Por Mario Roberto Morales - Guatemala, 9 de abril de 2014
Los “valientes” que justifican el asesinato de jovencitas les temen.
En
un ex país situado al sur de México, están proliferando los asesinatos
de muchachas estudiantes a las que sicarios les asestan públicamente
balazos en el cuerpo. Algunos opinan que se trata de rituales de
iniciación de pandilleros y que las víctimas son escogidas al azar.
Otros, desde el Estado oligárquico-militar-neoliberal, aseguran que las
chicas asesinadas forman parte de las pandillas que las ejecutan y que
su muerte obedece a los criterios de justicia de la estricta ética
pandillera.
Medio mundo
sabe, empero, que esta versión busca encubrir la escandalosa
incapacidad de un gobierno que se autodenomina de “mano dura”, para
controlar la criminalidad que asuela al país. Aunque tal vez
incapacidad no sea la palabra adecuada para nombrar la política de
seguridad permisiva del actual Gobierno kaibil, y puede ser que la
expresión correcta sea la de intencionalidad cómplice, pues de todos es
igualmente sabido el pasado delincuencial de los funcionarios militares
de este Estado castrense. Dicho de otra manera: las ratas habrían sido
designadas para cuidar de la despensa.
¿Y
de quién es la alacena? Pues, de una élite ignorante y torva que
importa “intelectuales” mediocres para que le construyan una “tradición
histórica y cultural” de la que carece, y que organiza foros sobre
“propiedad privada” ante la “amenaza comunista” de las feministas, los
activistas contrarios a la acción contaminante de la minería
transnacional, los estudiantes de planteles públicos y los
intelectuales que adversan los designios de una oligarquía fascista que
constituye el único obstáculo para el desarrollo capitalista moderno
local.
A esto obedece el ataque
sistemático de notorios neonazis contra la actual Fiscal General, una
mujer cuya labor en contra de la impunidad es reconocida hasta por la
derecha progre internacional; y las acciones “legales” en contra de la
jueza que recién condenó al genocida Ríos Montt, por parte de una
rupestre caterva de jurista corruptos, quienes enderezaron en su contra
una sanción del Colegio de Abogados, la cual la inhabilita
profesionalmente por un año. Mientras la revista Forbes y políticos
demócratas estadounidenses reconocen el buen desempeño de la Fiscal
General, y a la jueza se le otorgan altos reconocimientos honoríficos
en Estados Unidos —todo lo cual ha sido recibido con beneplácito por la
Embajada estadounidense en Guatemala—, la derecha ultramontana
oligárquico-militar-neoliberal de este ex país se pasa estos gestos
políticos altamente simbólicos por sus partes pudendas, “demostrando”
con su desfachatez que en este paraje con fallidas ínfulas de nación
mandan ellos. Si esto no se llama fascismo, díganme cómo se llama.
Teme
esta derecha cavernaria que la Fiscal acepte una candidatura a la
Presidencia de la República y que la jueza de marras la acompañe como
encargada de dirigir el Ministerio Público. Y hay razón para ello, pues
el fascismo las ha situado con sus ataques como dos personas con una
probidad fuera de sospecha y, por ello, como prospectos deseables para
dirigir políticamente este paraje a fin de convertirlo otra vez en
país. Esta es la “nueva amenaza comunista” a la que la derecha neonazi
teme: dos mujeres más valientes y honestas que toda la clase política
de esta comarca, y a quienes esta canalla quisiera ver ajusticiadas ―en
calidad de “pandilleras”― por algunos de sus tantísimos sicarios.
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