La sociedad de la información falsificada
Rebelión/Universidad de la Filosofía
No
logramos consolidar (por ahora) el conjunto de estrategias
indispensables para generar los “noticieros” que necesitamos. En
materia de “producción informativa” hemos sido derrotados sistemática y
secularmente. Los poderes hegemónicos, desde los púlpitos hasta los “house organ”,
hicieron del control sobre la información un ejercicio de su poder
semiótico ante el que no hemos sabido ponernos a salvo con anticuerpos
y contraataques efectivos e invencibles. ¿Recién te enteras?
Con su modo de “producción de información” las oligarquías han sabido
imponernos todas sus premisas alienantes y han sabido desarrollar
laboratorios de guerra informativo-ideológica desde donde nos atacan
sistemáticamente con mentiras, confusiones, calumnias y engaños que nos
han arrodillado sin clemencia. Bolívar decía “por el engaño nos han derrotado más que por la fuerza”. Y tiene mucha razón, hasta el presente.
Ellos entendieron, con toda claridad mercantil, que “informar” es un
ejercicio de poder que puede camuflarse de muchas maneras y lo
convirtieron, también, en gran negocio. Ellos lo usan para someter a
los trabajadores y para convertir las conciencias de los pueblos en
mercados de chatarra intelectual en el que brilla por su ausencia la
verdad y se la suplanta con la “espectacularidad” efímera. Le llaman
“noticieros”, “prensa”, “informativos”…. Hay eufemismos a raudales.
Para conseguir cierto efecto de credibilidad se fabrican (ellos mismos)
un “prestigio” a medida, santificado por los dueños del negocio
“informativo” y santificado por una buena lista de esbirros
“intelectuales” fabricados, también, a medida. Al menos, un balance
general desde la aparición de los primeros boletines de iglesia, los
primeros diarios y los primeros noticieros… arroja en el presente,
resultados espeluznantes. No se puede esperar mayor cosa de oligarquías
que han sido, principalmente, focos de ignorantes contagiosos.
Aunque tengamos muy en claro lo que debemos hacer, y lo que no debemos
hacer, en materia de “producción informativa” emancipadora, la praxis
ha sido débil. No es suficiente el rigor teórico ni el debate
acalorado, nos son suficientes las bibliografías ni las poses de los
eruditos “progres”. Tampoco nos sirven los corrillos de los “críticos”
que hablan a espaldas incapaces de resolver los problemas que hay
enfrente. El avance de los modos de producción “noticiosa” capaces de
derrotar al modelo hegemónico burgués requiere un plan de trabajo
político de gran alcance y a partir de condiciones concretas. Producir
información de calidad revolucionaria y divulgarla exhaustivamente debe
ser parte de la lucha mundial generalizada de la clase trabajadora
contra el capitalismo. No hay atenuantes.
Hemos sabido desde
hace mucho tiempo que un “noticiero” útil a la humanidad debe ser
fundamentalmente una herramienta organizadora en territorios concretos.
Una usina filosófica de la organización para intervenir correctamente
en escenarios específicos. Hemos sabido que esos escenarios específicos
son los frentes de lucha de la clase trabajadora no sólo en las
fábricas o en los campos contra los terratenientes, también en las
artes, en las academias, en las oficinas, en la cultura… ahí donde las
voces de los trabajadores se organicen para una lucha justa, ahí nace
la agenda de los noticieros revolucionarios.
Pero no es
suficiente con encontrar los escenarios, es necesario, además,
encontrar los vocabularios, las sintaxis, los tonos y los modos de
contar y contagiar el alma organizativa de la historia revolucionaria
en su escala y con las tácticas de los trabajadores y no la de los
informadores. Eso cambia todo el desafío y lo hace más complejo porque
lo hace dinámico, porque lo convierte en revolución cultural también
dirigida a despojarnos del modelo “noticioso” inoculado a los pueblos
como si se tratara de la única y mejor forma de transmitir información.
A muchos les resulta imposible el parricidio de forma y contenido mercantiles en materia de “noticias”. Pero habrá que hacerlo.
Por ejemplo, TeleSur ha dejado una marca imborrable e invaluable en la
batalla enorme de transformar la producción de información en una
herramienta revolucionaria de los pueblos para hacer visibles sus
luchas haciéndose visibles como protagonistas. Pero no podrá lograr
mucho por si sola una televisora que para crecer requiere que crezcan
con ella, en simultáneo, muchos otros medios de producción informativa
solidarios y concatenados en la lucha contra el modo y los medios
capitalistas de información. Se necesita una y dos mil “Prensa Latina”,
se necesitan miles de medios alternativos y comunitarios, televisoras,
documentalistas, radios, impresos expresando sus tácticas y estrategias
en lo concreto pero con una agenda de unidad sistematizada en los
objetivos de máxima. O sea, lo que no hicimos.
Hablamos de
una revolución mundial de la producción de información capaz de ser
nueva por ser colectiva, democrática y revolucionaria. Capaz de
aprender a sumar voces y hacer con ellas un relato poderoso contra las
mentiras y, principalmente, afianzar un método de producción en el que
sea la multi-polaridad de los puntos de vista la que construya
fortalezas en la lucha unificada por la verdad y contra el capitalismo
enemigo común de la especie humana.
La otra parte de nuestra
derrota histórica es no contar con las escuelas de formación que
necesitamos para la revolución de la información. Nosotros no
necesitamos informadores “neutrales”, nosotros necesitamos científicos
de la información que fijen postura la lado de los pueblos en la
búsqueda inalienable de la verdad y su construcción científica
necesariamente social ahí donde se lucha. Necesitamos compromiso
estético y ético para una revolución del pensamiento que necesita de la
información como la vida necesita del oxigeno. Nada más, y nada menos,
de ese calibre el la responsabilidad y el alcance de la tarea. Es tan
extraordinaria su importancia que no podemos dejarla en manos del
capitalismo, ni un minuto más. Entérate.
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