Operación Cóndor
CIPER
En
mayo fueron identificados los restos de tres víctimas chilenas de la
Operación Cóndor: Ricardo Ramírez, Jacobo Stoulman y su esposa Matilde
Pessa, secuestrados en Buenos Aires en mayo de 1977 para luego
desaparecer sin dejar rastro. 38 años después, exámenes de laboratorio
concluyeron que sus restos estaban entre los fragmentos de huesos
hallados en 2001 en la Cuesta Barriga, en Chile. El hallazgo abre una
nueva arista en la investigación del ministro Mario Carroza: corrobora
el traslado e intercambio de detenidos usado por la DINA y el SIDE
argentino en los ‘70 y ’80 para eliminar a disidentes.
Ricardo Ignacio Ramírez Herrera, Jacobo Stoulman Bortnick y la esposa de este último, Matilde Pessa Mois:
los tres estaban en la lista de 25 personas por las que el juez Juan
Guzmán le preguntó al general (r) Augusto Pinochet el sábado 25 de
septiembre de 2004. Hacía sólo dos meses que la Corte de Apelaciones de
Santiago había desaforado al ex dictador por su responsabilidad en la
Operación Cóndor, un plan internacional de cooperación y acción
conjunta que implementaron en las décadas del ‘70 y ‘80 los regímenes
dictatoriales del Cono Sur para identificar, vigilar, capturar,
secuestrar, torturar, eliminar y hacer desaparecer a opositores
políticos, los llamados “subversivos”. Era en el contexto de esa
investigación judicial que Guzmán interrogaba a Pinochet. El acta de
esa declaración que duró apenas 25 minutos y que tres días después publicó El Mercurio,
da cuenta de que Pinochet aseguraba no recordar nada de ese plan, que
era una cosa de inteligencia, y por lo tanto, de mandos medios, y que “ni Cóndor ni nada de eso era problema mío”.
Sobre los muertos y desaparecidos que dejó ese plan de exterminio, afirmó:
-Yo era Presidente, no me iban a informar de cosas chicas.
Manuel Contreras y Augusto Pinochet
Guzmán le volvió a preguntar: “¿Dio órdenes relacionadas con la detención, interrogación, tortura, traslado o desaparición forzada de las siguientes personas?”,
y leyó uno a uno los 25 nombres de una lista de víctimas chilenas de la
Operación Cóndor. Allí estaban Ricardo Ramírez y el matrimonio
Stoulman-Pessa. El primero era comunista y estaba encargado de la
organización y las finanzas del partido en la clandestinidad. Los otros
dos no tenían militancia política, pero supuestamente habrían sido
parte de un plan para ingresar al país fondos para la disidencia a la
dictadura. Los tres fueron detenidos en Buenos Aires, Argentina, en
distintas fechas de mayo de 1977. Ramírez cayó primero, secuestrado el
día 16 junto a otros dos chilenos y cinco argentinos. Trece días
después, el 29, Jacobo Stoulman y Matilde Pessa llegaron a esa ciudad y
apenas bajaron del avión fueron detenidos. Simplemente se esfumaron: a
los tres los hicieron desaparecer. Sobre ellos, Pinochet dijo:
-Yo
estaba arriba. No daba órdenes relacionadas con las personas
mencionadas. No conozco a ninguna de esas personas por las cuales se me
pregunta.
Pasó el tiempo. Pinochet murió en diciembre de 2006,
en su casa y sin condena. De los desaparecidos, hubo versiones sobre su
destino, pero no noticias. Aunque eso cambió hace sólo unas semanas.
El
18 de mayo de 2015, a 38 años de que Ramírez desapareciera en
Argentina, Valentina, su hija, recibió un llamado desde la oficina del
ministro de la Corte de Apelaciones, Mario Carroza. Su padre había sido
identificado. O al menos, lo que quedó de él. Se trataba de pequeños
fragmentos de huesos que fueron encontrados en 2001 en la Cuesta
Barriga, en Talagante. En la misma fosa había también parte de los
restos de Jacobo Stoulman y Matilde Pessa. Sus hijas igualmente
recibieron la llamada de Carroza.
