Agua, clima, energía y pobreza
IPS
La
caja de herramientas de América Central para sacar de la pobreza a 23
millones de habitantes, casi la mitad de su población, debe contener
sin falta tres instrumentos: el acceso universal al agua, la
disponibilidad de energía eléctrica sostenible y la adaptación al
cambio climático.
“Esas son las precondiciones básicas, mínimas y
necesarias para poder garantizar la sobrevivencia”, explicó a IPS el
nicaragüense Víctor Campos, subdirector del no gubernamental Centro Humboldt, especializado en la gestión ambiental en el istmo centroamericano.
Las
tres herramientas son especialmente importantes para la agricultura, el
motor económico de la región y particularmente de las zonas rurales y
los territorios indígenas, las áreas con mayor incidencia de pobreza.
Campos
subrayó que esa es la base mínima desde donde trabajar la agenda “hacia
otros temas que debemos prestar atención, como la educación, la salud o
grupos con vulnerabilidad, pero antes tienen que darse esa condiciones
que nos garantizar la sobrevivencia mínima”.
América Central tiene actualmente 48 por ciento de su población bajo la línea de pobreza y enfrenta la Agenda de Desarrollo Posterior a 2015,
que la comunidad internacional lanzará en septiembre, con el concepto
de sobrevivencia muy presente, porque cada día millones de sus
habitantes luchan por acceder a agua y alimentos.
La
vulnerabilidad de la región y de su ciudanía fue un tema en que
coincidieron los participantes en el encuentro centroamericano “Unidos
en la Acción para el Bien Común”, celebrado el 21 de este mes en la
capital nicaragüense para analizar la Agenda Post 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Esos 17 ODS constituyen el pilar de la agenda y serán adoptados en una cumbre de jefes de Estado y de gobierno, que tendrá lugar entre el 25 y el 27 de septiembre en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, para su cumplimiento en 2030.
Los
temas de energía sostenible, disponibilidad y gestión del agua y
respuesta ante el cambio climático tienen cada uno su ODS, pero los
expertos que participaron en el encuentro de Managua indicaron que en
los países del istmo los tres están entrelazados en todas sus
dimensiones con el de la reducción de la pobreza.
“Tenemos en nuestros países una lucha contra la pobreza que se nos ha complejizado”, apuntó Campos.
Con
una población de 48 millones de habitantes y un producto interno bruto
por persona muy inferior al promedio mundial (3.035 dólares en la
región contra los 7.850 dólares en el planeta), el istmo necesita
inventarse los caminos para escapar la espiral de pobreza que agobia
casi a uno de cada dos habitantes.
El
producto interno bruto de América Central mejoró en términos reales en
los últimos 13 años, pero sigue por debajo de la media de América
Latina y el mundo entero. Crédito: Estado de la Nación
Según el informe “La economía del cambio climático en Centroamérica”, publicado en 2012 por la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (Cepal), “la reducción e inestabilidad de la disponibilidad
del agua y de los rendimientos agrícolas pueden afectar los mercados
laborales, el suministro y el precio de los bienes básicos y el flujo
migratorio hacia las zonas urbanas”.
Esto impactaría los
cultivos de subsistencia como maíz o frijol o los productos
tradicionales de exportación, como el café, claves en la región
compuesta de sur a Norte por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras,
El Salvador, Belice y Guatemala. Las agencias de la ONU suman además a
la insular República Dominicana.
Pobreza se desdobla en los ODS
En los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el primer Objetivo de
Desarrollo del Milenio, el de erradicar la pobreza extrema y el hambre,
se fracturó en dos. El primero de los 17 ODS es: “poner fin
a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo” y el segundo: “poner
fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la
nutrición y promover la agricultura sostenible”. Además, el
sexto reza: “garantizar la disponibilidad de agua y su ordenación
sostenible y el saneamiento para todos”, el séptimo: “garantizar el
acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para
todos”, y el 13: “adoptar medidas urgentes para combatir el cambio
climático y sus efectos”.
