Entrevista a Valeria Luiselli
Democracy Now!
Días después de que la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, defendiera la emergencia nacional en la frontera sur declarada por el presidente estadounidense, Donald Trump, conversamos con Valeria Luiselli acerca de su nuevo libro, “Lost Children Archive” (Archivo de niños perdidos, en español). El libro registra el viaje de una familia desde Nueva York a la frontera entre EE.UU. y México en Arizona mientras la madre investiga el sufrimiento de los menores migrantes que buscan refugio en Estados Unidos. |
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.
AMY GOODMAN :
¡Esto es Democracy Now!, soy Amy Goodman. A principios de marzo, la
secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen,
defendió la emergencia nacional en la frontera sur declarada por el
presidente Donald Trump, y afirmó ante el Comité de Seguridad Nacional
de la Cámara de Representantes que los funcionarios de inmigración están
en camino de detener a más de 900.000 migrantes en la frontera entre
Estados Unidos y México este año. Nielsen rechazó los informes que
sostienen que el Gobierno de Trump niega de forma rutinaria a los
migrantes la oportunidad de solicitar asilo en Estados Unidos y sostuvo
que nadie es rechazado en los puntos de entrada fronterizos. Cuando se
le preguntó por el número de menores de edad que continúan separados en
la frontera, Nielsen respondió que no tenía esa cifra a mano, y negó que
los migrantes estén siendo retenidos en jaulas.
Nuestra siguiente
invitada ha sido testigo de cómo afecta el sistema migratorio
estadounidense a los menores que llegan a este país en busca de asilo.
Tras desempeñarse como intérprete voluntaria para menores inmigrantes en
los tribunales de inmigración de Nueva York, Valeria Luiselli escribió
un aclamado libro de no ficción basado en esa experiencia, titulado “Los
niños perdidos: un ensayo en cuarenta preguntas”; y ahora acaba de
publicar su quinto libro, su primera novela escrita en inglés, titulada Lost Children Archive (Archivo de niños perdidos, en español).
Valeria Luiselli, bienvenida a Democracy Now!
Es un placer que esté con nosotros. No podría haber escrito un libro
más relevante de no ficción, pero este es un libro de ficción. Hable
acerca de esa transición y por qué lo escribió de esta manera.
VALERIA LUISELLI :
Desafortunadamente, [Lost Children Archive] es un libro que parece
escrito para el momento actual. Yo lo empecé a escribir en 2014, pero la
situación en torno a la crisis migratoria de menores no acompañados se
ha intensificado a lo largo de estos años, en vez de lo contrario, que
es lo que uno, quizás con demasiado optimismo, hubiera supuesto.
Empecé
a escribir esta novela en 2014 mientras manejaba con mi familia de
Nueva York a Arizona. Empecé a tomar notas en ese entonces. Y la
continúe escribiendo a lo largo de los años siguientes. En 2015, después
de mi retorno de ese viaje y tras un período esperando por la
resolución de un caso migratorio propio, mucho menos difícil que los
casos de asilo, yo había pedido una Green Card… me involucré en ese
período como voluntaria en los tribunales de inmigración en Nueva York.
La idea era que yo simplemente tradujera entrevistas entre abogados y
niños, pero no había suficientes abogados en ese momento, entonces a
muchos de los voluntarios nos dieron un curso sobre cómo hacer un tipo
de entrevista, que se llama en inglés “screening interview”, y acabamos
siendo entrevistadores. En ese periodo estuve entrevistando niños y
adolescentes, y básicamente resumiendo sus casos y buscando entonces
abogados que pudieran representarlos ante un juez y defenderlos así de
una orden de deportación.
Como yo continuaba en ese momento
escribiendo esta novela, empecé a utilizar la novela como una especie de
depositario de toda mi frustración, rabia y confusión política. Después
de un tiempo, me di cuenta que estaba realmente arruinando la novela,
empacando demasiado en el espacio de sus páginas, tratando además de
explicar la crisis actual en términos de cosas como el involucramiento
de Estados Unidos y sus políticas intervencionistas en Centroamérica en
los años 70. Realmente, estaba arruinando la novela y no le estaba
haciendo justicia al tema que en sí estaba tratando de documentar, al
tratar de meterlo con calzador en una narrativa ficcional.
Cuando
finalmente entendí eso, dejé de escribir la novela por completo y
escribí un ensayo más breve, muy directo, que se llama en inglés “Tell
Me How It Ends” y en español “Los niños perdidos”. Y con ese ensayo pude
hacer lo que quería hacer, que era denunciar lo que yo estaba viendo en
los tribunales de inmigración de Estados Unidos y ofrecer una especie
de radiografía del sistema migratorio estadounidense en lo que concierne
sobre todo a los niños que llegan aquí no acompañados y buscando asilo.
Una vez que escribí ese libro, pude volver a la novela y ya entenderla
como un espacio más poroso, más multidimensional, en el cual reflexionar
sobre lo que significa documentar, sobre las políticas detrás de contar
historias sobre violencia política.