-No nos dijeron nada por
teléfono, pero nos citaron a la oficina del ministro. Estábamos con mis
dos hermanas cuando nos dio la noticia: “Van a poder enterrar a sus
papás”, nos dijo el juez Carroza. Nos miramos y no sabíamos qué decir.
Nos quedamos mudas –cuenta Alejandra Stoulman, quien tenía 15 años
cuando sus padres desaparecieron.
La identificación de Ramírez y
los Stoulman-Pessa es clave para comprobar la verosimilitud del macabro
relato que en 2007 hicieron a la justicia tres agentes de la DINA que
operaron en el cuartel Simón Bolívar, en La Reina. Antes de que estos
últimos hablaran, al menos respecto a Ramírez y las otras dos personas
que fueron secuestradas con él el lunes 16 de mayo de 1977, la versión
que entregaba el jefe del órgano represivo de la dictadura, el general
(r) Manuel Contreras, era que habían sido arrestados por la
inteligencia argentina y que los habían hecho desaparecer arrojando sus
cuerpos al Río de La Plata (ver reportaje en La Nación).
Los
agentes desmintieron a su antiguo mandamás y, revelaron una historia
completamente distinta, pero que igual terminaba en muerte: una vez
secuestrados en Buenos Aires, Ramírez y sus dos compañeros fueron
traídos a Chile de forma encubierta para luego ir a parar al centro de
torturas que operaba la Brigada Lautaro, uno de los grupos más
sanguinarios de la DINA. Que allí los torturaron y los eliminaron con
gas sarín. Que los enterraron en una fosa en Peldehue y que dos años
después, en 1978, exhumaron sus cuerpos con una retroexcavadora y los
llevaron a la Cuesta Barriga, en medio de la llamada Operación Retiro
de Televisores.
De los Stoulman-Pessa era poco lo que se sabía:
sólo que habían desaparecido en Buenos Aires. Pero la reciente y
sorpresiva identificación de sus restos arma un relato diferente: el de
una ruta que los trajo de vuelta a Chile y que terminó con un entierro
ilegal en el mismo punto que Ramírez y sus compañeros. A la vez que se
empieza a cerrar un capítulo para las familias, se abre uno
completamente nuevo para la investigación que lleva el ministro
Carroza; uno que confirma que hubo traslado e intercambio de detenidos
entre los órganos represivos de las dictaduras que integraron la
Operación Cóndor, para luego hacerlos desaparecer.
EL SECUESTRO DE LOS FINANCISTAS
La
historia de los últimos días de Ricardo Ramírez Herrera y el matrimonio
de Jacobo Stoulman y Matilde Pessa, parte en el aeropuerto de Ezeiza,
con Alexei Vladimir Jaccard Siegler y su fallido viaje a Chile.
Él era estudiante, tenía 20 años y desde el ’73 estaba exiliado en
Suiza. Aunque era chileno, también tenía la nacionalidad de ese país.
Allí se había casado hacía un año, en 1976, con Paulina Veloso Valenzuela,
quien mucho después, ya en democracia y durante el primer gobierno de
Michelle Bachelet, se convertiría en ministra secretaria general de la
Presidencia y luego en integrante del Consejo de Defensa del Estado
(CDE). Jaccard militaba en el Partido Comunista (PC) y tenía por esos
días una importante y peligrosa misión: volar de Suiza a Santiago con
US$ 20.000 en efectivo en un maletín que debía entregar a los
dirigentes del partido. Como no había vuelos directos, debía sí o sí
pasar por Buenos Aires y allí coordinar el resto del viaje. Aterrizó el
domingo 15 de mayo de 1977. Fue con su llegada que el operativo
conjunto de la DINA con la Policía Federal Argentina se activó.
19
personas caerían durante esos días en las garras de la Operación Cóndor
a ambos lados de la Cordillera de Los Andes. Siete chilenos, doce
argentinos. Sólo hubo tres sobrevivientes.
