Sebastián
Valdomir es un joven dirigente del MPP uruguayo, espacio que lidera el
ex presidente José Mujica dentro del oficialista Frente Amplio en
Uruguay. Pero además coordina, desde el año pasado, la Bancada
Progresista del Parlasur, espacio donde se nuclean los partidos
gobernantes de Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela, sumando al
Frente Guasú -de Fernando Lugo- en Paraguay.
En
esta entrevista Valdomir comenta el estado de situación actual del
Parlasur y da cuenta de un "intento de restauración conservadora" a
nivel regional. Además, responde a los medios de comunicación
hegemónicos que cuestionan al Parlasur, comparando el trabajo del
bloque con el del Parlamento Europeo, dependiente de la UE.
-¿Cómo
es el actual funcionamiento del Parlamento del Mercosur? ¿Por qué el
Frente Amplio, junto al FPV argentino, el PT brasileño, el Frente Guasú
paraguayo y el PSUV venezolano conformaron la Bancada Progresista?
-En
el funcionamiento del Parlamento del Mercosur está previsto, por
estatuto y por protocolo de funcionamiento, la posibilidad de
constitución de grupos políticos supranacionales. Entonces, el primer
grupo -y hasta ahora único- que se ha formado ha sido justamente el
grupo de los parlamentarios de izquierda o Bancada Progresista, como le
llamamos. En esos primeros años, tuvo una actividad interesante:
básicamente era empezar a buscar los puntos de identidad y los puntos
de acuerdo no en función de los estados que componen el Mercosur, sino
en función de las afinidades ideológicas y políticas que unificaba la
razón de ser de esta bancada. Este año, con la constitución de las
nuevas delegaciones de Uruguay y Brasil, que renovaron a sus
parlamentarios por sus respectivas elecciones, estamos todos listos
para volver a funcionar de forma completa.
-¿Qué
importancia tiene para el Parlasur la elección directa de
representantes de Argentina, hecho que ya se dio en las PASO y que
también va a tener lugar en octubre próximo?
-El
paso dado por Argentina, en términos políticos e institucionales, es de
la mayor trascendencia, para el Parlasur y para el Mercosur en su
conjunto. Es el segundo país -luego de Paraguay- que coloca esa
posibilidad de que su ciudadanía elija sus representantes en este
parlamento. Eso da cumplimiento al compromiso que los Estados parte del
Mercosur asumieron al participar en esta instancia parlamentaria
regional. Al inicio, con un estado más bien transitorio, se elegían
representantes al Parlasur por vía indirecta: es decir, por vía de los
poderes legislativos de cada uno de los países. Entonces el paso dado
por Argentina profundiza la institucionalidad del Parlasur, que aún es
débil. Bolivia también ha decidido votar de forma directa a sus
representantes en los parlamentos regionales. Entonces, cuando se
incorpore de manera plena y el protocolo de adhesión sea aprobado en
los parlamentos de Paraguay y Brasil, también ya va a tener cumplido
ese mandato de decidir de manera directa a sus integrantes en el
Parlasur. Quedarían entonces, para este futuro que esperamos sea
próximo, la aprobación por vía directa en Venezuela, Brasil y Uruguay.
En Venezuela creo que podría ser alcanzado por una mayoría especial en
la Asamblea Nacional. En Brasil y Uruguay nos obliga a procesar
discusiones de carácter constitucionales en nuestros países, que vienen
muy bien: nosotros hace tiempo que tenemos que avanzar en un proceso de
reforma constitucional con diversos temas, y este puede ser uno que
movilice eso, antes de 2019; y Brasil también, porque allá uno de los
principales debates que se están dando en estos tiempos justamente es
el de la reforma política.
-El presidente
ecuatoriano Rafael Correa viene advirtiendo de un intento de
"restauración conservadora" en la región, con conexión entre todos los
"nuevos" líderes de la derecha. ¿Cómo ves esto como coordinador de la
Bancada Progresista y dirigente del FA?
-El
intento de "restauración conservadora" en la región se está procesando
en estos momentos. Y está siguiendo una estrategia muy similar en todos
los países. Honduras y Paraguay constituyeron dos elementos muy nítidos
en los cuales por la vía para-institucional, con mecanismos muy
expeditivos de juicio político o de salida exprés de los presidentes
democráticamente electos, se truncaron dos procesos de transformación.
