Granma Internacional
Adital
Por
Elson Concepción Pérez
Cuando
se recuerda hoy, sea por lecturas, testimonios o por filmes, lo acontecido en
la II Guerra Mundial, vemos cuán distante estamos de lo que creíamos se había
sepultado para siempre: la irracionalidad contenida en las guerras y otros
conflictos.
Todo ha
sido distinto y para peor. Este mundo anárquico nos asfixia de solo conocer la
magnitud de los problemas existentes.
Hoy el planeta donde habita una población de 7 300 millones de personas se enfrenta a realidades que parecen pesadillas, cuando debiera vivir en paz.
Lo peor
de todo es que los conflictos actuales se están escapando del control de los
grandes centros de poder que, en muchos casos, quisieron resolver las
situaciones a través de las armas y el resultado ha sido totalmente inverso.
Cuando
vemos los cientos o miles de africanos que tratan de cruzar en frágiles o
saturadas embarcaciones el mar Mediterráneo y mueren ahogados antes de llegar a
las costas europeas, percibo que ese dilema está fuera del control de los
gobiernos de esa región y de las instituciones internacionales.
Hay
testimonios —muchos— de africanos que se lanzaron a la mar a esa tenebrosa
travesía porque "ante el hambre y la extrema pobreza que viven en sus países,
optan por buscar algo nuevo y mejor, allende los mares”. También he leído más
de un relato donde estos mismos seres humanos dicen: "antes de morir por hambre
y enfermedad, prefieren morir ahogados en medio del Mediterráneo”.
Hasta
hoy ninguna medida europea ha estado dirigida a la raíz del problema, es decir,
a buscar fórmulas y recursos para que naciones que fueron colonias de esos
mismos países, que las explotaron y robaron sus riquezas naturales durante
siglos, contribuyan ahora a saldar esa vieja deuda y dar de comer a los
millones de desposeídos de un continente herido y sangrando.
Otro
ejemplo, en mi opinión más que convincente, de cómo se está perdiendo el
control de la situación mundial, es el auge del terrorismo escenificado
principalmente en la región del Oriente Medio.
No
olvidar que de la red terrorista Al Qaeda se vino a hablar solo cuando Estados
Unidos usó sus servicios para expulsar a los soviéticos de Afganistán y tomar
ellos las riendas de esa y otras naciones.
El
máximo exponente de ese grupo fue un hombre formado por la CIA norteamericana,
y convertido luego de los ataques a las Torres Gemelas en septiembre del 2001,
en un monstruo al que había que eliminar aunque fuera como se hizo, en
circunstancias oscuras y sin constancia alguna de cómo se ejecutó a Bin Laden
en tierra paquistaní.
Pero Al
Qaeda continuó su derrotero terrorista, mientras aparecía en el mismo escenario
de países del Oriente Medio, el llamado Estado Islámico (EI), de cuyo parto se
sabe que fue inducido por Washington cuando necesitó de esas fuerzas para
derrocar, sin lograrlo, al gobierno de Siria.
No
conquistado ese objetivo y ante el fenómeno del crecimiento del accionar
terrorista del EI, el Pentágono optó por la acción militar para combatirlo, con
bombardeos desde el aire a territorios de Irak y Siria, en este último país sin
el consentimiento del gobierno.
Los
muertos en ambas naciones se suman por decenas de miles. Las ejecuciones por
parte del EI de personas, son tan bárbaras que no tienen similitud ni siquiera
con la época de las cavernas. A la usanza de los tiempos modernos que corren,
usa sofisticados medios, blog, videos y otros, para que el mundo conozca de qué
tipo de terrorismo estamos hablando.
Hoy,
ese grupo con pretensiones de formar califatos y gobernar a su manera a grandes
territorios, ha extendido sus tentáculos a Libia, se habla de misiones en Yemen
y en Nigeria, unido a los terroristas locales de Boko Haram.
Y lo
peor de todo. Los actuales centros de poder mundial ven cómo se escapa de su
control cada uno de estos focos de desestabilización, ingobernabilidad e
irracionalidad.
Otros
muchos conflictos actuales reflejan la inercia en algunos casos y el estímulo a
la violencia en la mayoría, que ejercen países de gran peso económico y militar.
Algo
similar ocurre con el total desconocimiento y hasta burlas que hacen esos
mismos gobiernos a organismos internacionales como la ONU, que nacieron para
evitar la guerra y construir la paz, y se le hace muy difícil lograrlo.
Agréguese
a tan desastrosa situación, el efecto real y no de futuro, sino de presente,
que está provocando el cambio climático.
Muchas
conferencias, reuniones de todo tipo, estudios completos o menos completos,
parecen no haber creado la conciencia necesaria en quienes, también desde los
centros de poder, debían adoptar posturas racionales en bien de la humanidad
toda y contribuir a que ese enemigo de la especie humana no nos devore.
Efectos
del cambio climático como las grandes sequías, inundaciones, ciclones
tropicales, terremotos, devastación de bosques, contaminación de las aguas
contenidas en el manto freático, y el calentamiento que derrite el Ártico aún
hoy no se les enfrenta con medidas reales de obligatorio cumplimiento.
Vale
recordar que desde hace décadas se han hecho advertencias sobre los efectos
reales de este problema, que lejos de resolverse, sigue arrancando hojas del
calendario de la vida, y parece que el planeta Tierra se nos viene encima.
Fuente: Granma
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