Frente
a la arremetida gubernamental de estos días, con dos masacres de
guerrilleros y guerrilleras, la primera en Guapi (Cauca) y la segunda
en Segovia (Antioquia), en un contexto de intensificación de operativos
militares y de persecución, la Delegación de Paz de las FARC-EP expresa
frente al país y el mundo:
Duele constatar que una parte de
Colombia se ha acostumbrado a una guerra que dura ya más de 50 años y
aún no tiene vencedores ni vencidos.
En este momento por un
acuerdo de la Mesa de La Habana, se iniciaba la implementación del
Acuerdo sobre descontaminación del territorio de artefactos explosivos,
y se trabajaba en la adopción de otros acuerdos bilaterales de
desescalamiento del conflicto que nos acercaran a un cese al fuego
bilateral, a la espera de la firma del definitivo acuerdo de paz.
Y
cuando ya nos disponíamos a anunciarle al país el inicio y la
implementación de ese acuerdo, la masacre de 27 guerrilleros del frente
29 de las FARC-EP en el municipio de Guapi, a la que se suman otros 10
guerrilleros muertos en Segovia Antioquia, condujo inevitablemente a la
suspensión de nuestra decisión de mantener la medida del cese al fuego
unilateral que ya se hacía insostenible por la incoherencia de un
gobierno que aún no se decide a adoptar con convicción y decisión el
camino de la paz.
Para empeorar las cosas, el presidente Juan
Manuel Santos ha actuado ante la actual coyuntura con total ausencia de
buen juicio y con un discurso contrario al propósito de reconciliación,
de diálogo y de paz concertada que él pregona, propalando un mensaje
que solo puede favorecer a quienes ansían la perpetuación de la guerra
en Colombia.
Un jefe de Estado no puede regocijarse con la muerte
de compatriotas, mucho menos cuando estas representan golpes directos
contra su principal bandera de gobierno: El fin del conflicto.
En
Colombia, en consideración al bando en el que combatan, los muertos o
heridos producidos en idénticas condiciones, se presentan por parte del
gobierno nacional ante la opinión pública como de primera o de última
categoría, como “héroes” o como “villanos”, como “asesinados” o como
“neutralizados”, cuando en realidad no hay muertos que duelan más que
otros, todos ellos son padres, madres, hijos, hijas, hermanos o
hermanas, todos somos pueblo colombiano.
Sin lugar a dudas los
luctuosos acontecimientos ocurridos la semana pasada son un paso atrás
en lo avanzado hasta ahora en la Mesa de La Habana.
El pueblo
colombiano clama por la paz. Santos fue reelegido en su segundo mandato
para que alcanzara la paz. Nuestra Delegación de Paz fue mandatada por
todos los guerrilleros y guerrilleras del país para la misma labor.
Nosotros
actuaremos con suma responsabilidad frente a esta ordenanza recibida de
nuestras bases y al anhelo de las mayorías nacionales. Procederemos
siempre con cabeza fría y el corazón ardiente, no podemos echar por la
borda los esfuerzos empeñados en ya casi tres años de conversaciones.
La construcción de un acuerdo de paz nos exige a todos sindéresis, realismo y coherencia.
En
La Habana se discute el futuro de Colombia y solo los más necios, los
ultramontanos y los guerreristas podrían confundir esta obligación con
debilidad de las partes.
Ni el gobierno nacional, ni el
presidente Santos pueden actuar al vaivén de intereses
ultraderechistas, nacionales y extranjeros, presiones militaristas, o
cálculos electoreros oportunistas para subir en las encuestas. Por el
contrario, un gobierno serio debe enfocarse en los problemas concretos
y en los objetivos superiores.
Las FARC EP venimos trabajando por
la paz, proponiendo medidas para alcanzarla y asumiendo las
responsabilidades que nos tocan respecto a lo ocurrido durante este
largo conflicto.
Pero no puede pretenderse que a través de la
presión militar o de las amenazas, se pueda doblegar nuestra voluntad
de lucha. Ese es un camino equivocado y es obvio que la paz no se
alcanzará nunca escalando el conflicto.
En las FARC-EP no nos
alegramos por la muerte de ningún compatriota. Nos duelen los once
soldados de Buenos Aires y nos duele la muerte de todos nuestros
camaradas.
Nos duele profundamente la situación del niño indígena
Yerman Vázquez Campo herido gravemente el 12 de mayo por un artefacto
del Ejército abandonado en la Hacienda “La Ucrania”, corregimiento El
Jagual de Corinto, Cauca, por la fuerza de tarea Apolo, hecho que fue
silenciado por todos los medios de comunicación. Y nos duele también la
muerte de la niña indígena de Buenos Aires, muerta por un artefacto
explosivo y que sin ninguna prueba se nos endilgó a nosotros.
Para
eso estamos en La Habana, para detener estas muertes y comprometernos a
construir un país donde ninguna familia de compatriotas tenga que
repetir el dolor de hechos como estos.
Rendimos un profundo
homenaje a los camaradas caídos en los últimos bombardeos, eran dignos
hijos de Colombia que dieron su vida por sus ideales y por el bienestar
de todo el pueblo colombiano.
Acompañamos a sus familiares en el dolor que los embarga
Honor
y gloria a todos y cada uno de estos hombres y mujeres comprometidos
con los cambios sociales, que lo sacrificaron todo por luchar desde las
trincheras guerrilleras. Su legado vive y vivirá en la valentía de toda
la guerrillerada.
Exigimos al gobierno nacional que los cuerpos
de nuestros compañeros y compañeras asesinados en bombardeos recientes,
sean entregados con diligencia a sus familiares y que reciban un
entierro digno como lo merece cualquier ser humano. Al mismo tiempo
solicitamos la debida veeduría a los entes y organismos humanitarios
nacionales e internacionales.
Los diálogos de paz necesitan un fuerte impulso, y éste solo podrá venir de una tregua bilateral.
Las
FARC EP llamamos al Gobierno y a los medios de comunicación colombianos
a que actúen con la responsabilidad y el sentido patriótico a que están
obligados, para de una vez por todas crear las condiciones que pongan
fin al conflicto que desangra a nuestro pueblo desde hace más de 50
años.
Mantendremos en alto nuestras banderas de paz con justicia
social, cese bilateral de fuegos y Asamblea Nacional Constituyente. Por
esta senda es posible una alternativa a la guerra.
Fuente: https://www.pazfarc-ep.org/
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