Talara-Perú 2014
El
pasado 29 de mayo el presidente de Perú, sus ministros, congresistas y
autoridades regionales y locales enterraron en Talara, en la región
Piura, uno de los últimos símbolos de la historia peruana identificada
con la ética de la soberanía y la dignidad nacional.
Después de
casi 46 años que la Revolución que condujo el general Velasco
reinvindicara el derecho que le corresponde a un Estado independiente
sobre sus recursos naturales, el gobierno actual retrotrajo la historia
en su versión neocolonial, dependiente y servil.
Lo que no hay que olvidar
En Talara, la Revolución del 3 de Octubre de 1968, acabó con 78 años de
oprobio, desde que en 1890 la London and Pacific Petroleum Company de
Inglaterra usurpara los yacimientos petrolíferos de la Brea y Pariñas.
Acabó igualmente con los 44 años en que la International Petroleum
Company (IPC), heredera de la London, explotó nuestro petróleo, hasta
prácticamente acabarlo, evadiendo todo pago de impuestos y actuando
como un Estado dentro de otro.
La IPC era una empresa que
figuraba con sede en Toronto-Canadá pero cuyas acciones pertenecían a
la Jersey Standard, una de las empresas en la que se desmembró la
Standard Oil de New Jersey del Grupo Rockefeller, para burlar la
legislación antimonopolio de EEUU. La Jersey Standard Oil se
convertiría después en la EXXON más conocida en América latina como
ESSO. Esta es, la primera compañía petrolera a nivel mundial con mayor
caudal monetario en el mundo por encima de British Petroleum y Shell.
Sostiene a los principales think tanks del conservadurismo republicano
de los EEUU y contribuye con las campañas de sus candidatos como la de
los Bush, Mc Cain y otros. Está vinculada con la explotación,
elaboración y comercialización de productos petroleros y gas natural y
con la fabricación de productos químicos, plásticos y fertilizantes en
más de 40 países alrededor del planeta.
La IPC empezó a
explotar nuestro petróleo en 1924 tras adueñarse de una zona
petrolífera de más de 106.000 hectáreas. Hacia diciembre de 1967 del
siglo pasado la International Petroleum Company (IPC) acaparaba más del
90 % de la producción, refinación y comercialización del petróleo
nacional y de sus derivados.
El 13 de agosto de 1968 el
administrador de turno de los intereses norteamericanos en el gobierno
peruano, y los representantes de la oligarquía nacional, firmaron la
llamada “Acta de Talara” promovida en el Congreso por la espúrea
alianza entre los dirigentes de los partidos políticos Apra y Unión
Nacional Odriísta, enemigos irreconciliables hasta entonces.
Días
después, el país se enteró de las concesiones que significaba esta Acta
a favor de la IPC: 80 años para refinar petróleo en Talara; 80 años
para fabricar aceites y combustibles, 80 años para monopolizar la
comercialización de combustibles. Concesión de un millón de hectáreas
cuadradas en la selva peruana para exploración y explotación.
Condonación de la deuda millonaria de la IPC al Estado peruano por
impuestos no pagados desde 1924.
Entre los escándalos que se
produjeron y el rechazo de la población a la burla de los compromisos
que había contraído el presidente Belaúnde con relación al problema de
la Brea y Pariñas, el renunciante presidente de la empresa petrolera
fiscal (EPF) anunció al país que la “página once” del Acta se había
“perdido”. Se dice que aquí figuraban otras concesiones así como los
arreglos de precios sobre el crudo que la refinería de Talara se
obligaba a entregarle a la IPC para su comercialización monopólica.
Toda una estafa al pueblo peruano al más puro estilo gansteril
estadounidense con sus secuaces nativos.
Esta historia acaba
de cobrar vigencia y continuidad. También la que rodeó a la acción de
gobernantes y congresistas que coludidos en el poder apañaron las mañas
de la IPC y escarnecieron la voluntad del pueblo expresada en
elecciones “libres”.
Contrato de “llave en mano”
El
gobierno de todos los peruanos, pero que llegó al poder con el voto de
los pobres y desposeídos del país, ha suscrito el Acuerdo para la
modernización de la refinería de Talara con la transnacional española
“Técnicas Reunidas” (TR).
En el documento en que TR da cuenta del acuerdo firmado con Petroperú se dice claramente que se trata del “acuerdo final de conversión a contrato llave en mano para
el proyecto de la modernización de la refinería de Talara, Perú, para
la ejecución de la ingeniería, aprovisionamientos y construcción de las
unidades de tratamiento de crudo de la modernización de dicha
refinería”.
Se enfatiza que, “el acuerdo alcanzado corresponde a la conversión del anterior contrato adjudicado bajo la modalidad “open book” y su valor total es de algo más 2.700 millones de dólares”. (El gobierno ha calculado que serán 3.500 millones).