Entonces, la novela es una
novela al final. La novela no es sobre la crisis migratoria sino que es
una novela con la crisis migratoria. Es una novela que se pregunta cómo
observar fenómenos como la migración, que creo va a ser el gran tema del
siglo XXI : las diásporas y migraciones masivas que veremos por razones
políticas y de calentamiento global.
AMY GOODMAN : Usted,
como intérprete voluntaria para menores inmigrantes en los tribunales
de Nueva York, tradujo y contó las historias de esos menores. Y una de
esas historias, al menos, aparece en “Archivo de niños perdidos”. ¿Puede
hablar sobre la experiencia que supuso para usted estar en los
tribunales viendo a estos menores? Allí no solo está traduciendo un
idioma o una cultura, sino que puede comprender lo que buscan los
jueces. Y ahí están estos niños perdidos. Hable del caso de las hermanas
guatemaltecas.
VALERIA LUISELLI : Uno de los casos que
resultó para mí más difícil y frustrante involucraba a dos niñas
guatemaltecas que habían viajado a Estados Unidos con el número de
teléfono de su madre cosido en el interior de los cuellos de sus
camisetas, de sus camisas. Habían llegado finalmente aquí, habían
logrado cruzar México sin mayores problemas, corriendo los riesgos que
se corren cuando dos niñas chiquitas cruzan acompañadas por un coyote
ese país, nuestro país, mi país, que es un país que trata a los
migrantes centroamericanos como ciudadanos “de octava”. Habían logrado
cruzar, habían llegado hasta aquí. Llegaron con sus camisetas y los
números puestos, por lo que el oficial de Inmigración pudo contactar a
su madre y las niñas finalmente pudieron llegar hasta la casa de su
madre, a los brazos de ella. Y entonces recibieron una orden de
deportación.
Entonces, llegaron al tribunal ese día para contar su
historia y para que los voluntarios posiblemente armaran un caso y
buscaran un abogado que las defendiera de esa orden de deportación. Las
entrevisté, y a medida que las entrevistaba me di cuenta que,
naturalmente, por su edad no eran capaces de contar una historia que
sumara a un caso. Entonces, llamé a una abogada y le pedí orientación.
Ella también escuchó su historia y me dijo que, efectivamente, parecía
que no había ahí un caso suficientemente fuerte.
Fue la primera
vez que yo entendí la Justicia… fue la primera vez que yo entendí cómo
el sistema de Justicia realmente no puede hacer justicia. Y que en casos
como este, cuando se trata de niñas chicas, dado que no pueden contar
la historia bien, es un sistema que básicamente, inmediatamente, las
expulsa de cualquier posibilidad de justicia.
Nunca supe qué pasó
con esas niñas. No supe más sobre ellas. No sé si en efecto recibieron
una orden de deportación y fueron deportadas o no. Se convirtieron para
mí en una especie de preocupación constante. Mi hija además me
preguntaba constantemente: “¿Qué pasó con esas dos niñas, mamá? ¿Ya
tienen una visa o no?”. Entonces, las niñas se convirtieron también en
la ausencia más presente de Lost Children Archive (Archivo de niños
perdidos, en español), la novela. Es decir, están ficcionalizadas
completamente, y en el caso de la novela son dos niñas mexicanas, no
guatemaltecas, pero son el corazón que late dolorosamente en la novela y
que de alguna manera también impulsa la narración de al menos una de
las de las tres voces narrativas de la novela.
AMY GOODMAN :
Algo que queda claro, especialmente cuando habla sobre el viaje que
realizó con su familia al sur de Estados Unidos, es que todo esto viene
desde la época de Obama. Trump no aparece de la nada.
Recientemente,
los miembros demócratas del Congreso desafiaron a la secretaría de
Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen, acusandola de encarcelar a niños en
jaulas para perros, preguntándole cuántos menores fueron separaron de
sus familias. Nielsen parece tener cifras para respaldar todos sus
argumentos, pero cuando se le pregunta por las cifras de menores
separados, ella dice que necesitaría “conseguir esos datos”.
Así
que es asombroso como se relaciona lo que ocurre ahora con lo que usted
ha estado documentando durante años, desde la época de Obama, ya que eso
sentó las bases. Los menores ya estaban siendo separados de sus
familias antes de que Trump llegara a la presidencia. ¿Puede hablar de
las hieleras, las jaulas y de lo que usted ha visto?
VALERIA LUISELLI :
Lo que vemos hoy en día en el Gobierno de Trump, la separación de
familias, los espacios llamados coloquialmente “hieleras”, que es donde
primero meten a las personas al llegar a la frontera, y los espacios
llamados “perreras”; nada de eso es nuevo. La separación familiar
incluso no es nueva. El Gobierno de Trump ha llevado prácticas que
ocurrían en el Gobierno de Obama a un extremo inimaginable, pero el
Gobierno de Obama definitivamente sentó esa pauta.
