En
lo profundo de las colinas del este de Tennessee se levanta un gran
complejo militar llamado “Y-12”. Es el lugar donde se produce y se
almacena todo el uranio altamente enriquecido que se usa para producir
el arsenal de ojivas nucleares de Estados Unidos. El complejo está
situado en Oak Ridge, la “ciudad secreta” que fue creada prácticamente
de un día para el otro durante la Segunda Guerra Mundial y donde se
produjo el uranio para la bomba atómica que fue lanzada sobre Hiroshima
el 6 de agosto de 1945. Hoy en día, el complejo, apodado “El Fuerte
Knox del uranio” (NO LEER ), alberga cantidades de este elemento
radiactivo suficientes para hacer 10.000 bombas atómicas.
Fue allí
que, poco antes del amanecer del 28 de julio de 2012, tres activistas
por la paz del movimiento Plowshares, entre ellos una monja de 82 años
de edad, burlaron los numerosos sistemas de seguridad de las
instalaciones y llegaron al corazón del complejo, el Centro de
Almacenamiento de Materiales de Uranio Altamente Enriquecido o HEUMF
(por su sigla en inglés). Pintaron mensajes de paz en las paredes,
vertieron sangre, martillaron el concreto y fueron detenidos. A
principios de este mes, un tribunal federal de apelaciones revocó sus
condenas por sabotaje y los dejó en libertad tras dos años de cárcel.
Esta es la primera vez que se revierte una condena por sabotaje a
activistas de este grupo, un momento histórico para el movimiento por
el desarme nuclear.
Plowshares es un movimiento que deriva su
nombre del versículo 2:4 del libro de Isaías en la Biblia, que
instruye: “Convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en
hoces. No alzará espada nación contra nación ni se adiestrarán más para
la guerra". Inspirados por la fe y comprometidos con la acción
militante, los activistas de Plowshares han llevado a cabo acciones
directas no violentas durante los últimos 35 años. Acceden a
instalaciones militares de máxima seguridad y dañan con martillos armas
de guerra, sea que se trate de aviones de combate o depósitos de
misiles, o, como en este caso más reciente, el complejo que enriquece y
almacena uranio para la producción de bombas.
Entre los primeros
activistas de Plowshares estaban los hermanos Berrigan, el padre Daniel
y el fallecido Philip, que habían concitado la atención nacional por la
quema de listas de reclutamiento en protesta contra la guerra de
Vietnam. En 1980, los Berrigan ingresaron junto con otros activistas a
la fábrica de misiles nucleares de General Electric en la ciudad de
King of Prussia, en Pensilvania, y dañaron con martillos los armazones
de las ojivas, dejándolos inutilizables. Por esta y muchas otras
acciones posteriores fueron varias veces a la cárcel. Decenas de
protestas similares por el desarme se han producido en todo el mundo
desde entonces.
Los activistas que lograron entrar en el
complejo ultra seguro Y-12 conforman un trío muy especial: la hermana
Megan Rice, una monja católica; Michael Walli, un veterano de la guerra
de Vietnam que se volvió activista católico por la paz; y Greg
Boertje-Obed, un ex oficial del ejército de Estados Unidos, ahora
pintor de casas y activista por la paz. Después de cortar cuatro líneas
de cercas y atravesar terrenos patrullados para llegar al HEUMF ,
pintaron consignas que decían “El fruto de la justicia es la paz” y “A
Isaías le agradan los Plowshares”. Como en acciones anteriores, el
grupo acuñó un nombre para sí mismo: “Transform Now Plowshares”
(“Transformar ahora las espadas en arados”, en español). Le pregunté a
la hermana Megan qué significaba. “¿Por qué hemos gastado en este lugar
diez billones de dólares en 70 años, cuando ese dinero podría haber
sido utilizado para transformar no solamente Estados Unidos, sino el
mundo, en una alternativa para una vida mejor? En su lugar, hacemos
algo que nunca podrá usarse, nunca debería usarse, que probablemente
nunca se use a menos que queramos destruir el planeta”.
La falla
de seguridad generó conmoción en los organismos de seguridad nacional,
en especial en el Departamento de Energía, que está a cargo del Y-12 en
el este de Tennessee. Si bien los tres activistas de Transform Now
Plowshares enfrentaban cargos federales de sabotaje y hasta 30 años de
prisión, durante el juicio permanecieron en libertad bajo fianza y
libres de asistir a las audiencias del Congreso impulsadas por su acto
de desobediencia civil, que The New York Times calificó de “la mayor
violación de la seguridad en la historia del complejo atómico del
país”. Sorprendentemente, Joe Barton, congresista republicano de Texas,
elogió a la hermana Megan Rice:
“Queremos agradecerle por
señalar algunos de los problemas en nuestra seguridad. Aunque yo no
estoy totalmente de acuerdo con la plataforma que defiende, le
agradezco por señalar las carencias de nuestro sistema de seguridad y
por estar presente hoy. Señor presidente, esta jovencita llevaba
consigo una Santa Biblia. Si hubiera sido una terrorista, solo Dios
sabe lo que podría haber sucedido”.
Ed Markey, congresista
demócrata de Massachusetts y actualmente senador, también se dirigió a
la hermana Megan: “Gracias, hermana Megan Rice, por estar presente.
Gracias por sus acciones. Gracias por su férrea voluntad de hacer
centrar la atención en esta acumulación de armas nucleares que aún
existe en nuestro mundo y lo mucho que necesitamos hacer algo para
reducirla. No necesitamos más armas nucleares. Necesitamos menos”.
La
hermana Megan Rice ahora tiene 85 años de edad. Ella y sus compañeros
acusados esperan la decisión de un tribunal de primera instancia para
saber si deben o no seguir tras las rejas por los cargos menores de
destrucción de bienes del Estado, por el corte de cercas, pintar
consignas y verter sangre en el Y-12. Pero, ciertamente, la libertad de
la cárcel no es lo que más le preocupa. “Realmente no diría que nos
sentimos libres, porque mientras exista una sola arma nuclear, nadie
será libre”.
© 2015 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy
Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión
en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que
luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios
en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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