El apocalipsis
neoliberal desatado con toda furia contra Argentina, está teniendo como
uno de sus picos mayores de intensidad destructiva, a los brutales
reajustes tarifarios perpetrados recientemente, con porcentajes de
incrementos tan surrealistas y deshumanizados, que posiblemente ni en
una novela del más macabro terror hayan sido siquiera imaginados.
Llevándose todo por delante desde el primer día, inicialmente con
tandas interminables de DNUs (decretos de necesidad y urgencia), y luego
con las constantes y renovadas presiones mediáticas, más los
estrangulamientos financieros a las provincias, más otros tipos “muy
creativos” de métodos de convencimiento al arco político opositor; y
bajo la cobertura de eslóganes falaces y pegajosos como “la pesada
herencia”, “la corrupción”, “el sinceramiento” y otras “frases célebres”
(como las de los economistas funcionales, al estilo de González Fraga,
según el cual la clase media pudo consumir “irrealmente”); se implementó
un “planificado” desbarajuste general de la realidad socio económica
precedente, la cual si bien necesitaba ajustes, estaba básicamente
ordenada, desendeudada, en crecimiento y con buenos indicadores de
desarrollo socio económico, tal como los datos macro económicos y macro
sociales demostraban.
Prueba que esos datos macro existentes en
el anterior período presidencial eran sólidos y resaltables, es el
hecho que con doble discurso, mientras en el frente interno el gobierno
neoliberal se dedicó a denigrar “la pesada herencia”, en las campañas de
promoción de inversiones en el exterior, exhibía como excelentes las
magnitudes macro económico-sociales que existían hasta el cambio de
gobierno…que con tanto ahínco ahora está destrozando.
Como para
cerrar todas las alternativas de oposición y de resistencia a este
proceso de achicamiento socio económico brutal y deshumanizado, con sus
operadores mediáticos, políticos y judiciales, está implementando claras
acciones tendientes a enjuiciar y encarcelar a opositores y políticos
relevantes, que al establishment les resultan “incómodos” o simplemente
intolerables, más aun si poseen poder de convocatoria masiva y popular.
El encarcelamiento y vejámenes instrumentados contra Milagro Sala, su
esposo (casi un anciano y posiblemente de delicada salud), contra
Cristina Fernández y sus hijos (con previas y sucesivas condenas
mediáticas, que luego se diluyen, pero que los “grandes medios” no
desmienten); los continuos ataques judiciales y mediáticos contra el ex
vicepresidente Boudou, que esconden una clara “vendetta” por haber sido
el cerebro que hizo terminar el gigantesco “curro” (estafa) de los
fondos jubilatorios privados –las AFJP-; las amenazas de agresiones
judiciales a otros políticos relevantes del anterior gobierno, y las
agresiones de hecho montadas en sitios públicos por operadores o
adherentes de clases media/alta o alta del macrismo, en aeropuertos, en
aviones en vuelo, en el buque bus, en la calle al valiente y muy bien
fundamentado periodista Roberto Navarro; los ataques electrónicos e
incluso judiciales al Canal C5N, una de las pocas voces no
“domesticadas” por el neoliberalismo; las agresiones policiales y de
fuerzas de seguridad casi diarias a manifestantes del pueblo que está
muy disgustado con el hoy impresentable en público presidente y su
entorno; las filmaciones y posibles represalias contra quienes del
pueblo “de a pie” escrachan a Macri y colaboradores en cuanto acto
público hay; los enormes vallados que cierran los accesos a actos
cívicos por miedo al repudio de la gente al presidente y su entorno, en
actos que antes eran patrimonio popular (en el Día de la Bandera, De La
Independencia); etc.
En ese contexto, existiendo sectores de
las FFAA y FFSS (1), sobre todo entre sus retirados, que son muy afines
al distorsionado seudo patriotismo inoculado durante el nefasto
“proceso” cívico militar de 1976, resulta muy evidente que existe una
suerte de pacto previo, entre los neoliberales de “cambiemos” y esos
sectores de uniformados retirados, para volver a instrumentar, y con
toda ferocidad, las políticas represivas que tanto daño hicieron en
años aun cercanos de nuestra historia, y cuyos antecedentes previos se
remontan a los tristemente célebres años de la “revolución fusiladora”
(2). Ese tipo de retirados de las FFAA y FFSS suelen hacer gala de un
curioso “patriotismo” declamativo, que a pura exaltación hasta el
paroxismo del himno y la bandera, no tienen ningún empacho en avalar
políticas de entrega de soberanía y de destrucción socio económica
sistemática, de lo cual en muchos casos –por sus muy pobres formaciones o
por muy severos procesos de colonización cultural inculcados muy
fuertemente-, ni se dan cuenta, y en otros casos, en forma desaprensiva o
incluso cómplice les restan toda importancia. Ese patrioterismo hueco
se define como el de los patrioteros de bandera.
Sugestivamente, trascendió que los sueldos de las FFSS fueron duplicados
(al igual que las retribuciones al gabinete nacional), pero en aquel
caso, seguramente con el objetivo de lograr “mayor convicción” en
algunos integrantes, cosa de apalear a manifestantes con mayor saña y
grado de violencia, tal como sucedió en épocas neoliberales anteriores,
como en el tristemente célebre proceso”(3), y durante los años de la
partidocracia cleptocrática, particularmente en los años ’90.
