Juan Manuel Karg
Adital
Finalmente
sucedió: la derecha regional ganó dos elecciones de forma consecutiva. Ya
gobierna en Argentina y conquistó la mayoría de la Asamblea Nacional en
Venezuela, mientras avanza en su idea de derrocar "constitucionalmente” a Dilma
Rousseff en Brasil, vía impeachment.
¿Hay "fin de ciclo posneoliberal” o más bien se trata
de una cristalización de una disputa más nítida entre dos proyectos de país (y
de región)? ¿Cuáles fueron las primeras medidas de las derechas de Argentina y
Venezuela luego de sus triunfos electorales? ¿Por qué América Latina está ante
un nuevo momento regional?
Apenas ganó, Macri ideó dos fotos: junto a su gabinete
y los gobernadores. ¿El objetivo? La construcción de una imagen de diálogo, a
la vez que avanzaba en medidas ejecutivas polémicas.
El verde cesped de Olivos junto a la totalidad de los
gobernadores del país iba a ser tapa de los principales medios del país, que
comenzaban a editorializar sobre los valores republicanos. Luego vendrían los 29 Decretos de Necesidad de Urgencia, violentando
legislaciones como la Ley de Medios, y algo (casi) inédito: el nombramiento de
dos miembros de la Corte Suprema sin pasar por el Senado, lo que registra un
antecedente sólo en el Siglo XIX.
Con la mayor parte de los medios de comunicación a
favor, Macri pensó que lo primero taparía a lo segundo. Pero esto no sucedió y
un coro rutilante de voces (algunas incluso del propio espacio de Cambiemos) se
posicionó contras las nuevas medidas.
Sin embargo, el nuevo presidente prosiguió con
dinámica: al quitar las retenciones al
agro, Macri decidió disminuir subsidios a la luz y el gas, lo que se traducirá
en subas de tarifas en enero próximo. Y falta la triste frutilla del
postre, que impactará al conjunto de los trabajadores: la mega anunciada devaluación, planificada en estos
momentos por el economista ortodoxo Alfonso Prat Gay.
Cómo se ve, un cúmulo de decisiones orientadas a
favorecer al sector más acaudalado de la sociedad.
En Venezuela, la derecha recibió el triunfo de la
Asamblea Nacional con tres amenazas concretas: el cierre del canal televisivo de ese cuerpo (ANTV) y la derogación de
dos importantes legislaciones, como son la Ley Orgánica de Trabajo y la Ley de
Precios Justos.
La reacción fue tal que los voceros de la MUD tuvieron
que relativizar aquellas medidas, aunque sean pedidos concretos de parte de la
principal cámara empresarial del país, Fedecamaras, que tuvo participación en
el golpe de 2002.
Y en Brasil, la
poderosísima FIESP (Federación de Industrias del Estado de San Pablo) acaba de
anunciar que se suma al pedido de impeachment -derrocamiento "legal”- sobre la
presidenta Dilma Rousseff, propiciado por el diputado Cunha como
contrapartida a las investigaciones que afronta por supuestas cuentas ilegales
en Suiza.
Sin embargo, las nuevas movilizaciones contra Dilma
fueron notoriamente menores que las de principio de año, y la presidenta acaba
de sumar el apoyo de los alcaldes de las principales 16 ciudades del país.
El breve recorrido nos muestra una idea lineal: la
derecha latinoamericana ha salido con fuerza a intentar retomar el control
político en las tres principales economías de la región, pero encuentra fuertes contrapesos de parte de la sociedad civil
organizada. En Argentina, donde ya gobierna, y parcialmente en Venezuela,
donde ha arribado con fuerza al parlamento, la derecha avanza torpemente en su
intento de construir frente a lo ya construido.
El traspié de Macri en relación a los nombramientos de
jueces de la Corte Suprema sin ir al Senado demuestra además una incongruencia
de discurso: la idea matriz de "institucionalidad” quedó allí rezagada, a tal
punto de provocar el repentino disgusto de sus "pares republicanos”. Igual consideración amerita la amenaza de
la derecha venezolana -quien permanentemente esgrime una supuesta "falta de
libertad de expresión” - de cerrar un canal de televisión.
En definitiva, América Latina vive un nuevo momento, de
crecientes disputas. ¿Qué posición tomarán las mayorías populares de Argentina
ante este conjunto de baterías "de shock” de la derecha gobernante? ¿Cubrirán
los medios masivos de comunicación las pujas crecientes que habrá ante el
intento de avanzar sobre legislaciones democráticas? ¿Cómo impactarán estas
medidas en otros países, como Bolivia y Ecuador, donde las fuerzas
posneoliberales aún siguen gobernando plenamente?
Más dudas que certezas asoman sobre el cielo
latinoamericano ante el avance de la "restauración conservadora”, tal como la
definiera Rafael Correa.
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