Cecilia Vergara Mattei
La pobreza alcanzó a 191 millones de personas, el 31 por ciento de la
población en América Latina y el Caribe este año, y 26 millones de
personas se encuentran en situación de pobreza extrema, 11,5% más que en
2014, indicó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal) en su informe Panorama Social de América Latina 2019.
A final de 2019 habrá 27 millones más de latinoamericanos pobres que
en 2014, cuando la pobreza y la pobreza extrema llegaron a su mínimo en
la última década (27,8% y 7,8%, respectivamente). La Cepal advirtió que
pese a los avances logrados durante la primera década y media del siglo
XXI, desde 2015 se ha registrado un retroceso.
Esto es muy preocupante y enciende fuertes señales de alerta, en una
región que ha subestimado la desigualdad, destacó la Cepal, que apuntó
que la erradicación de la pobreza y la disminución de la desigualdad
deben ser el centro del debate y los esfuerzos de los países de la
región.
Y para ello son necesarias las políticas públicas de protección
social y las referentes al mercado de trabajo, abarcando medidas de
inclusión social y laboral, y políticas redistributivas en materia de
ingresos, añadió el organismo de Naciones Unidas
La desigualdad de ingresos en América latina, medida por el
coeficiente de Gini -en el que 0 representa ausencia de desigualdad y 1
desigualdad máxima-, ha registrado una desaceleración en su reducción.
Entre 2002 y 2014 disminuyó de manera significativa (al uno por ciento
anual), pero a partir de 2015 esa tendencia se ralentizó, al 0,6% anual.
El informe señala que, actualmente, América latina registra un índice
de 0,465, con países como Argentina, Uruguay y El Salvador con menores
desigualdades y Brasil y Colombia con la mayor brecha, por encima de la
media regional.
“Hoy constatamos nuevamente la urgencia de avanzar en la construcción
de Estados de Bienestar, basados en derechos y en la igualdad, que
otorguen a sus ciudadanos y ciudadanas acceso a sistemas integrales y
universales de protección social y a bienes públicos esenciales, como
salud y educación de calidad, vivienda y transporte”, dijo Alicia
Bárcena, Secretaria Ejecutiva del organismo regional.
El
llamado es a construir pactos sociales para la igualdad, añadió, tras
señala que la disminución de la desigualdad de ingresos es clave para
retomar la senda de reducción de la pobreza y cumplir las metas
establecidas en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 1 de la Agenda
2030.
“Es necesario crecer para igualar e igualar para crecer. La
superación de la pobreza en la región no exige solamente crecimiento
económico; este debe estar acompañado por políticas redistributivas y
políticas fiscales activas”, señala el estudio cepalino, que destaca el
crecimiento de los estratos de ingresos medios, aunque estos siguen
experimentando diversas carencias y vulnerabilidades, tanto en relación
con sus ingresos como en el ejercicio de sus derechos.
Entre 2002 y 2017, la participación de los estratos de ingresos bajos
en el total de la población disminuyó de 70,9% a 55,9%, porcentaje que
incluye a las personas en situación pobreza extrema, pobreza y en
estratos bajos no pobres. A su vez, la participación de los estratos de
ingresos medios (divididos en medios-bajos, medios-intermedios y
medios-altos) creció del 26,9% al 41,1%.
De esta forma, el 76,8% de la población de América Latina pertenece a
estratos de ingresos bajos o medios-bajos, subraya la Cepal, en el
informe que destaca que las personas pertenecientes a los estratos de
ingresos altos pasaron del 2,2% al 3,0%.
Educación, trabajo, gasto social
Del total de la población adulta perteneciente a los estratos de
ingresos medios, más de la mitad no había completado la enseñanza
secundaria en 2017; el 36,6% se insertaba en ocupaciones con alto riesgo
de informalidad y precariedad (trabajadores por cuenta propia no
profesionales, asalariados no profesionales en la microempresa y en el
servicio doméstico); y solo la mitad de las personas económicamente
activas estaba afiliada o cotizaba en un sistema de pensiones.