Alexei Jaccard Siegler (Fuente: www.memoriaviva.com)
Los
agentes no se dejaron caer de inmediato, sino que dejaron actuar a
Jaccard. Sus contactos en Argentina eran otros dos chilenos: Ricardo
Ramírez, que había llegado hacía poco desde Hungría para hacerse cargo
de la organización y las finanzas del PC en Buenos Aires, y el también
comunista Héctor Velásquez Mardones. Contaban también con el
apoyo de un grupo de argentinos miembros del Comité de Solidaridad con
Chile en Argentina. Todos sus pasos eran monitoreados.
Un día
después, el lunes 16 de mayo, todo el plan para financiar al PC se vino
abajo. Los tres chilenos fueron emboscados por la Policía Federal en
plena Avenida 9 de julio, afuera del céntrico Hotel Bristol de Buenos
Aires. Esa misma jornada, fueron secuestrados cinco de sus
colaboradores argentinos. Los ocho desaparecieron. El dinero también.
Como
Jaccard además era suizo, la embajada de ese país en Argentina solicitó
la apertura de una investigación para dar con el paradero de su
ciudadano desaparecido. Vino entonces otra etapa del operativo Cóndor:
el montaje. Un reportaje publicado en Infojus
señala que la policía argentina informó a la justicia que el viaje de
Jaccard a Chile sí se concretó y que el 26 de mayo de 1977, doce días
después de su secuestro, cruzó la cordillera en el vuelo N°630 de la
empresa Varig, con pasaporte argentino. Por su parte, la Policía
Internacional de Chile entregó reportes sobre supuestos viajes que
Ricardo Ramírez habría realizado entre 1977 y 1983. Pero todo era
mentira. Un engañó que ya la DINA y la dictadura de Pinochet ya habían
hecho anteriormente con las víctimas de la llamada Operación Colombo,
al hacer aparecer a 119 chilenos ejecutados y hechos desaparecer en
Chile, como “asesinados por sus propios compañeros en el exterior”.
Los antecedentes que recopiló la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación para elaborar en 1992 el Informe Rettig,
permitieron armar una primera hoja de ruta de lo que realmente pasó con
Jaccard, Ramírez, Velásquez y sus socios argentinos. Tras su detención
en las afueras del hotel, habrían sido llevados a un recinto de la
Policía Federal y luego a la Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA,
que por entonces, era uno de los centros clandestinos de detención,
tortura y exterminio más grandes y activos de Argentina y de toda
Sudamérica. Al menos 5.000 personas fueron llevadas hasta ese recinto
bonaerense para luego hacerlas desaparecer.
Dice el informe: “A
la luz de estos y otros antecedentes se logró establecer que
posteriormente a la triple detención en Buenos Aires de los militantes
comunistas chilenos, los organismos de seguridad chilenos y argentinos
desplegaron un arsenal de falsos documentos e informaciones para
encubrirse mutuamente frente a la presión del Gobierno helvético que
insistía en conocer lo sucedido a un nacional en tránsito”.
Ricardo Ramírez Herrera (Fuente: Museo de la memoria)
Los represores aún no anulaban a toda la red de financiamiento del PC. Ruiter Correa Arce
era un comunista de 61 años que tenía esposa, tres hijos y un kiosco de
diarios en Santiago que servía de buzón para el intercambio entre la
dirigencia externa e interna del partido. Así también consta en el
Informe Rettig. Él habría participado en la coordinación del plan para
ingresar el dinero al país. El 27 de mayo del‘77, a doce días del
secuestro de Jaccard, Ramírez y Velásquez en Argentina, Ruiter Correa
se esfumó mientras iba a almorzar. Su cadáver apareció al día siguiente
en el lecho del río Mapocho.
En la lista de la DINA quedaban sólo dos personas por eliminar: Hernán Soto Gálvez,
el “enlace financiero” del PC entre Argentina y Chile, y el empresario
de origen judío Jacobo Stoulman Bortnick. Soto era un blanco fácil, y
así quedó de manifiesto cuando a comienzos de junio de ese año lo
secuestraron en San Miguel y lo hicieron desaparecer. De él no se supo
más hasta que fue identificado en 2012 entre los restos encontrados en
la Cuesta Barriga. Con Stoulman era distinto: a través de su empresa Cambios Andes,
se había convertido en un prominente hombre de negocios en Santiago,
especialmente en el circuito de inversionistas judíos. Hacerlo
desaparecer en Chile era arriesgado. Hacerlo en Argentina, cuando
viajara con su esposa, fue la opción.
