Desde el Otro Lado
Arturo Balderas Rodríguez
La Jornada
Hillary Clinton y Donald Trump presentaron un esbozo de sus propuestas económicas la semana pasada.
Porcentajes más, porcentajes menos, la de Trump se enmarca en la
filosofía económica clásica del Partido Republicano: menos impuestos y
menor regulación de la actividad económica. Por añadidura, reducción de
la intervención del Estado. Su propuesta consiste en hacer una rebaja
mínima de impuestos a las clases medias y una sustancial a las personas
que reciben mayores ingresos. Ejemplo de ello es la reducción del
gravamen a las grandes corporaciones. Actualmente pagan 35 por ciento y
él propone que baje a 15. Por extensión, sus dueños y directores
resultarían beneficiados. También propuso invertir en infraestructura,
pero no especificó cómo financiará ese gasto.
La propuesta de Clinton también corresponde a los principios del
Partido Demócrata en la materia, aunque gracias a la influencia de
Bernie Sanders se movió algunos grados más a la izquierda, como es el
caso de la educación universitaria gratuita y la ampliación de la
reforma de salud. Propuso aumentar impuestos a quienes más ganan. No
obstante que en su propuesta no se contempla una reducción del gravamen a
la clase media, anunció la creación de programas y subsidios dirigidos a
quienes reciben menos ingresos, lo que en términos prácticos se
tornaría en una reducción a sus impuestos. Clinton pretende invertir 250
billones de dólares en infraestructura, lo que apuntalará el
crecimiento económico. El aumento del gasto por concepto de inversión y
subsidios será sufragado con el aumento de los impuestos a las
corporaciones y a quienes reciben mayores ingresos. Ambos candidatos se
manifestaron en contra del tratado comercial con los países del
Pacífico, pero Trump fue más allá: prometió cancelar algunos, entre
ellos el T
LCAN.
En todo caso, es sabido que en materia de gasto la última
palabra la tendrá el Congreso, específicamente la Cámara de
Representantes, en la que es casi seguro que los republicanos
conservarán la mayoría. El asunto de los tratados comerciales deberá ser
revisado por el Senado, aunque no está claro, de efectuarse, cómo y qué
consecuencias pudiera tener esa revisión. Con las diferencias del caso,
cabe recordar lo sucedido con el Brexit.
Ambos candidatos hicieron propuestas y promesas en términos muy
generales y confusos. A final de cuentas, algunas se cumplen y otras
nunca llegan a concretarse. Ya se verá cuál será el balance en esta
ocasión.
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