Heriberto M. Galindo Quiñones *
Luego del triunfo de la
revolución cubana, en enero de 1959, la primer historia que recuerdo
del legendario comandante en jefe de ese movimiento ocurrió en 1961,
cuando de niño escuchaba, en la radio de entonces, las narraciones de la
invasión fallida de playa Girón y de los combates en bahía de Cochinos.
El líder Fidel Castro dirigía los enfrentamientos desde un tanque
militar y logró anular la invasión patrocinada por Estados Unidos.
El incipiente liderazgo cubano de entonces triunfó tras aquel
intento, que pretendía transgredir la soberanía y detener el proyecto
revolucionario.
No se pueden negar la heroicidad y sitio histórico del pueblo cubano y
sus líderes –encabezados por Fidel Castro– en los anales del mundo
moderno, pues realizaron la epopeya justiciera más recordada de la
última centuria en América, la cual culminó con el derrocamiento de la
dictadura del nefasto y corrupto Fulgencio Batista.
Se puede estar o no de acuerdo con lo logrado por el gobierno y el
pueblo cubanos en los pasados 57 años, pero la conclusión es que el
balance es indudablemente positivo, no obstante rezagos, restricciones,
cerrazón y dureza, obligadas y obvias del triunfo, en todo
acontecimiento revolucionario, ante la desconfianza y el escepticismo
imperantes, en medio de amenazas, con inexperiencia, con un cúmulo de
presiones y de ataques por el gobierno de Estados Unidos y sus agencias,
lacerando a un pueblo lleno de necesidades y en proceso de
putrefacción, como ocurría, y que fue la razón por la que los jóvenes
rebeldes que conformaron el movimiento 26 de Julio, optaran por la lucha
armada.
Superada la intentona fallida de la invasión vinieron la crisis de
octubre y el debate mundial por los misiles soviéticos en territorio
cubano, y los misiles estadunidenses ubicados en Turquía. En ese marco
se impuso el repudiado y asfixiante bloqueo o embargo a la isla –que es
urgente eliminar–, pero, cosa curiosa, el bloqueo que tanto le ha
costado a Cuba, que también ha afectado la economía de Estados Unidos,
fue ideado por la línea blanda del equipo del presidente John F.
Kennedy, frente a la propuesta del segmento militar más duro del
Pentágono, el cual proponía una invasión que seguramente habría
terminado en genocidio.
Kennedy prefirió el bloqueo como medida económica de presión y
rechazó la invasión y el bombardeo. Mientras tanto la Casa Blanca y el
Kremlin acordaban desmantelar los misiles de ambos países, sin previo
aviso al comandante Castro Ruz.
Por los hechos históricos es que, en mi opinión, Fidel Castro Ruz
debe ser considerado el padre de la Cuba de hoy. Sin menosprecio de la
obra de los héroes que lucharon y lograron la independencia de Cuba del
dominio español, al comandante en jefe debe otorgársele ese lugar, tras
la lucha prolongada frente al imperio estadunidense y por la eliminación
de la influencia del también imperio soviético, hasta el final de
Mijail Gorbachov y más recientemente con Vladimir Putin.
También en estas batallas Fidel Castro cabalgó y venció, en lo
económico y lo financiero, para que su pueblo sobreviviera. Todo ha
sido muy difícil y angustiante.
Durante los pasados 57 años ha habido de todo en Cuba: necesidades
por atender, carácter, sacrificio, logros, sufrimientos, dolor,
enseñanzas, angustias, decepciones, sinsabores, satisfacciones y, sobre
todo, aguante del pueblo y del gobierno cubanos, hasta llegar a las
medidas económicas positivas de apertura, impulsadas gradualmente desde
el gobierno, más acentuadamente en el encabezado por Raúl Castro, a
partir de los avances logrados en salud, educación, cultura, deporte,
turismo, petróleo, flujo de recursos financieros y, más recientemente,
el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
Este triunfo se debe a la perseverancia, dignidad, razón histórica,
diplomacia y política encabezadas por Raúl Castro Ruz, simpatizante de
un modelo más abierto en lo económico.
Ahora se impone una mayor apertura de las avenidas entre La Habana y
Washington, para que aumenten los elementos que contribuyan a mejorar la
vecindad y el intercambio, con la eliminación del bloqueo y la
devolución de Guantánamo.
Es justo reconocer al presidente de Estados Unidos de América, Barack
Obama, y a su equipo por la distensión y avances diplomáticos y
políticos en bien de la relación de Estados Unidos y Cuba.
Es deseable que el próximo cambio de gobierno en Estados Unidos no
genere rectificaciones que reviertan la tendencia positiva que se
observa, no obstante la mirada escéptica del comandante en jefe, quien a
sus 90 años, con su hermano, el presidente Raúl Castro, están viendo el
final de su epopeya histórica pero, con gran visión, preparan a la
nueva generación de líderes cubanos, para que sepan y puedan encarar con
éxito los retos del presente y del porvenir para librar las nuevas
batallas en un mundo globalizado e interdependiente.
Es imperativo prepararse para ser mejores, ya que tanto Cuba como
México deben arribar a estadios superiores de desarrollo, pues son
dignos de mejores tiempos que superen rezagos y retos, para lo cual se
imponen avances tangibles.
Los cubanos han dado lecciones notables al mundo, pero también el
resto del planeta puede enseñar algo más y apoyar para fortalecer la
evolución, para que salgan adelante en su desarrollo integral, con
derechos plenos, humanos, sociales, políticos y económicos, con el fin
de ganar el futuro promisorio que ansían y merecen.
¡Rindamos homenaje al estadista Fidel Castro Ruz en su 90 aniversario!
* Ex embajador de México en Cuba
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