Se acota, además, “tratarse del mayor proyecto llave en mano
de refino del mundo adjudicado a un solo contratista, hito que ya
consiguió Técnicas Reunidas en 2011 con la contratación en Turquía de
otro proyecto llave en mano de refino por 2.400 millones de dólares”.
(Subrayados míos).
Dos cuestiones llaman la atención:
La
primera, es la referencia a un “anterior contrato adjudicado bajo la
modalidad “open book” (libro abierto) que alude a un tipo de contrato
en el que contratista y contratante intervienen en las decisiones
respecto del proyecto y sobre cuestiones vinculadas con su
financiamiento. Sobre este contrato no se ha dicho ni escuchado nada.
¿Por qué su “conversión” en uno de “llave en mano”? Tal vez el
funcionario del BM que funge de ministro de economía, podría aclararlo.
No sólo por su permanencia en el gabinete, sino porque es el que figura
como negociante de las cuestiones financieras de cuanto proyecto
imponen el BM, el BID, USAID y las demás instituciones financieras en
el marco de la sujeción del Perú al FMI.
La segunda cuestión
que igualmente debería responder el ponderado funcionario del BM es:
¿por qué un contrato “llave en mano”? Lo que dicen los entendidos es
que esta es una acepción que se aplica a todo tipo de proyectos en los
que el que decide TODO lo relacionado con el proyecto es exclusivamente
el contratista: diseño, insumos, servicios, ingeniería, construcción,
mano de obra, suministro y transporte de materiales, equipos,
maquinaria, realización de las obras civiles y su mantenimiento,
instalaciones y montajes, políticas y normas para la contratación de
mano de obra, entrenamiento y capacitación (siempre y cuando resulte
más barato que movilizar su propia fuerza de trabajo ya entrenada y con
la experticia de haber intervenido en anteriores proyectos).
Dicho
de otro modo, quien decide todo es el contratista “Técnicas Reunidas”.
El contratante (gobierno peruano) no tendría ni arte ni parte. Mucho
menos el regional o local. Sobre esto, tampoco nadie ha dicho nada.
Todos, empezando por el presidente, han pontificado sobre los 14 mil
puestos de trabajo, sobre más y mejor trabajo (y no “cholo barato”),
sobre el incremento en el número de barriles de crudo, sobre las
bondades que aparejará el refino en cuanto a la pureza del aire, sobre
las externalidades del proyecto en cuanto al agua, el medio ambiente,
la agricultura, las “oportunidades” para los egresados de beca 18,
sobre el desarrollo y modernidad de Talara y de Piura, y otras
maravillas dentro de las cuales quizás quepa preguntar por la base
militar El Pato en Talara y por el Centro de Operaciones de Emergencia
Regional (COER) en Piura. Dos de las nueve bases militares que la IV
Flota dependiente del Comando Meridional de Estados Unidos (USSOUTHCOM)
tendría en el Perú.
En los llamados contratos "llave en mano"
se dice que nada se puede anticipar antes de concluido el contrato.
Hacer previsiones, introducir arreglos, modificaciones, cambios con
relación a alguno de los componentes del proyecto Talara correría por
cuenta del contratista y en función de sus costos habida cuenta de que
este tipo de proyectos es de los que se llaman “alzados”.
En
este sentido se habla de que un contrato “llave en mano” supone un
“paquete tecnológico” que no se puede abrir. Quien lo reciba verá sus
implicancias una vez entrado en operación.
Un “paquete
tecnológico”, hace referencia a la posibilidad, o no, que tiene un
contratante (el gobierno peruano) de maximizar sus recursos propios o
de aprovechar transferencias tecnológicas. Por eso se dice que los
“paquetes tecnológicos cerrados” (concurrentes con contratos “llave de
mano”) constituyen un factor de dependencia. Se condicen con las
imposiciones que aparejan el neocolonialismo y la nueva dependencia.
Adiós soberanía, dignidad, independencia. Y, por supuesto, desarrollo.
En
un contrato “llave en mano” con “paquete tecnológico” incorporado,
existe una pérdida total de control de parte del contratante o de sus
representantes. Incluso la empresa (TR en este caso), puede prescindir
de su participación.
Y sobre “Técnicas Reunidas” ¿qué se puede decir?
Quizás
no sea relevante decir que se trata de un consorcio que en el primer
trimestre del presente año acusa resultados deficitarios con relación
al 2013. Total, los informes contables sirven para todo menos para dar
cuenta de la realidad. En este sentido, los síntomas de los que dan
cuenta sus propios auditores podrían no advertir precisamente un cáncer
y mucho menos terminal.
