Adital
Por Kajkoj
Máximo Ba Tiul
Desde
hace más de 50 años, nuestro país ha sido el escenario para experimentar
relaciones geopolíticas de los Estados Unidos con la región y que tiene como
objetivo principal controlarnos, para evitar que exista otra Cuba o en
situaciones actuales, que nuestro país no se una a los movimientos del sur, en
este caso a Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, principalmente.
Foto: nomada.gt
Con la
excusa de promover políticas contra la corrupción y las dictaduras, también
promovieron programas de seguridad en el continente, como la doctrina de
Seguridad Nacional, la pacificación de la región al final de 1980 y los nuevos
planes de desarrollo como el Plan Puebla Panamá, Plan Mesoamérica y, el último,
Plan de la Prosperidad, que más que desarrollar programas humanos, tienen un
componente, como ya lo hemos afirmado, de corte militar-neoliberal, que
requiere de una nueva doctrina militar y, por lo consiguiente, buscar la forma
de cómo los nuevos ejércitos dejen de estar bajo el control del narcotráfico o
a la inversa.
Esto ha
motivado nuevas relaciones entre las oligarquías y burguesías de la región, con
los grupos viejos y nuevos de las filas militares y que ha generado en otros
países, no nuevas formas de democracias, sino nuevas formas de control social y
militar, como lo promovido en lo que en su momento se llamó la "Primavera
Árabe” o la política antitalibán y antiislámica, que en vez de mejorar la
situación de las poblaciones, las han llevado a mayores violencias y control
político-militar.
Hoy, en
Guatemala, posiblemente es lo que puede estar ocurriendo. Si bien es cierto que
la población clase media del país está cansada de tanta corrupción e impunidad
y que tuviera como culmen la renuncia de la señora Baldetti, esto también está
siendo aprovechado por los grupos de poder económico-político y militar, con
apoyo de los Estados Unidos para fortalecer sus planes de intervención en la
región, para promover su nuevo modelo de desarrollo.
En ese
sentido, cualquiera de las propuestas para sustituir a Baldetti, incluyendo al
señor Maldonado Aguirre, quien ahora ya es vicepresidente de la República, no
tenía otro significado para los Estados Unidos y para los grupos de poder, más
que asegurar sus planes políticos, económicos y militares en Guatemala y en la
región, relacionado con el extractivismo.
La
misma carta del gobierno de los Estados Unidos en relación a la renuncia de
Baldetti lo demuestra, sobre todo porque brinda su apoyo incondicional al
gobierno de Otto Pérez Molina y llama a la sociedad civil a no romper el orden
constitucional e institucional del país.
Y eso,
en definitiva, se asegura con la elección del nuevo vicepresidente, porque en
el momento en que se decidan por la renuncia del presidente, él quedaría en su
lugar, asegurando las buenas relaciones con los Estados Unidos.
Las
movilizaciones sociales deben generar una ruta para promover los cambios
estructurales en el país.
Fuente: Prensa Libre
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