Patricia Barba Avila
Tan graves son los crímenes de Gutiérrez de la Torre contra mujeres en el DF, como la violación tumultuaria de las mujeres de Atenco ordenada por Peña.
Tan inicuo es el desvío de dineros del erario por parte del mandamás del PRI defeño, como los desvíos multimillonarios perpetrados por el mandamás del PRI nacional.
Mucho más execrable que la prostitución de mujeres orilladas a ella por la pobreza, es la prostitución política que ha generado las condiciones de miseria de las mujeres abusadas por politicastros corrompidos.
En interesante plática con un estimado colega, surgió el tema sobre el arte que por décadas ha practicado el PRI de reciclarse cada sexenio para así perpetuarse en el poder. Sólo hay que recordar el provecho que sacaron del asesinato de Colosio, elevado a la categoría de santo pese a que fue una pieza clave del sexenio salinista. Es decir, Luis Donaldo Colosio, que al momento de ser "ungido" por el sacrosanto dedo del poder cupular priísta para la sucesión presidencial, era el titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) que él mismo creó en 1992, transformando en institución gubernamental la compra voluntades con miras electoreras, una de las prácticas más socorridas por este partido.
Lamentablemente, el aprovechamiento máximo del magnicidio de Colosio no es la única ocasión en que la cúpula priísta y detrás de ella, los poderes fácticos que la han alimentado y mantenido, se han beneficiado del rasgado de vestiduras. Existen otros casos de putrefacción que han servido para que sujetos como Beltrones o Camacho Quiroz emitan airadas condenas hacia sus compinches para intentar revestirse de decencia, o que individuos como Armando Barajas aprovechen el magnífico trabajo periodístico de Aristegui, para lanzar loas a un consumado transgresor: Peña Nieto, culpable no sólo de ordenar la violación tumultuaria de las mujeres de San Salvador Atenco, sino de encubrir y beneficiarse de los mega-latrocinios de su tío y, algo mucho peor: de concretar las contrarreformas que violan los derechos constitucionales de más de 50 millones de mexicanos reducidos a la pobreza y de alrededor de 15 millones de ellos que sobreviven en la miseria más espantosa y, finalmente, mueren por inanición y enfermedades curables no atendidas.
Porque mil veces peor que la prostitución de mujeres reducidas a la miseria, es la prostitución que se ha hecho de la política en México --y, dicho sea de paso, en otras naciones-- que ha sido fomentada desde dentro y fuera de nuestras fronteras por lo que yo llamo el Cartel Financiero Internacional (El Cartel). Recuerdo bien cuando la mediocracia en E.U. hizo un circo alrededor del affaire Clinton-Lewinsky, que si bien es cierto no es un ejemplo de buena conducta, tampoco se equipara con el abuso de niñas y jóvenes indefensas, si consideramos que lo sucedido entre el ex presidente norteamericano y Mónica Lewinsky fue consensual. De manera que aquí es pertinente subrayar el enfoque selectivo de la moralidad de sectores sociales norteamericanos sujetos al golpeteo mediátco que se escandalizan de un acto sexual consentido entre dos adultos pero guardan silencio ante los crímenes de lesa humanidad perpetrados por su descompuesta clase política al servicio de El Cartel contra pueblos enteros, si nos atenemos a la historia de los golpes de estado y asesinatos y demás iniquidades cometidas contra un sinnúmero de países en el mundo...
...ese mismo Cartel que a nivel nacional e internacional rinde loas en foros como Davos, a un individuo de la calaña de Peña, o que permite que un delincuente como Calderón imparta clases en Harvard, es el que promueve la simulación tartufiana como herramienta de perpetuación. Sólo hace falta analizar el quehacer de instituciones como la ONU y sus sopas de letras: UNESCO, FAO, OIT, UNICEF, OEA, CIDH y muchos etcs, traducidos en onerosos elefantes blancos que consumen carretonadas del dinero succionado a millones de contribuyentes para simular que defienden los derechos de pueblos enteros saqueados y empobrecidos...pueblos donde niñas, jóvenes y mujeres son víctimas de depredadores como los Gutiérrez de la Torre o los Gamboa Patrón; madres que ven a sus hijos morir de hambre y enfermedades curables no atendidas, o quemados y asfixiados como ocurrió en la Guardería ABC, o golpeados inmisericordemente por soldados, policías y granaderos en manifestaciones como el 2 de octubre del 68, el 10 de junio del 71 o el 1º de diciembre de 2012....
Dentro del maremagnum de gestos histriónicos, declaraciones de priístas "indignados" que reclaman justicia aplicando la socorrida práctica de sacar raja de crímenes como el de Cuauhtémoc Gutiérrez, quien solo ha sido separado temporalmente de su cargo, existe una peculiar circunstancia en la que un término como "licencia" es utilizado en dos de sus peores acepciones: primero, Gutiérrez de la Torre es "presidente con licencia" del PRI capitalino mientras la indefendible PGR "prueba" lo aplastantemente evidenciado por Aristegui y su espléndido equipo de investigaciones especiales; segundo, la orden de su "licencia" proviene de la élite cupular priísta que por décadas se ha arrogado la licencia --permiso-- para delinquir.
Finalmente, entrevistas realizadas por Carmen a individuos como Armando Barajas o Jorge Alcocer, no sólo sirven para reafirmar la iniquidad que se enseñorea en el priísmo y sus cómplices dentro del panismo, perredismo y demás comparsas electoreras, sino, muy lamentablemente, para dar pie a que estos señores intenten una defensa de lo indefendible: una cofradía de delincuentes llamada Partido “Revolucionario” Institucional que por más de 70 años y contando, ha observado conductas de una acendrada malevolencia. Lo que preocupa y nos debe ocupar es que simuladores de la laya de Jorge Alcocer tengan la audacia de erigirse en abogados mediáticos de la universidad del crimen llamada PRI. Lo que indigna, igualmente, es que las cúpulas panistas y perredistas exijan castigo para sujetos como Cuauhtémoc Gutiérrez, miembro largamente protegido por un partido con el cual han establecido una vergonzante complicidad materializada en el Pacto por México (Pacto para Joder a México), sombrilla bajo la que se concretó la serie de contrarreformas que han pulverizado todos nuestros derechos constitucionales. La pregunta es obligada y evoca lo expresado por Lorenzo Meyer en ocasión de la presentación del libro más reciente de AMLO: ¿qué opciones tenemos los ciudadanos para defendernos de aquellos que han devenido en una seria amenaza contra la sociedad?
Comentarios: paty.barba50@hotmail.com; @setimorena2013 FB: Patricia Barba/Comunicación Ciudadana.
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