Un área clave es el llamado Corredor
Seco, una franja de clima árido que va desde Guatemala hasta Costa Rica
y que los expertos aseguran que extendió su impacto.
“Estamos
modificando el uso de suelo, asociado al fenómeno climático, y
consecuentemente el Corredor Seco ya no es simplemente el Corredor;
sino que el país entero lo estamos convirtiendo en una suerte de
corredor seco”, explicó a IPS el secretario ejecutivo de la
nicaragüense Mesa Nacional para la Gestión del Riesgo, Denis Meléndez.
En el “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional de Centroamérica”, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indica que esto puede complicar el objetivo de eliminación del hambre en la región.
En los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM), establecidos en 2000 en otra cumbre mundial y que ahora serán
sustituidos por los ODS, el primero era el de “erradicar la pobreza
extrema y el hambre”, con la meta de reducir a la mitad los dos
fenómenos con respecto a 1990.
La FAO determinó que los países
centroamericanos se acercaron a la meta, al caer las personas que pasan
hambre de 24,5 por ciento a 13,2 por ciento del total, pero el
porcentaje más que duplica la media de América Latina, de 6,1 por
ciento.
Además, el impacto del cambio climático sobre los más
vulnerables va más allá de la agricultura, el acceso al agua o contar
con una energía sostenible.
Según la Cepal, dos de cada tres
habitantes de la región habitan en asentamientos que combinan pobreza
con condiciones insalubres, donde el cambio climático incrementará la
mayor prevalencia esperada de algunas enfermedades asociadas a la
pobreza, como malaria y dengue.
Casi
la mitad de la población centroamericana vive en condición de pobreza,
con Honduras en la posición más crítica, porque cerca de 70 por ciento
de su población subsiste en esa situación. Crédito: FAO
“Siendo
el cambio climático el mayor reto que la humanidad tiene que enfrentar
en el presente y en las décadas que vienen, entonces tenemos que pensar
en la adaptación no necesariamente como un eje transversal, sino como
algo que cae por su peso”, dijo a IPS el coordinador de la Mesa de Cambio Climático de El Salvador, Francisco Soto.
Este impacto ya es reconocido por los gobiernos regionales y el Sistema de Integración Centroamericana (Sica) lo sumó en 2010 su Estrategia Regional de Cambio Climático, un fenómeno que” hará que los desafíos sociales como reducción de la pobreza y gobernabilidad sean más difíciles de alcanzar”.
Por
esto, expertos como la boliviana Andrea Rodríguez destacaron durante el
encuentro que cada proyecto que los gobiernos dediquen a reducir la
pobreza debe incluir también consideraciones sobre los impactos del
cambio climático.
“Si no se los toma en cuenta, no podremos
tener una solución efectiva, porque el cambio climático y el desarrollo
son como gemelos, van de la mano y tienen que ser tratados al mismo
momento para que la cooperación sea efectiva”, explicó la especialista
a IPS.
Rodríguez, asesora legal del Programa de Cambio Climático de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente,
insistió en la necesidad de planificar de manera conjunta y a largo
plazo la inversión en infraestructura energética y el desarrollo
sostenible.
“La única forma de combatir el cambio climático y
contribuir al desarrollo económico es si dejas de lado los combustibles
fósiles y buscas alternativas más limpias”, apuntó.
La sociedad civil del istmo agrupada en la Alianza Centroamericana para la Sostenibilidad Energética
(Accese) propone las instalaciones renovables a pequeña escala como
solución para suplir la creciente demanda energética y al mismo tiempo
empoderar a las comunidades más vulnerables.
Quince por ciento
de la región no está incluida a la cobertura eléctrica y hasta 50 por
ciento cocina con leña, según datos de Accese. Esta porción de la
población está ubicada mayormente en islas, zonas montañosas y áreas
rurales de difícil acceso.
Editado por Estrella Gutiérrez
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