La Habana, 4 abr (PL) La victoria de Cuba sobre la invasión organizada y financiada por Estados Unidos, en 1961, por Playa Girón, en la occidental provincia de Matanzas, reafirmó la opción socialista de la Revolución, proclamada hace 50 años.
El 15 de abril de 1961 aviones con insignias cubanas, procedentes de Centroamérica, bombardearon los aeropuertos de San Antonio de los Baños y Ciudad Libertad, en las antiguas provincias habaneras, y de Santiago de Cuba, en ese territorio oriental.
Para los nacidos aquí, los ataques perseguían aniquilar las pocas aeronaves que tenía el país, lograr el dominio del aire para los agresores y preparar las condiciones para el ulterior desembarco de tropas.
Los habitantes de la isla coinciden en que esos hechos constituyeron un escalón superior en el conjunto de acciones hostiles que la administración norteña había desarrollado para detener el proceso de cambios en Cuba.
Las agresiones planificadas desde territorio estadounidense habían incluido la voladura del vapor La Coubre en 1960, la quema de cañaverales, la penetración ilegal de lanchas, los atentados contra instalaciones gubernamentales y sociales y la muerte de numerosas personas.
Para ese entonces, el gobierno había dictado importantes leyes, entre ellas la de Reforma Agraria, mientras jóvenes y adolescentes enseñaban a leer y a escribir a los iletrados, incluso en los lugares más intrincados del archipiélago, gracias a la Campaña de Alfabetización.
Al día siguiente, durante la despedida de duelo por las víctimas de los ataques, el líder de la Revolución, Fidel Castro, proclamó ante la multitud reunida en la capitalina esquina de 23 y 12 el carácter socialista del proceso iniciado en 1959.
Quienes vivieron esa impresionante ceremonia subrayan que los fusiles en alto de los hombres y mujeres congregados allí confirmaron el apoyo del pueblo al rumbo escogido.
Los bombardeos y esa declaración antecedieron a la invasión propiamente dicha, que hombres de todas las edades, incluso artilleros con apenas 14 años, rechazaron tras sumarse a las recién integradas Milicias Nacionales Revolucionarias.
Esas Milicias y otras fuerzas como el entonces Ejército Rebelde y la Policía Nacional Revolucionaria, contuvieron el avance del contingente fuertemente armado y lo derrotaron en menos de 72 horas.
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