¿Se acuerdan de Néstor Cerpa y del asalto a la embajada japonesa en Lima?
¿Se acuerdan de Montesinos y de Fujimori y del cardenal Cipriani?
Los
dos primeros están presos, pero el obispo del Opus Dei continúa dando
cátedra, su influencia es creciente, e incluso escribió un libro sobre
los sucesos de la embajada, desfigurando, claro está, su papel
indudablemente protagonista.
1- En diciembre de 1996 un
comando del MRTA asaltó la embajada nipona en Lima durante una fiesta
haciéndose con centenares de rehenes, 549 de los cuales fueron
liberados. Permanecieron hasta el final 72 , junto a los 14
guerrilleros y guerrilleras. Pero “el final” duró hasta el 22 de abril
de 1997, y en esos 125 días hubo de todo, dentro y fuera de la
embajada.
Néstor Cerpa, que comandaba la toma, había sido
líder sindical del textil, había pasado por las cárceles por
sindicalista, hasta que se integró al movimiento revolucionario Tupac
Amaru, muy diferente a Sendero, en métodos, en expectativas.
Sus
demandas en la acción de la embajada tenían que ver con perspectivas de
paz, y liberación de presos tratados de forma infrahumana. La compañera
de Néstor Cerpa también estaba presa.
Su madre, durante esos días de la toma en Lima, daba una conferencia en el salón de actos de la Caja Rural en Gijón.
Entre
los rehenes que permanecieron hasta el 22 de abril estaban Javier Díez
Canseco, parlamentario de la izquierda peruana que murió hace un año, y
Alejandro Toledo, que después sería presidente en Perú. Sus
testimonios, bastante ocultados, son claves para conocer “el clima” en
el interior de la embajada, y la “confianza” generada durante ese
tiempo en que, fuera, Fujimori aparentaba gestionar los reclamos de los
insurgentes, viajaba buscando salidas, y manejaba un lenguaje
tranquilizador.
Confirmando ese clima de posible salida
negociada, incluso el ministro cubano de exteriores viajaba a Japón, y
se ratificaba la solución pacífica, dado que la operación se realizaba
en territorio oficial japonés, cuyas autoridades debieran estar en todo
momento informadas de cualquier preparativo.
Para la
intermediación se utilizaba a Cipriani, designado por el Vaticano, en
la comisión de garantes, que incluía a la Cruz Roja, pero cuyo
responsable, Michel Minning, fue declarado finalmente persona no grata
por Fujimori, y retirado por la Cruz Roja. Previsiblemente Minning se
negó a asumir el papel de espía que sin ninguna duda jugó el obispo
fujimorista, al que se le señalan “procedimientos” como la introducción
de micrófonos y cámaras, muy ajenos a su misión vaticana.
El
“clima” generado incluyó una rutina, donde los guerrilleros jugaban
futbol, se efectuaban conversaciones relajadas con los rehenes, algunos
de éstos seguramente con “síndrome de Estocolmo” por la “amabilidad” y
buenos modales del trato de los insurgentes, algunos intercambios con
medios de comunicación, y conversaciones con la comisión de garantes,
con el convencimiento de que habría solución sin sangre.
La
comisión de garantes dijo públicamente tener comprometidos en la
solución pacífica a los gobiernos de Canadá, Japón, Cuba y la Santa
Sede.. y la “confianza” fue extrema.
Los puntos oficiales
de ese Acuerdo con el comando guerrillero incluían su exilio y amnistía
a Dominicana y Cuba, el reparto de determinadas cantidades de víveres
en los barrios pobres de Lima y provincias, la mejora de las
condiciones carcelarias a los presos y la excarcelación de 17 de ellos
(entre quienes estaría Nancy la esposa de Néstor) , y una cantidad sin
especificar de dinero proveniente de empresas japonesas para el MRTA.
.. y Cipriani fue el encargado de anunciar ese acuerdo y los pasos que se irían dando para cumplirlos..
El
22 de abril de 1997, sin embargo, lo que se había estado preparando en
verdad a costa del clima de confianza, fue el asalto militar a la
embajada. Los guerrilleros no cumplieron su amenaza de matar a los
rehenes pese a haber podido hacerlo. En cambio fueron asesinados,
atados y ya detenidos varios de ellos, y Fujimori asumió el “éxito “ de
la operación haciéndose fotos entre los cadáveres mutilados de los
abatidos.
2-Desde agosto de 2012 una de las guerrillas
colombianas está en conversaciones de paz, y otra de ellas también ha
anunciado intercambios con el gobierno para obtener una paz negociada
en el país bolivariano.
A sabiendas de que la paz de las
armas no es la paz a la que aspiran los movimientos sociales, muchos
partidos y movimientos han estado con fuerza apoyando este proceso
negociador que ha logrado varios acuerdos pero que ninguno de ellos se
pondría en práctica hasta que todo esté acordado. Incluso varios de
esos partidos y sindicatos, tapándose la nariz o no, han pedido el voto
presidencial en segunda vuelta para Santos.
Para animar el
“clima” de acuerdos esos movimientos y la propia guerrilla vienen
demandado una tregua militar en los combates, a lo que el gobierno se
ha negado sistemáticamente. Habitualmente las guerrillas venían
“decretando” treguas unilaterales en los fines de año, coincidiendo con
fiestas navideñas, y hace cinco meses las FARC-EP tomaron la decisión
por su cuenta de tregua unilateral con propuesta de que tuviera
verificación externa de que si no los atacaban no tendrían acciones
defensivas. Ese decreto acaban de revertirlo, alegando que más de 80
guerrilleros han sido ultimados en las últimas semanas, la mayoría
“mientras dormían”, bombardeados y sin posibilidad de defenderse o
tratar de salvar sus vidas.
No es ninguna sorpresa, ni en
Colombia ni en ningún lugar del mundo que mientras se “conversa” para
la paz los contendientes sigan con sus acciones de guerra. Sí lo es más
el que una de las partes manifieste posturas para “desescalar el
conflicto” y la otra se aproveche para asesinar combatientes desarmados
o bombardear con muchas toneladas sus posiciones… mientras en la Mesa
“se mete prisa” para aceptar condiciones.
Las aspiraciones
a lograr la paz en Colombia por parte de las víctimas del conflicto,
que son millones, desde luego son muy superiores a los intereses que
pueda tener la avariciosa oligarquía colombiana en una paz que siga
siendo funcional a sus ganancias.
Que en 33 meses en que
jefes guerrilleros y guerrilleras están en La Habana puedan haber
adquirido un “síndrome Néstor Cerpa” que les haga tener confianza en un
personaje tan falaz como Santos, y hayan podido perder “contacto” con
el clima real en los campos y ciudades colombianas, podría ser una
inquietud como para tener en cuenta para lo que “tenga que venir” en
materia de acuerdos y desacuerdos, empezando o continuando por el
mantenimiento de la guerra más sucia, por las estructuras
paramilitares, que quedarían ahí, intactas, para seguir asesinando,
provocando, destruyendo, todo el potencial de paz que se le pueda
atribuir a las buenas maneras de las insurgencias colombianas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario