Desde otras ciudades
La Jornada
El recién nombrado ministro del Interior francés, Claude Guéant, manifestó su prioridad desde el principio:
El recién nombrado ministro del Interior francés, Claude Guéant, manifestó su prioridad desde el principio:
hacer que los franceses se vuelvan a sentir en su casae instruyó a la policía para superar
imperiosamentelos 28 mil expulsados indocumentados de 2010. Creyente en la eficacia de la
biometríapara luchar contra la inmigración clandestina, el ministro confía en que alcanzará sus metas gracias a nuevas leyes que impedirán el
vacío jurídico del que se valen jueces
para liberar a extranjeros sin papeles, y mediante el asedio constante sobre los sectores que emplean trabajadores inmigrantes, como son los de la construcción, hotelería-restaurantes y seguridad privada.
Por su parte, Marina Le Pen, presidenta e hija del fundador del ultraderechista partido Frente Nacional (FN), afirma que el ministro Guéant haría su cruzada sin contar con ellos, quienes tienen una
visión clara, serena y coherente del Islam y de la inmigración, en tanto que el UMP, partido del presidente Nicolas Sarkozy (de derecha) pretende
aplastar el pluralismocon acciones más represivas –como la no exhibición de signos religiosos islámicos en espacios públicos– siendo el FN,
hoy único partido verdaderamente republicano, añade Marina cuya foto estuvo omnipresente durante la campaña para las elecciones de consejeros generales de mil 900 cantones, en lugar de las fotos de los candidatos de su partido.
Claude Guéant, ministro francés del InteriorFoto Reuters
Esta estrategia de substituir la ideología que suscita rechazo innato en la mayoría por el rostro de una mujer inteligente y de discurso populista, rindió 15 por ciento de votos el domingo pasado. Pero podría obtener mucho más aún en las elecciones presidenciales de 2012 si nos atenemos a la sorprendente simpatía de gente de variado signo político que en la calle o por Twitter se autodeclara
harta de la falsa oposición de los socialistas contra el UMP cuando en realidad se apoyan mutuamente en las decisiones importantes, comenzando a apreciar
un partido dirigente y de objetivos claros,
con un rostro simpáticoen vez de los cientos de caras de
candidatos aburridos sin ideas de gobierno. Gente que podría llevar a la ultraderecha a la presidencia de Francia, porque
los grandes partidos tradicionales no han cumplido con sus propias misiones, olvidando los más viejos y empujando a los jóvenes hacia una opción que costó tanto a los franceses hace seis decenios.
Yuriria Iturriaga
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