a las estructuras históricas, neoliberales, de sus
partidos y, más adelante, de conducir un viraje de la política económica norteamericana.
Así que regreso a la pregunta original. ¿Qué haremos si
los Estados Unidos, nuestro principal cliente comercial (sobre todo de
armadoras y maquiladoras en México), se perfila hacia una estrategia
proteccionista?
Si esto ocurre, sería el tiro de gracia a nuestra
estrategia exportadora, maquiladora y de atracción de inversión extranjera
directa, que ya de por si se tambalea. No es cosa de ignorar esta posibilidad y
más vale ir pensando en una estrategia de contingencia y cambio de rumbo.
Sea que tengamos que lidiar con un agresivo e
imprevisible Trump, o con un Sanders posiblemente más abierto a otro arreglo de
beneficio mutuo y, esta vez, mayoritario.
Fuente: Blog del autor
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