Facción
Adital
Por
Fabian Villegas
Las
últimas entrevistas que dieron el fotorreportero y activista Rubén
Espinosa y la activista y gestora cultural Nadia Vera fueron
semejantes, coincidieron en el recrudecimiento de la violencia y
represión en el Estado de Veracruz (México), la criminalización
indiscriminada de la protesta pública, y las sistemáticas prácticas
de vigilancia e intimidación de las que han sido objeto. Fruto de un
robusto aparato de espionaje e inteligencia sobre el que opera la
gestión del gobernador Javier Duarte, en contra de periodistas,
activistas, estudiantes, campesinos, intelectuales, obreros, y
sociedad civil en general en todo el Estado de Veracruz.
Al
final de las dos entrevistas, se quitan los micrófonos, una se frota
las manos con un notable nerviosismo, el otro bebe apresuradamente un
vaso de agua, pero vuelven a coincidir al exhibir fuera de la cámara
síntomas de estrés post traumático, pánico, ansiedad, paranoia.
El
ejercicio del periodismo digno y con compromiso social en México, no
es un oficio noble, ni mucho menos está caracterizado por la
seguridad. Por el contrario, México en materia de seguridad para
periodistas está posicionado en el segundo lugar más inseguro del
mundo para ejercer el periodismo, solo debajo de Siria. Conforme al
informe emitido por "Articulo19” en México es agredido un
periodista cada 26.7 horas, desde el 2000 se han reportado más de
108 periodistas asesinados y más de 29 desaparecidos. Las
estadísticas arrojan que el hostigamiento, represión,
criminalización y violencia contra periodistas esta en incremento,
no ha habido un año más violento que el 2015. Si bien las cifras
siempre se instrumentalizan políticamente y se arrojan con
ambigüedad, es fundamental señalar que la gran mayoría de las
agresiones, intimidaciones y prácticas de silenciamiento hacia
periodistas reportadas entre 2014, y 2015, provienen directamente del
poder, entiéndase el Estado y no de la delincuencia organizada.
El
estado de Veracruz y la administración del gobernador Javier Duarte
no son la excepción. Veracruz en el mapa de agresiones, censura,
represión, violencia, intimidación, asesinatos y desapariciones
forzadas representa al estado más peligroso del país para ejercer
el periodismo. Con 17 periodistas muertos, sistemáticas agresiones,
autoexilios, allanamiento de casas, robo de equipo, procedimientos
judiciales totalmente corrompidos, denuncias a derechos humanos y a
la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra
Libertad de Expresión. Nada de esto es accidental, si hay un Estado
que ha invertido en estrategias sofisticadas de seguridad publica
basadas en recursos de inteligencia, espionaje, paramilitarismo,
contra su propia sociedad civil, ese ha sido el Estado de Veracruz y
la administración del Gobernador Javier Duarte.
En
el Veracruz de Javier Duarte, no hay espacio no solo para el
ejercicio del periodismo de compromiso social, no hay espacio para
absolutamente nadie que difiere con su gestión. En el Veracruz de
Duarte la discrepancia y el disenso se legislan a base de
intimidaciones, fosas comunes y penitenciarias. La presunción de
culpabilidad es un imperativo categórico dentro de la impartición
del sistema de justicia, y la impunidad es una forma extensiva de
gobernabilidad que ha inundado todas las instituciones.
Rubén
Espinosa y Nadia Vera junto a 4 mujeres más fueron asesinados el
viernes 31 de Julio del 2015, en la colonia Narvarte de la Ciudad de
México, ejecutados con disparos en la cabeza, señas evidentes de
tortura y abuso sexual.
La
pregunta es clara: ¿Qué pudo haber hecho Rubén Espinosa, foco
central de la operación, para haber "incomodado” tanto a Javier
Duarte?
Conforme
a los criterios y principios de cualquier sociedad democrática y
progresista, podríamos decir llanamente que nada más que hacer su
trabajo, hacer cobertura y participar en las movilizaciones sociales
del Estado de Veracruz. Como fue el caso de la protesta estudiantil
del noviembre del 2012, en el aniversario de la revolución, contra
Javier Duarte, por el asesinato de otra periodista, corresponsal de
la revista Proceso en Veracruz. O la documentación del violento
desalojo del plantón de maestros y alumnos de la Universidad
Veracruzana instalado en plaza Lerdo en la Ciudad de Xalapa, en el
que el como muchos otros reporteros fueron violentamente agredidos
por fuerzas policiales, obligados a entregar sus equipos y borrar
cualquier tipo de fotografía y documentación de la movilización.
