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Adital
Recientemente
la OIT [Organización Internacional del Trabajo] presentó un informe sobre el trabajo
juvenil en América Latina, en el que muestra la penosa situación de
informalidad laboral y desempleo que padecen los jóvenes de esta región (13% en
promedio), muy superior al desempleo de los adultos; y analiza las políticas
que han aplicado los diferentes países para contrarrestar este flagelo.
El
estudio, titulado Juventud e informalidad: formalizando la informalidad
juvenil. Experiencias innovadoras en América Latina y el Caribe, revela que en
América Latina hay 108 millones de jóvenes entre los 15 y 24 años de edad, y de
ellos apenas un poco más de la mitad están empleados.
Destaca
que la economía latinoamericana ha mejorado, y con ello también las
oportunidades para sus habitantes. Pero esta mejoría no es evidente para los
jóvenes. "Estamos ante la generación más educada que hayamos tenido, en países
donde la pobreza se ha reducido, pero estas mejorías no son evidentes para los
jóvenes que salen en busca de un empleo digno”, dice Elizabeth Tinoco,
directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe.
Los
empleos que consiguen los jóvenes son mal remunerados, inestables y con malas
condiciones laborales. Unos 27 millones de jóvenes tienen que conformarse con
estos empleos precarios, los únicos que se les ofrece. Además, una vez los
asumen tienen dificultad para salir de ellos.
Lo
preocupante, anota Tinoco, es que la falta de empleos y la condición precaria
de estos puede tener repercusiones sociales, económicas y políticas, y alterar
la gobernabilidad de los países. Los jóvenes en Latinoamérica no están siendo
bien aprovechados por la economía y cerca de 20 millones de ellos prefieren
quedarse en sus casas sin ocupación ni estudio. Los llamados Ni-ni.
El
estudio revela la tasa general de informalidad en la región es del 47%,
teniendo en cuenta todos los trabajadores, cifra que aumenta en los trabajadores
de menores ingresos, donde esta tasa puede llegar al 75%.La tasa de
informalidad específica para jóvenes supera el 55%. Para 2013 la mayor
informalidad en el trabajo juvenil se presentó en Perú, Guatemala, Paraguay y
Honduras, donde 8 de cada 10 trabajadores jóvenes se empleaban en la
informalidad. Y el que menor informalidad tuvo fue Uruguay: 33%.
Los
jóvenes que trabajan en la informalidad tienen menos beneficios que los
empleados de otros grupos de edad que realizan los mismos trabajos. En promedio
los jóvenes trabajadores informales son menores un año en edad que los
formales, tienen dos años menos de educación, viven menos en zonas urbanas y se
ubican en los hogares más pobres. El 9,3% de los trabajadores jóvenes que están
en la informalidad reciben menos de 2,5 dólares al día.
En
cuanto a la permanencia de los jóvenes en sus empleos informales, el estudio
analizó 4 países: Brasil, Méjico, Argentina y Chile, en los que durante un año
se midió el porcentaje de los trabajadores jóvenes en la informalidad. En
México el 57% de ellos permaneció al año siguiente, en Argentina el 50%, en
Brasil el porcentaje que se mantuvo en la informalidad fue más bajo: 35%, y en
Chile 19%.
Qué están haciendo
los gobiernos
El
estudio de la OIT visibiliza los esfuerzos y las intervenciones de los
gobiernos para reducir las tasas de precariedad y desempleo juvenil; esfuerzos
que son muy recientes y no han sido aún objeto de evaluaciones para analizar su
efectividad. Asimismo afirma que la efectividad de las intervenciones es más
robusta cuando se combinan varias políticas públicas.
Según
este estudio, en materia de políticas de formalización laboral de los jóvenes,
las intervenciones de los gobiernos son de tres categorías. Una primera
corresponde al fomento de incentivos a las empresas que creen puestos de
trabajo formales, como son los subsidios para el desarrollo o expansión de
negocios y del empleo, y los programas dirigidos a aumentar las calificaciones
de la fuerza de trabajo.
La
segunda categoría tiene que ver con iniciativas dirigidas específicamente a
formalizar trabajos y unidades informales, como son los regímenes de "blanqueo”,
los esquemas de inspección laboral y el apoyo a la formalización de
micro-negocios de baja productividad.
Y
una tercera categoría agrupa las iniciativas de extensión de coberturas
sociales a trabajadores informales, aún sin la formalización de su puesto de
trabajo, como son los programas de protección social del tipo prestaciones por
desempleo, cobertura de servicios de salud y protección a la maternidad.
En
algunos casos, bajo una misma iniciativa, se pueden identificar componentes que
abarcan más de una de las anteriores categorías, es decir, pluralidad de
instrumentos detrás del mismo objetivo de formalización. La mayoría de esas
iniciativas las han aprobado los congresos de los distintos países, pero hay
otras que son producto de decretos de gobiernos locales.
Cómo está Colombia
Colombia
no es la excepción en relación con la problemática de desempleo e informalidad
laboral juvenil en América Latina. Según las cifras más recientes del Dane
[Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas], la tasa de desempleo
juvenil es del 16%, es decir 7,1 puntos porcentuales arriba de la tasa de
desempleo global del país, que en el pasado mes de marzo fue de 8,9%.
En
cuanto a informalidad, mientras la tasa de informalidad para las 13 áreas es
del 48,3%, la tasa de informalidad para los jóvenes es mucho mayor. El estudio
de la OIT la calcula en 64%, lo cual va en detrimento de sus condiciones de
vida, pues muchos de ellos no tienen seguridad social ni prestaciones. El 30,5%
de los jóvenes colombianos trabajan como cuentapropistas, que en su mayoría son
trabajos informales.
En
lo relativo a salarios, los jóvenes colombianos que tienen un empleo formal aproximadamente
duplican en salario a los que trabajan en la informalidad. Y en el tema de seguridad
social en salud, el porcentaje de los jóvenes informales que están asegurados
es mínimo: entre el 12% y 16%.
En
Colombia hay 5 sectores de actividades priorizados por el gobierno nacional, a través de la estrategia
Colombia Formaliza, para mejorar la generación de empleos: comercio,
construcción, transporte, restaurantes y hoteles, y servicios.
El
estudio resalta que el gobierno colombiano ha emprendido acciones para
disminuir el desempleo en todos los grupos etarios. Para el grupo de los jóvenes
específicamente menciona la "Ley de formalización y generación del empleo” (Ley
1429 de 2010), los programas de emprendimiento y los de formalización de
empresas.
También
resalta la importancia del diálogo social, como herramienta para aportar a la
construcción de mejores relaciones entre las políticas nacionales y los
programas locales para mejorar la situación de los jóvenes.
Plantea
que debe haber una mejor sistematización de los programas y políticas, a fin de
que los beneficiarios tengan mejor acceso a la información y de esta manera las
políticas públicas tengan un mayor impacto.
Finalmente,
resalta que las políticas públicas para abordar el tema de desempleo e
informalidad juvenil deben ser pertinentes, y para ello deben estar respaldadas
con investigaciones y conocimientos previos.
El
informe completo se puede ver en:
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