LA MISTERIOSA DESAPARICIÓN DEL CAMBISTA
La
última vez que a Jacobo Stoulman y Matilde Pessa los vieron con vida
fue el domingo 29 de mayo de 1977, en el aeropuerto de Ezeiza, en
Buenos Aires. El avión de la aerolínea Braniff que abordaron en
Santiago era aguardado por un grupo de agentes de seguridad chilenos y
argentinos. Apenas tocó tierra, la aeronave fue desviada a una pista
lateral. Los pasajeros tuvieron que bajar la escalera con su
documentación en mano para su revisión. Cuando le toco a la pareja, los
llevaron a un costado y luego los subieron a un vehículo que de
inmediato se puso en marcha. Él tenía 43 años; ella 42. Dejaban tres
hijas adolescentes: Jenny, Sara y Alejandra. Ninguno de los dos tenía
militancia política.
El historial empresarial de Stoulman partió
a fines de 1963, cuando creó la sociedad Agrícola y Avícola Las Rosas,
con Eº20.000, de los cuáles él puso la mitad. Tres años después
constituyó junto a dos socios una segunda empresa dedicada al sector
agro-avícola y en 1970 se aventuró con una distribuidora de libros. Sus
inversiones cada vez eran mayores y diversificadas, y las realizaba al
mismo tiempo que trabajaba como ejecutivo del Banco Israelita. Al año
siguiente emigró con su familia a Israel, pero sólo estuvo un tiempo.
Volvió a Chile poco antes del Golpe de Estado y ya en dictadura, a
mediados del ‘74, se asoció con el arquitecto Mario Paredes y el
coreógrafo Samuel Winer para crear Paredes, Stoulman y Winer Ltda., o
“La Escalera”, una empresa dedicada a la venta de ropa y artículos del
hogar. Cada socio aportó Eº500.000 al capital inicial. Pero su despegue
vino después, cuando en 1975 ingresó al rubro del turismo y, un año
después, al mercado de divisas.
Jacobo Stoulman (Fuente: radiosefarad.com)
A
fines del ’75 constituyó la Agencia de Viajes Toptour, junto a Mónica
Fuenzalida. Meses después, en julio del ’76, el Banco Central lo
autorizó a operar una casa de cambio junto a cuatro socios: Alfredo
Barra, Enrique Chamorro, Juan Garnham y León Dobry. Un mes después
nació Cambios Andes. Serían los movimientos a través de esa empresa los
que habrían convertido a Stoulman en un objetivo de caza para la DINA.
Un reportaje publicado en Página/12
señala que la casa de cambios de Stoulman había captado importantes
inversionistas en los meses que siguieron a su constitución. Entre
ellos, el empresario minero de origen húngaro José Klein, tío del
empresario Leonardo Farkas, quien supuestamente habría estado enviando
fondos a través de Cambios Andes a la Democracia Cristiana y al ex
Mandatario Eduardo Frei Montalva. Según el artículo, esa misma vía era
la que tenía ideada el PC para ingresar a Chile los US$ 20.000 que
traía Jaccard. Cierto o no, los movimientos de Stoulman eran seguidos
de cerca. Su hija Alejandra declararía años después que antes de viajar
a Buenos Aires, el empresario ya se había percatado de que lo estaban
grabando y siguiendo.
Tras el secuestro de la pareja, su familia recurrió al abogado Ambrosio Rodríguez,
a quien se le pagó para viajar a Argentina y averiguar su paradero.
Rodríguez era un hombre cercano al régimen. Al poco tiempo se convirtió
en asesor jurídico del Ministerio del Interior, y más adelante, en los
’80, fue nombrado Procurador General de la República. Después, cuando
Pinochet fue desaforado y debió enfrentar a la justicia precisamente
por las violaciones a los derechos humanos de los Stoulman-Pessa y
otros miles de desaparecidos, Rodríguez fue parte de su staff de
abogados. Hoy es presidente del Tribunal Supremo de Renovación Nacional.
