Por Randy Saborit Mora
Guatemala,
9 abr (PL) Nadar a contracorriente siempre se paga caro. De esto podría
dar una conferencia magistral Yassmín Barrios, presidenta del tribunal
guatemalteco que condenó al exdictador Efraín Ríos Montt por delitos de
genocidio y lesa humanidad, a quien suspendieron temporalmente como
jueza. Casi una decena de organizaciones -la mayoría
internacionales- rechazaron la resolución del Tribunal de Honor del
Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG), que ordena a
Barrios suspender su ejercicio durante un año.
Ese juzgado tomó en cuenta una denuncia presentada por el abogado
Moisés Galindo, defensor del exgeneral José Rodríguez, quien fuera jefe
de inteligencia de Rios Montt.
Según esa denuncia, el 19 de
marzo del 2013 el Tribunal A de Mayor Riesgo le ordenó asumir la
defensa técnica de Ríos Montt ante diversas prácticas dilatorias
provocadas por los abogados de este.
Galindo discrepó de la
decisión del juzgado, y en consecuencia acusó a la juez Barrios ante el
CANG de haberlo irrespetado y humillado públicamente.
"Nos
preocupa que dichas acciones se suman a una larga lista de ataques,
amenazas e intimidación sufridas por la jueza Barrios, como resultado
de su participación en varios juicios por violaciones a los derechos
humanos cometidas durante los 36 años del conflicto armado interno
(1960-1996)", expresó la Oficina del Alto Comisionado de Naciones
Unidas para los Derechos Humanos (Oacdh).
En un comunicado
llegado a esta capital, la Oacdh insta al Estado de Guatemala a
garantizar que los miembros del poder judicial puedan resolver los
asuntos que conozcan con imparcialidad, basándose en los hechos y de
acuerdo con la ley, sin restricción alguna y sin influencias,
alicientes, presiones, amenazas o intromisiones.
Para la
Comisión Internacional de Juristas (CIJ) el fallo del mencionado
tribunal sugiere la existencia de un pacto de impunidad en Guatemala
entre diferentes sectores para evitar que se sigan dando avances en la
justicia transicional y en otros campos de la justicia.
En
opinión del director de la CIJ para Centroamérica, Ramón Cadena, se
trata de un pacto para reforzar la impunidad, el cual se inició con la
resolución de la Corte de Constitucionalidad (en febrero pasado), la
cual recortó el período constitucional de la Fiscal General, Claudia
Paz y Paz.
Al respecto, Cadena llamó a iniciar una
investigación sobre el actuar de los miembros del Tribunal de Honor del
CANG y a que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala
de seguimiento al referido pacto que, a su juicio, se ha hecho cada vez
más evidente en este país centroamericano.
Sobre el tema
también se pronunciaron el Centro por la Justicia y el Derecho
Internacional, la Comisión de Derechos Humanos de Guatemala en
Washington, la Fundación para el Debido Proceso, Iniciativa de Justicia
de Open Society, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos
y la Plataforma Internacional contra la Impunidad.
Esas
organizaciones estimaron que el mencionado veredicto forma parte del
contexto de hostigamiento y persecución que ha sufrido la jueza Barrios
por su rol en el proceso sobre genocidio.
Recordaron que según
la legislación guatemalteca, el único órgano competente para conocer
sobre las actuaciones de los jueces es la Junta Disciplinaria del
Organismo Judicial, ente que conoció la misma denuncia del abogado
Galindo y resolvió desestimarla.
Mientras tanto, la Fundación
guatemalteca Myrna Mack calificó la sanción como un "golpe nefasto a la
lucha contra la impunidad" al considerar que el Tribunal de Honor del
CANG carece de competencia para proferir una resolución contra la jueza
Barrios.
Disímiles entrelíneas podrían leerse de este caso, que
se decodifica mejor al tomarse en cuenta lo expresado al respecto por
Barrios al diario local La Hora: "se me está castigando por ser una
juez honrada y por no plegarme al sistema".
tgj/rsm
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