En este nuevo aniversario del nacimiento de Augusto César Sandino (18
de Mayo de 1895) comparto la carta que el gran patriota
nuestroamericano le enviara a Froylán Turcios, poeta, ensayista y
diplomático hondureño, director de la Revista Ariel, y permanente
colaborador del “general de hombres libres” en su campaña contra la
ocupación norteamericana de Nicaragua. La carta caracteriza con
exactitud la actitud de Washington hacia nuestros países, atizando la
hoguera de las disputas territoriales y fomentando la discordia y la
desunión para, de ese modo, caer indefensos ante la arremetida
imperial. Lo denunciaba Sandino en 1928 y su juicio sigue siendo tan
válido hoy como lo fuera ayer cuando se comprueban las maniobras
estadounidenses para sabotear a la UNASUR, la CELAC y para exacerbar la
rivalidad entre nuestros pueblos. La figura de este gran revolucionario
y eximio jefe militar asesinado por el dictador Anastasio Somoza en
1934 había quedado relegada a la memoria oral del pueblo nicaragüense.
Le debemos al periodista y ensayista argentino Gregorio Selser el
enorme mérito de haber rescatado su ejemplo y proyectado su figura a
toda América Latina y el Caribe cuando en 1955 publicó en Buenos Aires
su: Sandino, General de Hombres Libres, precipitando a partir
de ese momento la revalorización del legado antiimperialista del líder
nicaragüense y la fecundidad de su estrategia militar, exitosamente
puesta en práctica años despuéspor el Frente Sandinista de Liberación
Nacional.
La carta dice así:
El Chipotón, 10 de Junio de 1928.
Grande estimado maestro y amigo:
Con profunda sorpresa leí en Ariel del 1° de Mayo último, sus palabras
editoriales, relativas al peligro en que se halla la integridad
territorial de Honduras, en lo que respecta a la cuestión de límites
con Guatemala. Tanto sus palabras, como las que reproduce del editorial
de El Cronista de esa ciudad, hicieron que sintiera por un momento
helada mi sangre. Pronto comprendí que personajes de la política
imperialista yanqui, son los atizadores de esta hoguera
centroamericana.
En estos instantes me preocupan más las graves
dificultades entre ustedes, los dirigentes de Centro América, o sea la
Patria Grande, que la causa que yo mismo estoy defendiendo con mis
pocos centenares de bravos; porque me convenzo que con nuestra firmeza
de ánimo y el terror que hemos logrado sembrar en el corazón de los
piratas, nuestro final será evidente, mientras tanto que ustedes están
rodeados de patricidas que siempre andan al olfato de las causas
grandes, para dejar en ellas la semilla de la traición.
En
nombre de Nicaragua, de Honduras, de Guatemala y en nombre de Dios,
querido amigo mío, yo le suplico a usted y a todos los hombres de
entendimiento y claro patriotismo de América Central, traten de evitar
por todos los medios posibles, el acaloramiento de ánimos y la ruptura
de nosotros mismos. Ustedes están en la obligación de hacer comprender
al pueblo de América Latina, que entre nosotros no deben existir
fronteras y que todos estamos en el deber preciso de preocuparnos por
la suerte de cada uno de los pueblos de la América Hispana, porque
todos estamos corriendo la misma suerte ante la política colonizadora y
absorbente de los imperialistas yanquis. Las bestias rubias están
colocadas en uno de los extremos de la América Latina y desde allí
observan ávidas nuestros movimientos políticos y económicos: ellos
conocen nuestra ligereza de carácter y procuran mantener latente entre
uno y otro país nuestros graves problemas sin resolver. Por ejemplo, la
cuestión de límites entre Guatemala y Honduras, entre Honduras y
Nicaragua: el asunto canalero entre Nicaragua y Costa Rica, la cuestión
del Golfo de Fonseca entre El Salvador, Honduras y Nicaragua; la
cuestión de Tacna y Arica entre Perú y Chile. Y así por el estilo, hay
un encadenamiento de importantes asuntos en resolución entre nosotros.
Los yanquis nos tienen bien estudiados y se aprovechan de nuestro
estado de cultura y de la ligereza de nuestros caracteres para hacemos
peligrar siempre que a los intereses de ellos conviene.
Tomando como se debe, por lema las frases anteriores, los yankees sólo
pueden venir a nuestra América Latina como huéspedes; pero nunca como
amos y señores, como pretenden hacerlo. No será extraño que a mí y a mi
Ejército se nos encuentre en cualquier país de la América Latina donde
el invasor asesino fije sus plantas en actitud de conquista.
Sandino es indohispano y no tiene fronteras en la América Latina. Sin
más que recomendarle por ahora, querido maestro, le envío mi corazón,
con el cual le hablo en esta carta.
Patria y libertad.Augusto C. Sandino
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