En
Santiago, Rodríguez se reunió directamente con el entonces coronel
Manuel Contreras, el jefe de la DINA, quien le habría dicho que no
sacaría nada cruzando la cordillera. En Argentina se juntó con el jefe
de la red de la DINA en Buenos Aires, Enrique Arancibia Clavel,
también vinculado al grupo que dio muerte al general René Schneider
(1970) y condenado por el asesinato del ex comandante en jefe del
Ejército, general Carlos Prats (1974). Un documento descubierto en 1986
por la directora de CIPER mientras investigaba el asesinato del general
Carlos Prats y las huellas de Arancibia Clavel en el crimen (ver reportaje de CIPER), da cuenta de esa última reunión.
LA CARTA DE ARANCIBIA
El
documento es un reporte fechado el 8 de julio de 1977, copia del que
Arancibia Clavel envió a sus superiores de la DINA en Chile. Allí dice
que Ambrosio Rodríguez se había contactado con altos mandos del Ejército argentino, quienes le habían indicado que el matrimonio Stoulman-Pessa “ya no existía”.
También dice que la información oficial entregada por el Primer Cuerpo
del Ejército Argentino, la unidad que controlaba la capital trasandina,
“es que fueron entregados a funcionarios de la DINA”.
Esa
última frase lo cambiaba todo, pero Ambrosio Rodríguez no trajo de
vuelta a Chile esa información. No dijo nada a la familia Stoulman de
la participación en el crimen del aparato represivo de la dictadura de
Pinochet. En la reunión con Arancibia Clavel, el abogado habría dicho
que el matrimonio había sido “vendido por Klein chileno vinculado con el caso Graiber”
(sic). Esa era la versión que corría: que Stoulman habría estado
vinculado a un supuesto plan de financiamiento de la insurrección
guerrillera a través de secuestros en Argentina y Uruguay, liderado por
el entonces fallecido empresario judío-argentino David Graiver.
Rodríguez, al volver al país, siguió con esa tesis y paralizó cualquier
intento de la familia de los desaparecidos por averiguar más.
Enrique Arancibia Clavel
Había
entonces dos versiones sobre lo que habría pasado con los
Stoulman-Pessa. La oficial que provino de Argentina y que entregó el
régimen del general Jorge Rafael Videla, que decía que tras llegar a
Buenos Aires, ambos fueron detenidos por sospecha, pero que el mismo
día fueron liberados, que se hospedaron una noche en el Hotel Winston
Palace y que luego dejaron el país para irse en avión a Montevideo, en
Uruguay. La otra versión es más simple, sin tanto detalle: que después
de aterrizar, fueron secuestrados y desaparecidos en Argentina.
Más
adelante se sabría que ese hotel, el Winston Palace, estaba bajo el
control del Batallón 601 del Ejército argentino, la contraparte
operativa de la DINA en la Operación Cóndor al otro lado de la
cordillera, y que servía como centro de detención provisorio para
posteriores traslados, lo que calzaba con la versión entregada a
Rodríguez.
Los socios del empresario chileno-judío en la casa de
cambio declararon a la justicia que, tras el secuestro, se realizaron
giros por hasta US$ 10 mil que habrían sido obtenidos por los captores
con documentos firmados por el mismo Stoulman. Uno de ellos señaló que
Ambrosio Rodríguez le dijo a la familia que esos fondos eran
considerados como un “botín de guerra por los argentinos” (ver fallo de desafuero de Pinochet por Operación Cóndor).
