De cómo la naturaleza (ecosfera) fue desconocida por sus propios hijos.
Gotas de Conocimiento
Artículo Educativo
Serie Economía Ecológica (#1)
Por JE-Cordero-Vi
jecorderovi@consumosaber.com
20 Abril de 2011
Bogotá
Dora es una joven de 24 años de la etnia Nukak Makú que está en Bogotá por calamidades de salud y permanece en hospital desde hace un mes. A su lado corretea su hijita Luisa Fernanda, de 2 años, el encanto del personal médico por su vivacidad y elocuencia “nukak” mezclada con las primeras palabras en español, una herencia que se impone, nefasta y cruel.
Verlas apartadas, solas, a enorme distancia de su selva amazónica, me inspiró a forzar una respuesta a Luisa Fernanda, para cuando ella tenga quizás 60 años y pregunte: ¿cómo comenzó? Refiriéndose a la desaparición de su hábitat. ¿Qué le responderían ustedes, amables lectores(as)? Voy a ensayar una respuesta para que Luisa Fernanda la lea dentro de 58 años. Ojalá aclare nuestro compromiso en 2011 para que el futuro "¿cómo comenzó?" de Luisa Fernanda, no se refiera a la desaparición de su hábitat sino a su salvación.
Luisa Fernanda: Adelanto una respuesta desde 2011 intentando llamar A LA ACCIÓN para que en 2069 no hagas la primera pregunta sino la segunda. Espero que así haya sido, de lo contrario no creo que tenga objeto leer estas líneas.
Comenzando a responder, te cuento que desde 1950 la humanidad ha estado viviendo bajo una grave amenaza, pues en esos años se hizo más definitivo que consumimos (decir "consumimos" es incluir a mucha gente, espero aclararlo más adelante) el planeta a una velocidad mayor de la que éste necesita para reponerse. Te daré un ejemplo para animar el entendimiento.
10 sedientos organizaban turnos para llenar su jarro en la última fuente de la montaña. Que no murieran de sed dependía del volumen del flujo, 6 jarros para cada uno al día eran suficientes y así vivieron bien por miles de años. Pero un día fueron 20 sedientos, entonces 3 jarros para cada uno y tuvieron que restringir sus necesidades. Otro día fueron 40 sedientos, ya algunos comenzaron a morir, otros se pelearon, algunos fuertes mataron. Un día, el agua fue suficiente para los dos últimos sedientos que sobrevivieron, los mejor armados y brutales, pues convencieron a todos que gobernaban en nombre de dios, de la razón y de la paz. Estos brutales se deleitaron consumiendo lo que siempre ambicionaron, 30 jarros diarios cada uno, no 6 como cuando alguna vez fueron felices. Ahora sobraba para el desperdicio, con seguridad iban a ser más felices.
Cualquiera infiere que la crisis estalló cuando la velocidad de consumo superó a la velocidad de reposición del recurso. Aparentemente es claro, no podían llegar diez sedientos más y luego otros 20, si no había más fuentes.
Pero esa es una observación superficial, meramente matemática, pues no podemos dejar de lado aspectos cualitativos muy complejos, por ejemplo las costumbres de los sedientos en el uso del hábitat que afectaba el ecosistema de lluvias y la reposición de la fuente que los mantenía vivos; aún más, el régimen legal que permitía a los sedientos más fuertes fabricar artilugios inútiles para venderlos a los débiles, a pesar de que dichos artilugios incrementaban el consumo y ensuciaban el agua.
Querida Luisa Fernanda, ahora dibujemos el tiempo: el mundo a la altura de 1950 más o menos, estaba en la etapa de completar los 40 sedientos. Hoy cumplimos 60 años padeciendo una guerra globalizada que los más fuertes organizan en todo lugar, ya sabes para qué, según el ejemplo. Agrégale que de esa fuente en la montaña no emana sólo agua, sino todo lo necesario para la vida, esencialmente, la energía.
Esta guerra de miles de misiles nucleares apuntándonos, es global, eso es sin frentes ni retaguardias geográficas, está en todas partes, incluida la mente humana para que conciba como "JUSTO" su poco o nulo acceso a la fuente de la montaña. Este poco o nulo acceso es un ARTILUGIO llamado "globalización" que ya ganó la guerra en las mentes de los débiles hasta el punto de considerarlo su seguridad. Ese milagro en la mente lo hacen los medios de comunicación y el sistema educativo.