Claramente hay una vuelta atrás en esos países: las elites y los
partidos de derecha jugaron un papel central en esa reversión. Ahora en
los últimos años estamos viendo que las derechas se están recomponiendo
bajo un ropaje diferente. Veamos los liderazgos de Henrique Capriles en
Venezuela, de Mauricio Macri en Argentina, de Aecio Neves en Brasil, y
de Luis Lacalle Pou en Uruguay. Tienen la misma característica: son
personajes relativamente outsider de la política, exitosos en su vida
empresarial, jóvenes y de buen decir, de buena presencia en los medios
de comunicación. Impulsan, de alguna manera, un discurso alejado de la
política, o alejado de la política tradicional: ellos se presentan como
que vienen a sanear el escenario.
En Ecuador pasa lo
mismo con Guillermo Lasso, y podríamos trazar otro paralelismo con
Samuel Doria Medina en Bolivia. De alguna manera las estrategias de la
derecha confluyen con un mensaje de agotamiento con la política. Y en
los casos de Brasil, Ecuador y Venezuela -y no olvidemos también a
Argentina, sobre todo a principios de este año- cuentan con aliados muy
fuertes en los medios de comunicación hegemónicos. De alguna manera
estos gobiernos enfrentan un permanente bloqueo informativo, y una
permanente prédica oposicionista, que es la que articula finalmente a
los partidos de la oposición, a los partidos de derecha, y a los
sectores económicamente dominantes.
-Algunos
medios hegemónicos del continente han comenzado una campaña de
desinformación sobre el Parlasur. ¿Cuál es su visión sobre el tema?
¿Qué responde ante las críticas de que el parlamento se ha reunido poco
este año?
-A todo esa campaña de crítica
nosotros la vimos un poco con tristeza. Realmente es muy deshonesto
plantear que ejercer la democracia -y profundizarla- cuesta caro. Ellos
intentaban plantear que el Parlasur era un lugar donde cada uno iba a
buscar su "curro", diciendo además que eso no tiene ningún sustento
real en la vida de los ciudadanos. Y eso, a nuestra manera de hacer
política, es un ataque directo. No se toma en cuenta que el Parlamento
Europeo tardó más de tres décadas en consolidarse. O que, por ejemplo,
ese mismo parlamento tiene más de 6000 funcionarios. Es decir: es un
espacio que llevó no solo tiempo, sino debates muy importantes a lo
interno de cada uno de los países, que tenían tradiciones políticas muy
distintas. Ni que hablar de lo que sucede con Alemania y Francia, y
cómo es la incorporación de los demás países -paulatina- a las
potestades del Parlamento Europeo.
Entonces se planteó el
tema del Parlasur desde la lógica de la sospecha, y eso es muy
deshonesto. Sin dudas que este año el Parlasur no ha podido reunirse
con la asiduidad que quería pero porque primero se incorpora una
delegación importante, como Brasil, después se incorpora la delegación
de Uruguay, y cada una de esas cosas lleva su tiempo. Este año vamos a
tener 3 o 4 plenarios, pero para 2016 esperamos que haya entre 10 y 11
plenarios, es decir, uno por mes aproximadamente, que es el
funcionamiento tipo que debería tener el parlamento. Y ahí se van a
empezar a generar declaraciones de recomendación a los poderes
ejecutivos, aprobación de declaraciones y de protocolo. Es decir:
estatutos de carácter muy importante para la integración del Mercosur y
para cada uno de los países.
Y además está previsto el
incremento de funciones. ¿Qué quiere decir esto? Hoy lo más importante
que puede aprobar el Parlasur es una recomendación al Consejo Mercado
Común. Pero va a llegar un momento en que vamos a poder aprobar más
cosas, cuestiones de carácter más relevante para la vida de nuestros
pueblos. Pero la pregunta es distinta: ¿están preparados nuestros
sistemas políticos y nuestras sociedades para que un organismo
supranacional empiece a ser fuente de derecho? Esa es la pregunta
clave, y no se plantea en ningún informe periodístico. Además no está
siendo discutida en profundidad por casi ningún centro o usina de
ideas. Y ahí está la señal de identidad de las derechas: no les
interesa que nos integremos. ¿Por qué? Porque a las élites les interesa
tener garantizada su "cuota" de poder político y económico en cada uno
de los estados nacionales. «
http://www.alainet.org/es/articulo/171873
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