Con fecha domingo 17 de mayo de 2015, la revista mexicana Proceso
publicó en portada un cintillo o cabeza secundaria que dice: “Las FARC
entrenan a jefes del Cártel de Jalisco”. Y en las páginas 10, 11 y 12,
bajo la firma de J. Jesús Esquivel, el texto correspondiente, datado en
Washington.
La tremendista, ampulosa y muy amarilla cabeza
llama la atención del lector. Pero el supuesto reportaje no se
corresponde con el título y resulta decepcionante o, más precisamente,
fraudulento.
En la página 10, el sumario del supuesto trabajo
periodístico dice: “Tiene acumuladas varias décadas de experiencia en
su lucha contra las fuerzas del Estado y ahora se dedica a transmitir
ese conocimiento. Es la guerrilla colombiana de las FARC”. (Y aquí
viene lo bueno) “Según fuentes estadounidenses de inteligencia
(anónimas, por supuesto), los narcos jaliscienses recibieron
entrenamiento en las selvas de Colombia”.
Supongo que los
editores de la revista y J. Jesús Esquivel saben que un reportaje sin
fuentes vale lo mismo que un cacahuate. Y que las fuentes anónimas,
unilaterales y no contrastadas no son fuentes verdaderas, es decir,
dignas de crédito. Que son más bien fuentes de calumnias, de intentos
de desprestigio, de guerra sucia, de propaganda negra.
Aquí
van las dichosas fuentes del breve libelo: “agencias federales
estadounidenses”, “fuentes de inteligencia de Estados Unidos”,
“nuestros sistemas de inteligencia (de EU) en Colombia”, “un alto
funcionario de una de las agencias estadounidenses de inteligencia”,
una “fuente que aceptó hablar a condición de no revelar su identidad ni
la de la dependencia federal para la cual trabaja”, “varios informes
(estadounidenses) de inteligencia”, “un funcionario de otra instancia
estadounidense de inteligencia, quien también pide el anonimato para él
y para la dependencia en la que presta sus servicios”, “el Centro de
operaciones contra el narcoterrorismo (CNOC) de la División de
Operaciones Especiales de la DEA”, “un reporte confidencial”, “otro
informe confidencial”.
Hace algunos años, un amigo mío,
general del ejército mexicano que fue nada menos que rector de la
Universidad del Ejército y Fuerza Aérea me dijo en el curso de una
amable comida: “Las FARC practican el terrorismo”, a lo que respondí de
inmediato: Me tendrás que dar tu fuente, mi general”. Y contestó a su
vez: “Por supuesto. Hoy mismo te la mando por correo electrónico”.
Horas más tarde llegó la fuente del general: una fotocopia de una
notita de un diario mexicano bastante conservador que decía, sin fuente
alguna, salvo el corresponsal en Colombia, que las FARC ponían bombas
en sitios públicos.
La calumnia, deliberadamente escueta,
vaga, imprecisa, es la materia prima de esos sesudos informes de
inteligencia luego convertidos en reportajes periodísticos. Pero logra
los efectos buscados: sembrar en la mente del lector, aunque se trate
de un hombre ilustrado y con mucha experiencia vital y académica como
mi amigo general, la infundada especie, que luego éste repite porque lo
vio en letra impresa.
No es de sorprender que los nuevos
nazis asentados en Washington, verdaderos maestros de la guerra sucia,
la desinformación y la propaganda negra fabriquen y suelten especies
tan absurdas y calumniosas como las citadas. Ese es su trabajo:
combatir con mentiras y datos falsos a sus enemigos. ¿O alguien duda
que EU considera a las FARC como su enemigo?
Lo sorprendente
es que haya periodistas y publicaciones supuestamente serios que den
cabida a especies que, bien se sabe, son trabajos de desinformación,
guerra sucia y propaganda negra. ¿Ingenuidad? ¿Falta de
profesionalismo? ¿O qué?
Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor. com.mx
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