Ahora querrás recordar un poco atrás cómo fue que empezamos a depender de una sola fuente en la montaña… Bien, a eso le podemos llamar "sistema de mercado" y lo que se originó como un desarrollo lógico de las fuerzas productivas humanas, por allá en los albores del siglo 15, ahora se ha vuelto en contra porque una vez los fuertes se apoderaron de la bocatoma de la fuente, impiden por todas las formas, incluida la violencia y el terror, que se ensayen nuevos sistemas.
En consecuencia, hoy la humanidad está obligada a permanecer bajo un sistema que "devora" el planeta, quiere decir, que maneja la economía a espaldas del mayor de los sistemas, el que incluye todo lo que conocemos: la ecosfera, que quiere decir "naturaleza" en su máxima concepción, incluidos nosotros. Y como vemos en el ejemplo, nunca la sociosfera de sedientos y su esfera económica (econosfera) pueden sobrevivir sin la fuente, sin la montaña.
Pero a los débiles nos hacen creer lo contrario erigiendo su seudociencia llamada "Economía" que con matemática newtoniana del siglo 19, crea entornos cerrados donde las ecuaciones son perfectas. Por ejemplo, cuando detectan demasiada miseria porque la ecuación oferta-demanda de empleo no favorece a los demandantes, entonces se inventan guerras para que los poderosos se enriquezcan con el pillaje y puedan dar empleo en las labores de reconstrucción de los países destruidos por ellos mismos. ¿Ves cómo es una ecuación perfecta?
Cuando no es la hora o el lugar para la guerra, entonces hacen "desarrollo", en lo cual clasificamos obras que arrojan mucho lucro a los bolsillos fuertes, como ya dije, de espaldas a la ecosfera y parte de la sociosfera. Es así como tenemos en el mundo millones de damnificados de las "obras para el desarrollo". La categoría "desarrollo" también se acomodó en los cerebros débiles como algo "benéfico". A quien esté en contra cualquiera se siente autorizado para tildarlo de "loco".
Hubo damnificados del desarrollo desde el comienzo, desde que el mercantilismo del siglo 14 y 15 dio nacimiento a las primeras urbes, aquellos cuadrantes de la actividad artesanal y la forja, decimos cuadrantes porque eran pequeños "apartados" entre la inmensidad rural. Pronto ésta tuvo que concentrar su labor en unos pocos cultivos para alimentar a los cada vez más grandes cuadrantes. Así fue como la biodiversidad empezó a declinar hasta la desaparición de millones de especies entre vegetales y animales. Miles nunca alcanzaron a ser clasificadas. No supimos que existieron.
La revolución industrial comenzó en el siglo 17 y el consumo de energía cambió y creció. La producida por la leña, el agua (hidráulica), el viento (eólica) fueron reforzadas por la hulla que utilizaba la máquina de vapor. Ahí fue cuando la atmósfera comenzó a toser. Hoy sufrimos enfermedades "industriales" vía aire, vía agua, vía alimentos artificiales. El estilo de vida artificial se legitimó a la par con el nacimiento del capitalismo, desvalorizando el trabajo del campesino y el modo de vida "natural".
Estilo de vida y composición orgánica del capital formaron una relación causal que incrementó la segunda, pues la mano de obra comenzó a declinar mientras los medios de producción y las materias primas se acrecentaron, dando al final de la operación ratas más altas de acumulación individual. Esa es la parte gozosa para el capital, pero de otro lado se extendieron las actividades extractivas y la producción de desechos. El agua comenzó a toser también, junto a la tierra que vio cómo se acumularon los escombros.
A grandes rasgos, querida Luisa Fernanda, esta es la historia de cómo la sociosfera dirigida desde la econosfera y la tecnosfera, comenzaron a desconocer a la ecosfera, ignorancia interesada que gobierna hoy. Esa ignorancia perversa implica deshonestidad científica, pues el análisis cartesiano sigue primando sobre el análisis funcional-sistémico, que daría posibilidad de trascender de lo social hacia lo natural y hacia todas sus maravillas, entre esas la que ha sido el hábitat de etnias como los Nukak Makú: el Amazonas.
Reconociendo el contexto que brevemente he relatado hasta aquí, la amazonia está en gravísimo peligro de perder su integralidad para el año 2069 cuando leas este artículo. A no ser que las generaciones de hoy actuemos contra el modelo económico que permite los "artilugios"; actuemos contra la "legalidad" impuesta sobre la que se instituyen; actuemos contra los modos de "desarrollo" sinónimos de "miseria". Si fue así, tú lo podrás disfrutar.
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