Guatemala, 26 abr (PL) Cuando se cumplen hoy 13 años del asesinato del obispo guatemalteco Juan José Gerardi, la Iglesia católica aún clama por hacer caer el peso de la justicia sobre todos los responsables del hecho.
Es importante descubrirlos a todos, según la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, al recordar que solo tres personas fueron sentenciadas por ese crimen, perpetrado el 26 de abril de 1998, cuando en realidad hubo más involucradas.
De acuerdo con ese organismo de la iglesia, se realizan investigaciones sobre al menos otros 13 sospechosos de estar entre los autores intelectuales y materiales de aquel suceso.
La comunidad religiosa de Guatemala realiza este día, como cada año, diversas actividades para recordar al considerado uno de sus más notables mártires, asesinado poco después de hacer revelaciones comprometedoras para el Ejército y otras fuerzas.
El 24 de abril de 1998 el obispo, entonces director de aquella Oficina del Arzobispado, presentó el informe Guatemala: Nunca Más.
Este responsabilizó a la institución castrense, otras fuerzas oficiales, las patrullas civiles patrocinadas por el Estado y los escuadrones de la muerte del 90 por ciento de las violaciones de los derechos humanos durante la guerra de 36 años en este país.
Dos días después el sacerdote fue asesinado brutalmente a golpes aquí cuando entraba en su casa en la parroquia de San Sebastián.
Nacido en esta capital el 27 de diciembre de 1922, de padres con ascendencia italiana, Gerardi se caracterizó por defender la paz y las soluciones negociadas en medio del conflicto armado.
Su posición lo obligó a marchar el exilio, cumplido en varios países, hasta poder regresar y encargarse de elaborar ese informe como parte del proyecto Recuperación de la Memoria Histórica.
Más de seis mil testimonios de víctimas están incluidos en ese extenso documento en cuatro tomos, contentivo de información sobre los impactos de la violencia, los mecanismos del terror, el contexto histórico y los afectados por el conflicto.
A pesar de superar el año, la firma de los acuerdos para concluir la guerra, en las esferas de poder permanecían en aquella época casi las mismas personalidades en sus cargos y los militares cobraron caro la osadía del religioso al denunciar las atrocidades cometidas.
De manera muy violenta fue ultimado Gerardi, crimen por el cual guardan prisión otro sacerdote, inculpado como ejecutor, y dos oficiales de aquel ejército -padre e hijo-, a quienes le imputaron la autoría intelectual.
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