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miércoles, 4 de junio de 2014

EL BULLYING SOCIAL Y EL BULLYING GUBERNAMENTAL

Por: Patricia Barba Avila

No queremos ricos, no queremos sacerdotes ni gobernantes; no queremos bribones que exploten las fuerzas de los trabajadores; no queremos bandidos que sostengan con ley a esos bribones, ni malvados que en nombre de cualquier religión hagan del pobre un cordero que se deje devorar de los lobos sin resistencia y sin protesta. Porque cualquiera que esté una pulgada arriba de nosotros, es enemigo. Ricardo Flores Magón


Mucho se ha comentado sobre un grave problema social: el bullying (del inglés bully: acosar, abusar deque ocurre en un creciente número de escuelas primarias y secundarias, aunque poco se habla de otros casos de bullying y mucho menos escuchamos análisis sobre las posibles causas del violento comportamiento de niños, jóvenes y adultos hacia aquellos que perciben como "débiles" o "inferiores".

Para la comprensión integral del problema y su posible solución, creo que es imprescindible adentrarse en los factores que podrían estar detrás del bullying o acoso que, lamentablemente, va en incremento no sólo en México sino en otras latitudes.

En mi opinión, todos los seres humanos, en mayor o menor medida, dependiendo de las circunstancias, poseemos un umbral de tolerancia del sufrimiento y, por supuesto, un instinto inalienable de defensa ante cualquier agresión gracias al cual nuestra especie --y todas las que habitan este planeta-- han podido perpetuarse. Y es justamente, el instinto de defensa el que desencadena reacciones y acciones que serán tan fuertes o "violentas" como lo requiera el tamaño de la amenaza. En este tenor, el pretender que un ser vivo permanezca incólume ante un acto de violación de sus derechos, es absolutamente absurdo.

Aquí es menester analizar con precisión si el término "violencia" se aplica a la esperable y lógica acción de defensa de un individuo que enfrenta una una violación de sus derechos humanos. Evidentemente, si el acto de violencia o violación de su integridad moral y física pone en peligro su propia vida, las acciones que lleve a cabo para defenderse serán tan severas, contundentes y justificadas como la naturaleza de la amenaza y por ello es que en constituciones como la mexicana, se contempla el derecho de todo ciudadano mexicano de poseer un arma para su seguridad y legítima defensa (Art. 10).

En cuanto al entorno familiar y social, existen una gran variedad de respuestas contra la violencia que enfrenta un individuo de cualquier edad o género.  En el caso de niños y jóvenes sometidos a maltrato por parte de sus padres, las reacciones van desde la disociación para evadir la agresión hasta el acoso de otros que consideran "débiles", para compensar el abuso del que son objeto.  En este punto, es menester subrayar que el origen o causa del comportamiento violento de un adulto contra su familia podría ser multifactorial y una de sus causas sería el maltrato obullying gubernamental traducido en políticas socioeconómicas que generan  pérdida del empleo, salario insuficiente para cubrir las necesidades más básicas propias y de la familia; acoso o abuso por parte de la “autoridad” o en su centro de trabajo, etc. Es decir, en este caso, el adulto estaría descargando o liberando el estrés resultante de la violencia que recibe contra miembros de su entorno inmediato, ya que es completamente impotente ante el agresor, i.e. la Secretaría de Hacienda con sus aplastantes cobros de derechos de piso tan nocivos como los de Los Templarios; el Congreso con su emisión de leyes destructivas de nuestra calidad de vida, la Suprema Corte de “Justicia” con sus fallos contrarios a nuestros intereses; miembros de la Iglesia Católica con sus actividades de pederastia y manipulación; los medios de “comunicación” con sus distorsiones y engaños mediáticos; la policía con la violencia represiva contra los ciudadanos, etc.  

En este tenor, si consideramos el creciente deterioro de las condiciones de vida de millones de seres humanos como resultado de políticas abusivas impuestas desde un aparato gubernamental que actúa más como una disciplinada gerencia de intereses ajenos a los gobernados que como una instancia administrativa al servicio de sus patrones o electores, podríamos concluir que una enorme mayoría de la sociedad sufrimos bullying en diferentes ámbitos de nuestra vida:  bullying laboral, bullying fiscal, bullying informativo, bullying policiaco, bullying eclesiástico...un incesante abuso traducido en violencia causa de reacciones compensatorias que se manifiestan, por una parte y de manera lamentable, en el maltrato hacia esposas, hijos, hermanos, alumnos, compañeros de escuela, amigos y conocidos, pasando por la evasión de la realidad mediante espectáculos mediáticos y "deportivos" como las telenovelas y el fútbol; por la otra, en ejercicios de dignidad ciudadana como marchas, mítines de protesta, desobediencia civil y, últimamente, movimientos como el EZLN, Morena, el Congreso Popular #YoSoyAutodefensa y #TodosSomosAutodefensas que congregan a representantes de un amplio abanico social.

Huelga decir que los consejos y “buenas intenciones” gubernamentales expresadas en cientos de spots radiofónicos y televisivos, son palabras huecas si no van acompañados de las medidas indispensables para la erradicación del abuso generalizado al que se somete a la población y que, evidentemente, se deriva de la enorme corrupción que prevalece en virtualmente todas las instancias de una burocracia que “gobierna” desde las cabinas de la radio y la televisión.

Ante este bullying generalizado que padecemos, la pregunta que permanece en el aire es:  ¿cómo nos defendemos los que no tenemos más arma que lo que estipulan los Artículos 9, 10 y 39 de nuestra Constitución?  ¿Qué forma de autodefensa que garantice la conquista de la auténtica democracia, será la que tendríamos que adoptar para lograr nuestra más cara aspiración?

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