Precisamente, en esa radiografía social y cultural que es Facebook, se
pudo leer a algunos “pensadores” del elenco de retirados, los cuales al
puntualizarles los lagunones e incoherencias de sus “pensamientos”,
agotando los consabidos huecos calificativos de “zurdito”, “leguleyo”
(¡¿?!) e incluso insultos varios (que denotan impotencia intelectual
total), terminaban diciendo, conceptualmente “total a nosotros nos
aumentaron los sueldos por encima de “los civilachos”. Eso ya pasa a ser
“patrioterismo de bolsillo”…¿o no? No son todos, afortunadamente, por
supuesto, quienes “razonan” en forma tan cerrada.
Lo precedente
no implica ningún tipo de antimilitarismo. No hay Patria sin Fuerzas
Armadas, pero tampoco hay Fuerzas Armadas sin Patria, y eso no es un
simple juego de palabras. Eso se analizará en otro artículo, Dios
mediante.
Similares grados de confusiones y de profunda
colonización mental, exhiben ciertos sectores civiles de las clases
medias, cuyos niveles de vida mejoran sensiblemente durante los
gobiernos nacionales y populares, contra los cuales siempre sienten
desconfianza, resentimientos tan profundos como incoherentes, e
incluso mucho odio a partir de las fortísimas campañas comunicacionales
del establishment. Esos extravíos conceptuales incluso llegaron a
sectores pobres, sobre todo en los jóvenes, claramente influidos por los
eslóganes que en forma hueca pero pegajosa fogonearon las adhesiones a
“un cambio”… sin que analicen que era un cambio hacia el abismo de la
pobreza, la desocupación y la desesperanza, en un marco de egoísmo
social fomentado, y de un Estado ahora ausente e incluso represor.
En ese marco de provocadas confusiones conceptuales tan profundas y
perniciosas, se pretende seguir aplicando a rajatabla la “receta”
inhumana del “anarco capitalismo” (4) que es el neoliberalismo, el cual
precisa el adormecimiento de las conciencias, y el desánimo general que
inhiba toda protesta o reacción que resista la destrucción sistemática
social y económica aceleradamente implementada.
Hasta ahora la
topadora neoliberal viene arrasando con todo. Acordando con los buitres
y pagando incluso sumas mayores que las reclamadas; devaluando en forma
brutal con “negocio redondo” para sus operadores del dólar futuro y con
ganancias siderales para sectores primarios de economía concentrada
(oligarquía campera, mineras, Bancos, importadores); fomentando de hecho
una inflación hoy desmadrada, con la cual logró uno de sus objetivos
básicos, que es “hundir” a los salarios a niveles de miseria; concentrar
de golpe la riqueza en pocas manos; aumentar drásticamente la
desocupación implementando despidos masivos en el Estado (mientras
contratan a privilegiados con sueldos ídem); frenar drástica e
innecesariamente las obras públicas, disolver diversos sistemas de
inclusión sanitaria, educativa y social; desmantelar toda protección a
la industria e incluso fomentar las importaciones, para lograr el
perverso objetivo de desindustrializar a Argentina, según el modelo
mitrista del país – estancia que opere como apéndice colonial de las
potencias del “mundo libre” (las potencias neocolonialistas del siglo
XXI); domesticar a golpes de chequera al sindicalismo “combativo”;
volver a endeudarnos masiva e irracionalmente, a tasas de usura, y
seguramente con las consabidas “intermediaciones” de los mismos
comisionistas de los años ’90; desarticular o incluso desguazar los
entes nacionales creadores de tecnologías; presionar a los medios y
comunicadores sociales que no operen dócilmente como mercenarios del
“discurso políticamente correcto” del establishment, apelando incluso a
mensajes de contenido pseudo mafioso (destrozos de oficinas, robos de
computadoras y otros elementos de trabajo, e incluso agresiones físicas
en grados de amenazas o de hecho); e institucionalizar las represiones
de corte salvaje a las manifestaciones públicas de descontento popular,
agrediendo a manifestantes tan “peligrosos” como jubilados, docentes,
etc.; transformar en artículos “de lujo” a alimentos populares, como la
carne, la pizza, la manteca y el aceite; y “perlitas” de entrega de
soberanía explicita, como en el caso de Malvinas, la autorización para
instalar bases militares de EEUU, y la desjerarquización de las Fuerzas
Armadas en meras fuerzas policíacas represivas (lo cual lamentablemente
está en marcha).
Impedir el tarifazo, al contrario de las
amenazas gubernativas que lo quieren imponer al como sea, no significará
“llevarnos al caos”, ni “desatar la hiperinflación”, ni “paralizar las
obras públicas, ni “el desastre total”. En el caos (prearmado con
premeditación y alevosía) estamos a consecuencia del neoliberalismo
rampante, en un contexto que roza la hiperinflación ya estamos, las
obras públicas fueron paralizadas innecesariamente desde diciembre de
2015, y claramente, en un contexto de desastre socio económicos total
estamos inmersos hasta la coronilla.
Paralizar el atropello del
tarifazo, será empezar a poner frenos al desguace nacional en el que
aplicando la metodología del shock (golpe), nos embretaron. Metodología
“refinadamente” perfeccionada y acentuada, según el “modelo” aplicado en
“el proceso” y los años ’90 en Argentina, en toda Íbero América entre
los ’70 y fin de siglo; en Grecia, España, Portugal, Islandia, la Rusia
de Yeltsin, Europa Oriental, etc.
Ese es el quid de la cuestión, lo demás es “jarabe de pico”.
Notas:
1) FFAA, FFSS – Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad.
2) “Revolución fusiladora” – Golpe de Estado pro británico de 1955.
3) “Proceso” – Gobierno pretoriano neoliberal impuesto por el golpe de Estado de 1976.
4) Anarco capitalismo, Dante Avaro, en “La Maldición de Adam Smith”.
Carlos Andrés Ortiz. Analista de Temas Económicos y Geopolíticos.
Blog del autor: http://caoenergia.blogspot.com/
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