En
1982, cuando Cambios Andes aumentó su capital de $4,9 millones a $6,9
millones, Stoulman figuró representado por su hermana Myriam, que
suscribió un 35% del fondo social. Un año después se retiró de la
sociedad, vendiendo la parte de su hermano desaparecido en $3,9
millones. En el ’84, en una escritura publicada en el Diario Oficial
aparece el nombre de Jacobo Stoulman como si vendiera él directamente
su participación en la agencia de viajes. La compró un tercero, que
días después le revendió a la hermana de Stoulman, Myriam. Ella se hizo
cargo desde entonces de las inversiones de Jacobo. Meses después, en
octubre de 1985, a más de ocho años de su desaparición forzada, el 5ª
Juzgado Civil de Santiago decretó por fin la muerte presunta de la
pareja, solicitada por sus hijas.
Durante los años que
siguieron, la información oficial fue que la DINA nada tuvo que ver en
la muerte de los Stoulman-Pessa. Por eso en el Informe Rettig quedó
escrito bajo sus nombres: “No existen antecedentes suficientes que
permitan adquirir la convicción de que en su muerte hubo participación
de agentes del Estado de Chile”. Pero la vieja carta del jefe de la DINA en Buenos Aires que murió en 2011 asesinado a puñaladas por un taxi boy,
y la reciente identificación de los restos de la pareja en la Cuesta
Barriga son elementos que permiten reescribir esa historia: sí hubo
participación.
VUELVEN LOS DESAPARECIDOS
Cuando Alejandra, Sara
y Jenny Stoulman llegaron a la oficina del ministro Mario Carroza,
además del magistrado estaban también la asistente social Isabel
Maturana y el abogado Rodrigo Lledó, ambos del Programa de Derechos
Humanos del Ministerio del Interior. Poco antes las dos primeras habían
recibido la llamada citándolas a una reunión. Alejandra contó a CIPER
que no sabían de qué se trataba, pero que Jenny, la mayor, la única que
no había entregado muestras de ADN para su comparación en el Servicio
Médico Legal (SML) y la única que no recibió la llamada, lo entendió
casi de inmediato: sus padres habían aparecido.
Matilde Pessa (Fuente: www.memoriaviva.com)
Después
de que Carroza les dijera que por fin, después de 38 años, podrían
darles sepultura a sus padres, les informó que la identificación de sus
restos -entre los que fueron hallados en la Cuesta Barriga en 2001-
había sido algo completamente inesperado. Ningún antecedente de la
investigación apuntaba a que Jacobo Stoulman y Matilde Pessa hubieran
vuelto a Chile tras su secuestro. El dato era que habían desaparecido
en Buenos Aires, y nada más. Por eso, Carroza fue claro al señalar la
importancia del hallazgo. Alejandra recuerda que les dijo: “Esto
ratifica la existencia de la Operación Cóndor”.
La aparición del
matrimonio Stoulman-Pessa, además de Ricardo Ramírez, corrobora la
existencia de un mecanismo de traslado e intercambio internacional de
detenidos entre los organismos represivos de las dictaduras del Cono
Sur durante los ’70 y ’80. Se abre así una puerta que antes no existía
para determinar qué sucedió realmente con ellos tras su detención y
posiblemente con decenas de personas que desaparecieron víctimas de la
Operación Cóndor y de las que hasta hoy no se sabe nada. Por eso
Alejandra Stoulman asegura que, si bien el reencuentro con los restos
de sus padres es el cierre de un capítulo que ha marcado la historia de
su familia durante las últimas cuatro décadas, es también la apertura
de otro en la búsqueda de la verdad.
-Ha sido muy fuerte y doloroso, pero nos tranquiliza ver que la investigación sigue abierta y avanzando –dice.
El
viernes 29 de mayo de 2015, cuando se cumplían exactos 38 años desde
que los Stoulman-Pessa fueron secuestrados y desaparecidos en Buenos
Aires, en el SML sus hijas recibieron dos urnas, y en cada una,
pequeños restos óseos. No los vieron. Alejandra explica que es
tradición de la religión judía no ver a los muertos y recordarlos cómo
eran en vida. Estaba toda la familia. Había también amigos y personas
que han estado vinculadas al caso. Paulina Veloso, entre ellos, que del
paradero de su marido, Alexei Jaccard, aún no tiene noticias. Al salir,
todos se encaminaron al Cementerio Israelita. Ese día les dieron el
entierro que tanto anhelaban.
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