El perceptor principal de ingresos laborales de estos estratos medios
percibe en promedio 664 dólares mensuales. En los estratos bajos este
ingreso desciende a 256 dólares. Una alta proporción de la población de
ingresos medios experimenta importantes déficits de inclusión social y
laboral y un alto grado de vulnerabilidad a volver a caer en la pobreza
ante cambios provocados por el desempleo, la caída de sus ingresos u
otros eventos catastróficos como enfermedades graves y desastres.
Siguiendo la tendencia al alza que se registra desde 2015 en América
Latina, un 30,1% de la población de la región se encontraba bajo la
línea de pobreza en 2018, mientras que un 10,7% vivía en situación de
pobreza extrema, tasas que aumentan a 30,8% y 11,5%, respectivamente, en
2019, según las proyecciones de la Cepal.
Esto significa que aproximadamente 185 millones de personas se
encontraban bajo el umbral de la pobreza en 2018, de los cuales 66
millones de personas estaban en la pobreza extrema. En 2019, el número
de personas en la pobreza aumentaría a 191 millones, 72 millones de
ellos en la pobreza extrema. Prácticamente todas las personas que se
suman este año a la estadística de la pobreza se integran directamente a
la pobreza extrema, afirma el informe cepalino.
La pobreza afecta mayormente a niños, niñas y adolescentes, mujeres,
personas indígenas y afrodescendientes, a los residentes en zonas
rurales y a quienes están desempleados.
Por ejemplo, en Brasil, en 2014, la participación del 1% más rico en
el total del ingreso del país alcanzaba a 9,1% de acuerdo con las
encuestas de hogares, porcentaje que se elevaba a 27,5% tomando en
cuenta la información tributaria.
En
Chile (dato para 2015), la participación del 1% más rico en el ingreso
total, alcanzaba a 7,5%, proporción que subía a 22,6% considerando la
información de los registros tributarios y a 26,5% en el caso de la
riqueza neta (activos financieros y no financieros menos pasivos).
Por otra parte, el Panorama Social de América Latina 2019 señala que
el gasto social del gobierno central aumentó de 10,3% a 11,3% del PIB
entre 2011 y 2018, alcanzando a 52,5% del gasto público total. América
del Sur tiene el promedio de gasto público social más alto de la región
(13,2% en 2018), mientras que en Centroamérica, México y República
Dominicana esa cifra es de 9,1%.
En el Caribe, el gasto social promedio respecto al PIB es más alto
(12,2%), pero en 2018 volvió a niveles de 2014, con un peso equivalente a
43,2% del gasto público total. El estudio alerta que justamente
aquellos países que enfrentan mayores desafíos para cumplir las metas de
la Agenda 2030 son los que presentan niveles más bajos de gasto social.
Migración
El documento llama a atender las causas estructurales de la migración
y a reforzar la cooperación multilateral para asegurar la protección
social y la inclusión social y laboral de las personas migrantes en
todas las etapas del ciclo migratorio.
Entre 2010 y 2019, el número de personas migrantes en América Latina y
el Caribe aumentó de 30 a 40,5 millones, lo que equivale a 15% del
total de migrantes a nivel mundial. Entre 2000 y 2019, la proporción de
migrantes intrarregionales aumentó de 57% a 70% del total.
Las remesas de dinero de los migrantes a sus naciones de origen
desempeñan un papel importante en el alivio de la pobreza en varios
países. En El Salvador, Guatemala, Honduras y República Dominicana, la
incidencia de la pobreza sobre el total de la población sería entre 1,5 y
2,4 puntos porcentuales más elevada si no fuera por estas
transferencias de dinero.
Basta de ajustes
En el informe, la Cepal enfatiza que para erradicar la pobreza y
reducir la desigualdad y la vulnerabilidad de los estratos de ingresos
bajos y medios son necesarias políticas de inclusión social y laboral,
lo que significa dejar de aplicar las pol´piticas de ajuste exigidas por
organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el
Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo.
También se requiere un mercado de trabajo que garantice empleo de
calidad y remuneraciones dignas, eliminar las barreras de inserción
laboral de las mujeres y fortalecer el desarrollo de sistemas integrales
y universales de protección social en el marco de Estados de Bienestar
centrados en los derechos y la igualdad, concluye el informe cepalino..
* Periodista chilena, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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