Lo que es significativo es decir que
se trata de la transnacional española con estrechos vínculos con las
monarquías sátrapas de Oriente Medio que, empezando por la saudí,
financian junto a EEUU el terror en África, Oriente, Euroasia y el
Sudeste Asiático a través de al-Qaeda y sus facciones. Alianzas para
destruir pueblos y culturas, invadirlos, balcanizarlos, convertirlos en
“Estados fallidos” para apropiarse de sus recursos energéticos y
mineros. Momento en el cual entran a tallar consorcios como “Técnicas
Reunidas”, expertos en infraestructura e industrias, refino y
petroquímica, energía y gas natural. Una revisión de sus proyectos
podría advertirnos de sus operaciones allí donde pasaron la OTAN y las
fuerzas mercenarias de las empresas de seguridad norteamericanas,
canadienses, europeas, asiáticas, colombianas e incluso peruanas.
Igualmente
significativo resulta saber que este consorcio actuaría como un
“inversionista de impacto” del BM, del BID y de USAID. También del
Banco Asiático de Desarrollo (BAD). Precisamente a través de la alianza
BID-BAD, es que “Técnicas Reunidas”, desarrolla proyectos en sus
especialidades, orientados a fortalecer la Alianza Asia-Pacífico que
impulsa EEUU dentro del Tratado Transpacífico (TTP), del que forma
parte la “Alianza del Pacífico” que integran Perú, Colombia, Chile y
México. Tratado y Alianza que, como se sabe, forma parte de la
estrategia geopolítico militar estadounidense para cercar a China,
Rusia y Corea del Norte en el Asia, y para terminar con el Alba, el
Mercosur, la UNASUR y la CELAC en América Latina.
Por esto, y
dado el momento histórico que vive el mundo, cuando las viejas
hegemonías se tambalean y surge la alternativa de la multipolaridad, no
cabe decidir sobre recursos estratégicos pretendiendo hacerlos pasar
como proyectos de desarrollo y mucho menos vincularlos con la dignidad
y la soberanía teniendo como telón de fondo nueve bases militares.
El
oportunismo político no puede ceder paso a la bajeza histórica. Ni la
ineptitud a la traición del más elemental principio de consecuencia con
el legado histórico de quienes indicaron que el único camino para la
liberación económica y política de nuestros pueblos es romper con la
institucionalidad perversa de las élites del poder mundial. Tanto,
financieras, de asistencia y cooperación, tecnológicas, de “ayuda” y
militares.
La nueva realidad del mundo advierte la
consolidación de nuevos liderazgos igual en Asia, en Oriente, en
África, en América latina. La integración es un mandato insoslayable y
tiene un único y claro signo antimperialista, así como un único e
irremplazable sentido, construir un mundo distinto y de paz.
Comprometer proyectos sobre recursos naturales y sus posibilidades de
explotación, transformación o comercialización afectando la posibilidad
de la integración latinoamericana y caribeña con ese signo y
significado, es simplemente una traición.
Para terminar
Lo hago recordando que cuando el 9 de octubre de 1968 el general
Velasco y cuatro coroneles progresistas del ejército peruano expulsaron
a la International Petroleum Company (IPC) del territorio nacional.
rescataron de manos del gobierno entreguista y de los partidos
políticos representantes del imperio norteamericano y de la oligarquía
nacional, la dignidad que nos legara José Gabriel Condorcanqui. Aquel
día, con palabras que resuenan hoy, Velasco dijo:
La expulsión
de la IPC constituye el primer acto reivindicatorio de la revolución.
Con él se fija el rumbo de nuestro movimiento, se da comienzo a un
nuevo y luminoso periodo de nuestra historia republicana. El Perú
comienza a rescatar su orgullo nacional y a comprender el inmenso valor
de ser por primera vez un país por entero soberano.
Y con relación a Talara sentenció:
La
recuperación de Talara no es la meta ni el fin de nuestro proceso
revolucionario, sino apenas su inicio. Aparte de su hondo sentido
reivindicatorio y justiciero, es el símbolo de un nuevo pensamiento y
una nueva actitud en el Perú… La complicidad, el miedo, el entreguismo
y la paga que muchos recibieron de la empresa extranjera, fueron los
verdaderos obstáculos para defender y hacer primar los derechos del
Perú…Los peruanos no debemos olvidar la ignominia que aquí significó la
usurpación extranjera. Durante mucho tiempo Talara fue, en realidad, un
pedazo de suelo extranjero hundido como espina en la tierra y en la
conciencia de la Patria. Pedazo del Perú ajeno para todos los peruanos,
cercado de alambradas, campo de discriminación donde nosotros éramos
extranjeros: ¡Eso fue Talara! Y esto no puede borrarse con mejores
salarios. La conciencia de un pueblo no puede adormecerse con dinero.
Los peruanos nunca debemos olvidar que los llamados poderes del Estado
sancionaron el entreguismo y la traición en Talara. Quienes actuaron
sabían muy bien lo que estaban haciendo. No pueden eludir su
responsabilidad tras la máscara de ninguna inocencia, de ningún
desconocimiento*.
* Del libro, Velasco: El pensamiento vivo de la revolución. ISBN: 978-980-12-3923-9 (1ra. Edición, 2009), y 978-3-8484-7687-9 (2da. Edición, 2012)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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