El hecho que hayan callado a Uribe es una mera estrategia electorera
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Pedro Santana Rodríguez
Muchos son los escándalos que rodean no sólo la campaña del uribismo sino los ocho años de gobierno de Álvaro Uribe Vélez, comenzando por las chuzadas de las cuáles hasta ahora los organismos judiciales no nos han dicho quién finalmente ordenó esas interceptaciones ilegales y menos aún con qué propósitos se hicieron. Habría que recomendarle a la lenta Fiscalía que se preguntará el motivo real que tenían estas interceptaciones ilegales. Pero, habría mucho más, qué paso con Luis Guillermo Giraldo Hurtado y los fraudes para lograr el tercer período de Uribe. Los nexos con la captadora ilegal en el mercado financiero, DMG de Murcia y compañía; pero también podríamos preguntar por los falsos positivos, es decir, por el asesinato de más de dos mil jóvenes indefensos para mostrar resultados en lucha contra la guerrilla y más aún qué motivó el programa de Agro Ingreso Seguro y la desviación de recursos a los amigos del régimen. La lista podría ser interminable.
Con respecto a la
campaña electoral en curso habría que preguntarse por los nexos del
centro de interceptaciones ilegales localizado en el barrio Galerías de
Bogotá y el Hacker Sepúlveda; la participación abierta en política de
miembros de las de las Fuerzas Armadas y de Policía que viene siendo
destapada sólo en los últimos días; los nexos de la campaña uribista y
Enilce López, la Gata, por lo pronto sabemos que nunca se investigó las
donaciones a la campaña de Uribe de la llamada empresaria del Chance y
el publicista brasilero y su oficina radicada en Medellín en uno de los
abogados de alias “Berna” y que el candidato Zuluaga dice que no
responde y los pagarés firmados según informan los medios de
comunicación por dos millones de dólares como honorarios a Mendoza
como asesor de comunicaciones del candidato Zuluaga; qué pasó con los
12 millones de dólares que alias “Comba” dice haber entregado a J.J.
Rendón y a Chica por intermediar para una negociación del Gobierno de
Santos con los narcos y más aún los dos millones de dólares que según
Uribe ingresaron a la campaña de Santos para pagar deudas de la campaña
presidencial en el año 2010. Todos son interrogantes abiertos sin
respuesta.
Lo medianamente claro
es que la confrontación política está entre quienes quieren la guerra
con sus múltiples negocios y quienes queremos la paz. Queremos que se
acabe el odio y el miedo. Que se pueda discrepar por las políticas
públicas y sus objetivos sin que tengamos que matarnos para que
nuestras propuestas consigan las mayorías. Que podamos soñar como lo
dijo Martin Luther King: “Con un país en que podamos convivir en paz”.
Para ello se requiere que el próximo Gobierno reconozca que lo avanzado
en la mesa de La Habana nos acerca no al fin del conflicto sino por lo
menos al fin del conflicto armado. Eso lo representa Santos. No porque
pertenezca a las alas del progresismo sino porque ha llevado la
negociación hasta donde no se había llegado antes. Las volteretas de
Zuluaga y el hecho que hayan callado a Uribe es una mera estrategia
electorera. Quieren llegar al poder practicando todas las formas de
lucha. Estas no son las reglas de la democracia.
Si se examinan los
acuerdos hasta ahora logrados con las FARC en La Habana, allí no hay
ninguna entrega de los principios democráticos o no hemos leído a
Timoleón Jiménez en su última carta del 27 de mayo. Son temas para
reflexionar.
Pedro Santana Rodríguez
Presidente Corporación Viva la Ciudadanía
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 402
Semana del 6 al 12 de mayo de 2014
Corporación Viva la Ciudadanía
El hecho que hayan callado a Uribe es una mera estrategia electorera
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