El Gobierno de
Obama hizo otras cosas muy graves, como, por ejemplo, crear algo que se
llama “priority docket”, que básicamente significa reunir los casos de
los menores de edad que llegaban aquí buscando asilo u otras formas de
protección legal en un solo grupo en los tribunales y pedirles que les
diera prioridad a esos casos. Es una política no muy humana en absoluto
porque el hecho de que fuesen prioridad los casos significaba
básicamente que deportaban a los niños más rápidamente, a menos de que
encontraran un abogado rápidamente. Mientras los niños tenían un año
para conseguir un abogado antes de esa política del Gobierno de Obama,
después, con este cambio, tenían solo 21 días. Entonces, el Gobierno de
Obama tuvo políticas y generó políticas muy inhumanas en torno a esta
diáspora en particular.
Y esas mismas políticas fueron cargadas
hacia este nuevo Gobierno, que ha llevado las cosas a límites
inimaginables. También ha espectacularizado la violencia, cínicamente,
en la frontera. Y sobretodo, este Gobierno lo que ha hecho es asegurarse
que haya cada vez más dinero que entra a través del presupuesto federal
hacia el Departamento de Seguridad Nacional y de ahí al Servicio de
Inmigraciones, y de ahí hacia contratos con básicamente una empresa
privada que se llama CoreCivic, que es dueña del 65 % de los espacios de
detención para migrantes.
En Estados Unidos, como sabemos, las
cárceles son lucrativas. Las cárceles son un negocio, entonces,
encarcelar a personas indocumentadas, que de por sí no tienen voz y
tienen poca representación, es un negocio muy lucrativo. Incluso peor
que eso: es más redituable encarcelar el cuerpo de un menor de edad que
el cuerpo de un adulto. Entonces, si vemos las cifras, mientras que
durante el Gobierno de Obama había alrededor de 2.000 niños en espacios
de encarcelamiento a lo largo del país, ahora, en el Gobierno de Trump,
hay casi 13.000 niños. Y esto va a continuar porque es redituable, a
menos que haya un cambio profundo de mentalidad y un cuerpo de la
ciudadanía que se oponga persistentemente a lo que está pasando.
AMY GOODMAN :
Finalmente, usted es madre de una niña de 9 años, la misma edad que
tienen muchos de los menores que están separados de sus familias. ¿Qué
le pregunta su hija, Maya? ¿Y de qué forma influye ella en su literatura
y, especialmente, en su última novela?
VALERIA LUISELLI :
Creo que tener hijos o incluso simplemente tener contacto con niños te
obliga a constantemente estar pensando cómo narrar los horrores del
mundo de una manera que no sea edulcorante, pero que sí los proteja. Es
decir, que proteja su derecho a la inocencia, pero que al mismo tiempo
les dé instrumentos para enfrentar las injusticias con un sentido
profundo de justicia y agencia. No con miedo, sino con una sensación de
agencia. Esa la pregunta que me hago todos los días, porque todos los
días hay alguna emergencia política y algún horror político frente a
nosotros. Y mi hija me obliga a estar haciendo ese ejercicio porque
además es muy preguntona y está muy involucrada, y se preocupa y piensa
las cosas.
Mi sensación ahora es que como adultos tenemos la
responsabilidad de generar narrativas para la generación que viene.
Narrativas que puedan ser refutables, que puedan ser discutidas, pero
generarlas. Creo que como escritora, en un mundo que a veces parece que
se cae a pedazos y en el cual uno se pregunta si la literatura tiene o
no un papel, pienso que la literatura sí tiene un papel o me digo que sí
lo tiene. Y ese papel es precisamente ese: dejar un testimonio de
nuestra época. Incluso si no escribimos directamente sobre nuestra
época, pero dejar un testimonio que sea también el tejido comunitario
que en un futuro sirva a otras generaciones para seguir una discusión
que tiene que ser constante.
AMY GOODMAN : Quiero darle
las gracias por todo lo que le ha aportado al mundo con su literatura.
El último libro de Valeria Luiselli se titula “Lost Children Archive”
(Archivo de niños perdidos, en español). Sus libros anteriores incluyen
“Los niños perdidos: un ensayo en cuarenta preguntas”, “Los ingrávidos”,
“Papeles falsos ” y “La historia de mis dientes”. Valeria acaba de ser
incluida en la lista de candidatas al Premio de Ficción Femenina 2019.
Es un honor que esté aquí en los estudios de Democracy Now! en el Día
Internacional de la Mujer.
Para ver nuestra conversación, en inglés, sobre su trabajo y su vida visite DemocracyNow.org. Soy Amy Goodman, gracias por acompañarnos.
Producido por Clara Ibarra, Igor Moreno Unanua, Pamela Subizar, Democracy Now! en Español y Democracy Now!.
Fuente: http://www.democracynow.org/es/2019/3/13/valeria_luselli_en_eeuu_es_lucrativo
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