Así como la última documentación que hizo sobre acoso e
intimidación hacia estudiantes y activistas en el estado de
Veracruz, en la que documento el lastimoso atentado contra 8
estudiantes, que fueron gravemente golpeados con palos, machetes, por
un comando de hombres encapuchados presuntamente enviados por la
Secretaria de Seguridad Pública del estado de cara al proceso
electoral de Junio del 2015. O quizá la connotada fotografía de la
revista proceso del 2014, donde fotografió a un Javier Duarte
perverso, caminando hierático con una gorra de la policía, sobre un
encabezado que para la administración duartiana sería la rúbrica
de una provocación insoslayable. "Estado sin Ley”.
Meses
atrás en diferentes circunstancias señalo las agresiones,
intimidaciones y amenazas de las que estaba siendo objeto por parte
directamente del Estado, responsabilizando en su totalidad de
cualquier cosa que le sucediera al gobernador Javier Duarte.
Presuntos
policías encubiertos vestidos de civil afuera de su casa,
siguiéndolo afuera de su trabajo, monitoreándolo más de 3 veces al
día, tomándole fotos etc.
Como
muchos otros periodistas había puesto quejas, denuncias, había dado
parte de su situación a la FEADLE (Fiscalía Especial para la
Atención de Delitos cometidos contra Libertad de Expresión) sin
recibir ningún tipo de apoyo ni protección cabal. Y efectivamente
pensar que un organismo tan ínfimo como la FEADLE, pueda proveer de
protección legal, garantizar la seguridad y la vigencia y el respeto
de los derechos humanos del periodismo ético, digno, comprometido
socialmente con la verdad, es desafortunadamente una ingenuidad
absoluta. En un país gobernado por la impunidad, la violencia, la
crisis institucional, que ha deshumanizado hasta las últimas
instancias su sistema de justicia, en donde sistemáticamente se ha
naturalizado la violación de derechos humanos, con el índice más
alto de muertos a nivel mundial solamente debajo de países azotados
por conflictos bélicos como Irak y Afganistán.
Con
el nivel más escalofriante a nivel mundial de feminicidios, con
números alarmantes de desapariciones forzadas que rebasan los 30,000
y un número de muertos en tan solo dos administraciones políticas
que rebasa los 80,000 es ingenuo pensar que por si sola una
institución mercenaria y servil a los intereses políticos de la
hegemonía y la prensa dominante va resolver el escenario
necropolitico del periodismo en México.
Como
es ingenuo ver este caso como un asunto aislado. El asesinato
miserable de Rubén, como el de Nadia, Goyo, Regina, Noel , Miguel
Ángel, Yolanda, Guillermo, Gabriel, Víctor Manuel, Esteban,
Irasema, Víctor Manuel Báez, Octavio, Moisés, Juan, Armando y
demás periodistas asesinados y desaparecidos en el Estado de
Veracruz, responden a una política ampliada de seguridad e
inteligencia decretada a nivel federal, ejecutada verticalmente en
todos los niveles de gobierno, federal, estatal, municipal. Para
entender el caso de Rubén Espinosa y Nadia Vera hay que partir de
entender quién es el asesor de seguridad e inteligencia a nivel
federal de Enrique Peña Nieto, y las políticas de seguridad e
inteligencia que desde ahí se deliberaron una vez empezando la
administración. Para entender el caso de Rubén Espinosa hay que
revisar con escrutinio quien es Javier Duarte y todo el aparato de
ilegalidad y súper estructura ominosa de seguridad policial sobra la
que se erige el Estado de Veracruz como patrimonio personal. Para
entender el caso de Rubén Espinosa hay que entender a cabalidad el
concepto de "Crimen de Estado”.
Contra
los consejos intimidatorios de Javier Duarte, "sobre el que hay que
portarse bien, porque todo se sabe, y se vendrán momentos
difíciles”, hay que moverse, hay que organizarse y visibilizar
frente al mundo, la opinión pública internacional, la sociedad
civil, los organizaciones políticas, los organizaciones
comunitarias, populares, de base, la prensa digna, no alineada, no
mercenaria, los medios libres, que en México estamos viviendo una
crisis absoluta de derechos humanos.
Si
regresamos a las miles de muertas, los miles de muertos, las miles y
los miles de desaparecidos, encarcelados, criminalizados, agredidos,
intimidados, silenciados, regresamos a la crisis absoluta del sistema
de justicia y de derechos humanos.
Descanse
en paz Rubén y Nadia. No hay mayor fuerza y solidaridad de las que
nacen de la desesperanza extrema.
Fuente: Facción
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